Parece que al mandatario le ha quedado claro que desconocer los acuerdos con Manlio Fabio Beltrones le puede resultar muy perjudicial, nada más que hagan diputado a su hijo

(etlaxcala) Caricatura Manlio Fabio Beltrones, Mariano Gonzalez Zarur, Tlaxcala Online

Nos comentan que si Mariano, de algo está consciente, es de lo estéril que le resultará un eventual enfrentamiento con Manlio Fabio Beltrones. Sabe que el sonorense es un hueso duro de roer, sobre todo en estos momentos, en que tiene clara la instrucción de dar la batalla en cada plaza.

El de Tlaxcala ya llamó la atención, tanto de los altos mandos del PRI, como de los propios Pinos. Lo tienen monitoreado, y se suponía que disciplinado. Mas nunca falta el negro en el arroz.

Ricardo García Portilla, simulaba haberse separado de la diputación federal para poder inscribirse en el registro que culminará con la convención de delegados, en enero. No era cierto.

Pero así llegó al salón gobernadores del CEN del PRI en Insurgentes, adonde por cierto también llegaron los diputados, Anabell Alvarado (federal) y Marco Antonio Mena (local).

Y les fue leída la cartilla.

En aras de la unidad, quedaron conscientes vía el líder nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones Rivera que, nada para nadie. En el fondo, conocían la verdad: nada que huela a Mariano es bien visto. Le aplicaron la cláusula de exclusión.

Le debe quedar claro. En tiempos de Peña Nieto, una de las reglas es que gobernador no pone gobernador.

Lo raro es que García Portilla anunció su separación de San Lázaro, como no había sucedido.

Pero lo hizo después de la cumbre en el CEN. Desconoció el acuerdo con Manlio.

Y aquí convendría saber si lo hizo a motu proprio, o medió la influencia de Mariano. En el primer caso, Ricardo va a tener problemas. Si algo molesta al de Sonora es que se quieran pasar de listos con él.

Pero si lo hizo bajo la instrucción de su jefe Mariano, ello significa que el hacendado pasó por su arco del triunfo el acuerdo de unidad pactado en el CEN (que en realidad fue una sutil forma de comunicarle su exclusión).

La reacción del CEN fue contundente. Una equivocación más de Mariano y eso le costará al PRI la gubernatura en 2016, ante candidatas tan fuertes como Adriana Dávila, Lorena Cuéllar o Martha Palafox.

En medio de esa presión afloraría la reacción mariana. Le ha quedado claro que su sucesión salió de su control… si le permitieran dejar con fuero a su hijo Marianito, tal vez no volvería a desafiar al sistema (a su sistema).

El rollizo y casandero novillero –por cierto muy visto en las Vegas por el pull del Cisen– desea ser legislador local por el distrito correspondiente a Apizaco. Y la piensa buscar de mayoría.

¿Serán tan modestas sus pretensiones?

Al menos tendrá el fuero constitucional para permitir el año y ocho meses para dormir tranquilo. Pasado ese lapso, pues ya veremos.

Dosis de su propio chocolate

Ahí tienen ustedes a un Mariano excluido de las maniobras de su partido.

Y le ha de doler porque, su encomienda de dividir a la oposición vaya si rindió resultados. No hubo proyecto o partido al cual no le metiese la mano. Así que en el exceso de candidatos radica la fortaleza del PRI.

Iba bien. Mas permisivo y pusilánime en los hechos, Mariano ha dado demasiadas libertades, por un lado al cuestionado doctor Ricardo García Portilla, y por el otro a su propio junior, portento de indisciplina y de darle gusto al cuerpo.

La alianza que no se dio

Hay que ser muy serios para advertir la causa por la cual la alianza PAN-PRD no fue posible en Tlaxcala.

En cada bando, políticas de peso completo impidieron acuerdo alguno.

En plazas como Puebla, sí fue posible. Pero porque Rafael Moreno Valle las unificó. No tenía un gallo con un respaldo como el de él. En Oaxaca también pasó con Gabino Cué.

Pero aquí, si una cedía, automáticamente pierde a sus seguidores. Y con tantas opciones, el que los votantes se sientan traicionados basta para llevar votos al lugar menos imaginado.

Le pasó a Adriana en 2010, cuando de último momento intentó cachar unas cuantas voluntades en la nómina de Minerva Hernández.

Pero la Dávila aprendió de esos errores y no está dispuesta a repetirlos. De hecho, negar alianza alguna con el desprestigiado PRD genera bonos a la de Apizaco. Hasta le pega al pragmatismo que busca el poder por el poder, haciendo a un lado la esencia racional que justifica a un partido político.

Cuando cuesta una ofensa en Tlaxcala

Mire lo que pasó en Atlahapa, en el restaurante. El protagonista de la mesa más ruidosa era encabezado por el alcalde panista Adolfo Escobar Jardínez.

En eso, llega el presidente de esa comunidad, y muy atento pregunta a Adolfo: ¿Cuánto vale ofender en Tlaxcala a una autoridad?

Y Adolfo, práctico como es le puso una tarifa de mil 500 pesos.

¿A sí, mil 500?, le preguntó dicho presidente de comunidad… Aquí está esa cifra, cuéntalos, ¿ya?, pues entonces vas y chin… a tu ma…

Conste, el precio lo puso el alcalde.