Dirigente asido al partido ganador afirma, como la hormiga… estamos arando, levanta la mano de los ganadores y hoy, se forma en la fila de los aspirantes.

Entre los nombres de panistas que por lo menos causan sobresalto, en el listado de aspirantes a diputados locales se encuentra el de Alberto Jiménez Tecpa, el líder albiazul de la administración al estilo La Ley de Herodes.

Como premio por una lealtad de último momento, que no solo raya en rastrerismo, sino exhibe hasta donde pueden el silencio y el bajo perfil, ser factores de ganancia exponencial en la incomprensible práctica de utilizar la ineficacia, ha de dirigir el veterinario de oficio los pasos hacia Allende 31 en el Centro Histórico.

A cada quien le toca un papel en esta obra teatral, mas a los extras con semejante falta de oficio habría que meterlos en una dinámica excluyente por necesidad, porque al aguantar vara y avanzar en la impunidad, demuestran que la ley pasaría de noche con un alguien cuya circunstancia ha sido harto suertuda, pero la eficiencia, sencillamente no existió.

Y conste que en el tapete nacional se le ve como el gran dirigente estatal gracias a cuyos buenos oficios su partido ha sido capaz de arrasar en procesos como el vivido el pasado mes de julio, cuando el verdadero estorbo del activismo se permitió levantar la mano de los ganadores emulando al vivaz insecto aquél sobre el hombro del campesino, al cual con bastante garbo admiraba su labor conjunta en el arado de la tierra.

No quisiera ver en la Legislatura por venir más casos de diputados inerciales que, como el ex alcalde de Tetla sirven para estorbar y como el sedicente priísta Aristeo Calva, para exhibir la grotesca abyección de llamarse políticos a sí, con la ligereza de aquél que busca en el servicio público el escritorio con los cajones amplios para atiborrarlos de dinero mal habido.

Debiera la democracia ser a estas alturas verdadero concepto esperanzador y no la arcilla para hacer con ella las figuras menos agraciadas.

Por eso insisto en que las cuentas en el PAN son condición infranqueable con la que debe cumplir ese que, ahora ya forma en la fila de quienes se creen merecedores de premios por los servicios prestados a la causa.

Hoy, que voluntades frescas como la de Mariana Gómez del Campo, han llegado a Tlaxcala para sancionar la simulación de quienes en el nombre del PAN ganan, pero no elecciones sino indulgencias en metálico y hasta se avientan la puntada de decirse amigas personales del Presidente con la creencia de que la mentira es perenne, esa sanción evocada no debería aguardar para mejores momentos.

Veo en individuos como Damián Mendoza Ordoñez, la posibilidad de meterle sangre nueva a este asunto de un partido urgido de activistas y no de vivales, pues la tienen difícil si en la pasividad de Jiménez Tecpa, ven un sino de triunfo real y no solo de préstamo incondicional de la sigla como un acto que a don Manuel Gómez Morín le habría causado el quebranto espiritual que nadie desea a los verdaderos contrapesos del poder.