Los días pasan y el nuevo gobierno no termina por arrancar ni mostrar color. Hoy tenemos un mandatario que está más que interesado en mostrarse en defensor del presidente Enrique Peña Nieto que en dedicarse a ejecer el poder en Tlaxcala.

penanieto

Las primeras cuatro semanas de la gobernanza moderna que aplicó el mandatario Marco Antonio Mena Rodríguez son de clarososcuros que lo muestran como una autoridad indecisa y débil que quiere ejercer el poder pero que teme tomar decisiones.

El pasado 30 de diciembre nombró a los funcionarios de primer nivel y aunque éstos asumieron su responsabilidad el 1 de enero de este año, lo cierto es que todos recibieron la instrucción de no aceptar la renuncia a ningún subordinado y ni llevar a cabo la designación de nuevos colaboradores porque esa atribución sería exclusiva de Marco Mena.

Esa situación simplemente provocó la parálisis del gobierno de Tlaxcala y aunque el mismo mandatario asegure que su administración trabaja normalmente, es una mentira porque podría ir a la Secretaría de Educación Pública donde despacha su amigo Manuel Camacho Higareda para comprobar que todos los trámites se encuentran detenidos porque el poeta y académico no quiere firmar nada.

El nuevo mandatario insiste en hablar de un plan de reorganización administrativa que se implementará y en llevar a cabo un análisis de la plantilla laboral para ver quienes se quedan y quienes se van, como si ahora ya encontrara inconsistencias en la plataforma que recibió y que según él permitió alcanzar logros importantes durante el sexenio de Mariano González Zarur que sería mezquino no reconocer.

Me queda claro que las mentadas reuniones de transición que establecieron el gobernador entrante y saliente no sirvieron de nada y que tampoco se supo aprovechar los meses previos que tuvo Marco Mena antes de asumir el poder, porque es obvio que llegó a experimentar y a jugar al gato y al ratón.

El nuevo gobierno del estado se percibe débil y timorato, al grado que fue incapaz de evitar la huelga en los 34 planteles del Cecyte que sea legal o no, evidenció que el gabinete está divido o no existe coordinación.

Es probable que el secretario de Gobierno Florentino Domínguez Ordoñez haya dejado correr ese conflcito para evidenciar al titular de la SEP en Tlaxcala Manuel Camacho y al director general del Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado, José Luis González Cuéllar, quienes se mostraron incapaces ante un sindicato que está bajo el poder de un priísta lorenista.

Vaya, ambos funcionarios ni siquiera pudieron lograr una prórroga de ese emplazamiento para abrir un nuevo periodo de negociaciones.

Marco Mena se ve que está mas preocupado por quedar bien con el presidente Enrique Peña Nieto que en tomar decisiones y dedicarse a gobernar Tlaxcala, estado que necesita un líder y no a un mandatario indeciso que le tiemble la mano para despedir a los marianistas que están incrustados en la nómina oficial.