Es muy probable que hoy el ex gobernador Mariano González Zarur esté más que arrepentido de haber impulsado la carrera meteórica de Marco Antonio Mena Rodríguez, ya que nadie puede negar que el nuevo mandatario está más que interesado en evidenciar a su antecesor como un intolerante, peleonero e irrespetuoso para acatar la ley.

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Los movimientos quirúrgicos que llevaba a cabo el gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez para lograr una ruptura tersa con el ex mandatario Mariano González Zarur al parecer no estaban tendiendo los efectos esperados, por lo que antes de dar a conocer nuevos nombramientos en su gabinete utilizó el tema de la ortinotarios para confirmar que él es el hombre del poder y de las decisiones en Tlaxcala.

La primera señal de distanciamiento entre Mena y González se dio el pasado 30 de diciembre, cuando el nuevo mandatario dio a conocer los primeros nombramientos de funcionarios que lo acompañarían en su administración, acción que molestó al aún hacendado gobernador no sólo por la inclusión de algunos personajes, sino porque no fue informado de la conferencia de prensa que se convocó para tal fin.

El 1 de enero de este año, Marco Mena dejó en claro que su gobierno y el de Mariano González serían diferentes y que el primero no estaba dispuesto a cargar con los odios de su antecesor, pues en su discurso luego de rendir protesta como gobernador aseguró que Tlaxcala viviría una etapa de civilidad democrática y que dejaría de lado las pugnas de grupos políticos que únicamente han generado odios y fragmentación social.

Las palabras del nuevo gobernador tuvieron varios destinatarios, pero sin duda provocaron un intenso temblor de manos a Mariano González cuando se escuchó que «en las últimas décadas hemos pelado mucho entre nosotros, nos hemos hecho mucho daño por pugnas y agendas de grupos políticos sin foco en la generalidad de la gente, el resultado ha sido una fuerte fragmentación social que ha alimentado conflictos políticos y fricciones innecesarias que no dejan nada bueno, incluso dejaron odios, esas pugnas entre nosotros no nos han hecho bien”.

La ruptura entre Marco Mena y Mariano González es real y no tuvo que pasar un año y ocho meses para que se hiciera evidente. El mandatario quizá se muestra en exceso precavido y por eso su gobierno no termina por arrancar, pero es obvio que esa actitud está siendo mal interpretada por los marianistas que aún sobreviven en la administación estatal para cuestionar el estilo del nuevo jefe.

Está claro que ayer los medios de comunicación le dieron el pretexto ideal a Marco Antonio Mena para reafirmar su distanciamiento con su inventor político, pues no dudo ni un segundo en mostrarse respetuoso de la ley y evidenciar que González Zarur era un soberbio que evitaba acatar fallos legales.

Ayer se conoció que en breve la nueva administración estatal devolverá las 16 patentes de notarios que el ex gobernador intentó cancelar con la complicidad de algunos magistrados del Poder Judicial de la Federación.

Como se sabe, hace unos días el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Sexto Circuito ordenó al gobierno de estado reintegrar en sus funciones a los ortinotarios que enfrentaron la furia de Mariano González, luego de litigar por varios años el caso que se inició en septiembre del 2012.

Al ser cuestionado sobre el tema, Mena Rodríguez precisó: “La Ley y las resoluciones de carácter legal son para cumplirse no para comentarse, a algunas personas les puede agradar, a otras no, pero la Ley tiene que cumplirse y en mi Gobierno vamos a hacer todo lo que en términos de cumplimiento y acatamiento de la Ley se tenga que hacer. No discutirla, no editorializarla, no comentarla, eso no corresponde a ningún Gobierno ni a ningún actor una vez que haya una resolución de carácter judicial”.

Está de más decir a qué personas les agradó y a qué persona no. Marco Mena se muestra congruente con su discurso pronunciado el 1 de enero y ahora corresponderá a los notarios mostrar una actitud mesurada y no triunfalista, porque si sacan a relucir su petulancia orticista serán severamente criticados.

Sólo fueron necesarios 24 días para que Marco Mena demostrara que es el principal interesado en borrar al marianismo de Tlaxcala.