A los panistas les hace daño el poder. Los corrompe y los hace voraces, insaciables. Hoy les urge regresar a su sitio original: el sótano

Aurora Aguilar Expulsion PAN, Adriana Davila Monopolio, Perdedora, Tlaxcala Online

Helas ahí, en la enésima disputa del Partido Acción Nacional (PAN). Ninguna da tregua a la otra en esta guerra de alfas con ventaja para Adriana Dávila Fernández, en el desplumadero de lo que queda de un albiazul, doce años atrás en la cúspide del poder, y hoy como dice Aurora Aguilar, en el penoso tercer lugar de las preferencias electorales.

La pantomima con la que mantienen ocupados a los militantes tlaxcaltecas destaca el proyecto de Margarita Zavala Calderón.

Se trata de una verdad a medias que vivió sus peores momentos en la elección de junio, cuando la Zavala y su marido intentaron, sin éxito romperá la necedad de Adri para batirse en la guerra electoral con Lorena Cuéllar y con Marco Mena.

La verdad salió bien raspada. Efectivamente, el voto ciudadano hacia el PAN disminuyó en más de 80 mil sufragios, suficientes para hacer de este partido una opción a la deriva, acaso aprovechada por el gran ganón de dicho proceso electoral, verbigracia el señor manchis… el mismo que hoy no sabe qué hacer con la violencia desbordada en su estado.

Digamos que la bronca actualizada de Adriana y Aurora es ver quién tiene más saliva para tragar más del pinole de las candidaturas para 2017 y 2018. La primera no ha soltado ni un centímetro a su mayordomo Carlos Carreón Mejía. Con ese tipo de portero está difícil entrar al edificio de Independencia, recuerdo de un Héctor Ortiz que en la etapa complementaria de su sexenio optó por dar a los panistas una sede medianamente digna.

Entonces la segunda se adhirió al proyecto del gobernador poblano, Rafael Moreno Valle. Y si algo consiguió fue robustecer el apoyo de aquél a la causa de la perredista Lorena Cuéllar.

Y las dos perdieron.

Adriana, se fue al sótano. Aurora se volvió a topar con el gran chapucero Mariano. Y a las dos les hizo de chivo los tamales.

Bueno, queda la duda respecto a Adri, porque con el tiempo aprendió a no desgastarse inútilmente cuando hay un buen bisne… nada más hay que ver cómo en junio prefirió a su paisano manchis que a Felipe y a Margarita, a quienes todo les debe en su meteórica y negativa carrera política.

Dice Aurora que son 119 los anotados en la lista maldita.

Si los corren, añade, desmantelan al partido.

De este lado se han formado Adri y Adolfo Escobar. Y de aquél, los apestados lo primero que van a demandar es la intervención del Comité Ejecutivo Nacional.

Van a sacar de su concentración al güero pelón Ricardo Anaya, entregado a la actuación de líder nacional y al mismo tiempo haciendo los mejores planes con sus cuadernos de la talla de Luis Videgaray (sí hombre, lo sacaron de Hacienda, pero sigue operando la alianza PRIAN).

¿Qué significa eso, acaso los panistas tlaxcaltecas van a dirimir solitos sus pugnas, y así como quien se tira un gas van a deshacerse de los 119 señalados con el índice de fuego, nomás porque se pusieron a las órdenes de Moreno Valle?

Escenario A: Viene Anaya y llama al diálogo a las rijosas. Las obliga a hacer un reparto equitativo con las candidaturas y demuestra así su liderazgo.

Escenario B: El güero no las pela y las deja que sigan despedazando al PAN tlaxcalteca. Viene la próxima elección y se van al cuarto lugar, es más, enfrentan serios problemas de perder el registro como partido político debido a la bajísima votación alcanzada.

Escenario C: La militancia tlaxcalteca organiza un referéndum para saber, neta, cuántos votos tiene cada uno de esos que se dicen muy fregones. Con base en los resultados otorgan las candidaturas.

A los panistas les hizo mal el poder. Siempre fueron una representación muy mediocre, hasta que hicieron equipo con Ortiz y se volvieron gobierno. En ese trecho se hicieron alcohólicos, corruptos, mentirosos y peleoneros.

El tiempo los ha dejado solos, y con esta división están a punto de retornar a su mismo sitio original: el sótano.

Las marchas y su poca convocatoria

Bueno, no se trata de masificar nuestra vergüenza en seguridad. Los pocos que marcharon sábado y domingo, digamos que son aquellos muy enojados porque las autoridades estaban paralizadas ante la ola de levantones.

Va para dos semanas que la señora de Apizaco y su hijo no aparecen. Ojalá estén sanos y salvos. Ojalá regresen a su casa y todo sea como antes.

Ojalá el Ejército no nos deje a la deriva, como en muchas cosas estamos con un gobernador haragán, quien sueña en ya dejar esta pesadilla.

Es lógico que la reacción de la gente al ver los convoyes de federales y estatales (en condición de patas de perro) alivianó a las familias.

Esto tenía que haberse hecho mucho antes de la llegada de los muy limitados integrantes de la Gendarmería. Como dicen sus boletines informativos, se encuentran en una etapa de socialización, por ejemplo ayudando a los automovilistas cuyas unidades quedan varadas por alguna descompostura en las carreteras.

Oigan, para eso existen los ángeles verdes.