Operadores de la fundación integral para el desarrollo humano, exhibieron una estrategia para fabricar grupos de votantes, disfrazados de proyectos productivos.

El jurídico de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) sigue la hebra de un fraude con recursos federales, en el que pueden estar involucrados personajes a los que habitualmente se les conocía por intervenir ante instancias superiores para la liberación de importantes apoyos.

En dos de los tres niveles de los que consta un proyecto asignado a una fundación relacionada con las siglas de Integral para el Desarrollo Humano, se liberaron sendas entregas de 1.5 millones de pesos (mdp).

A medias, esta partida fue destinada a la capacitación y formación de grupos (primer nivel), según lo afirman (y están dispuestos a corroborarlo ante las autoridades) decenas de beneficiarios de aquella fundación.

Al segundo nivel, consistente en consolidar a esos grupos y constituirlos en figura legal, también se le asignó 1.5 mdp. Y también se registró la aplicación a medias.

Es decir, los recursos no llegaron completos, a pesar de que su liberación fue completa.

De forma que para el tercer nivel de este mismo proyecto, los grupos a los que se invirtió tal cantidad deberían estar listos para recibir una entrega económica más, pero las luces rojas ya se habían encendido.

Se trata de una estrategia nacional del PAN utilizada para multiplicar grupos de potenciales votantes, a los que se tiene cautivos a través de dinero pulverizado en pequeñas entregas, con el concurso del gobierno federal que, a su vez cuenta con hábiles operadores, con la consigna de acrecentar el universo de incondicionales.

Es una forma de aprovechar la crisis económica para dar migajas a cientos de pobres a cambio de su voto.

Digamos que es una versión re direccionada de las organizaciones no gubernamentales, creadas por cientos en el sexenio de Alfonso Sánchez Anaya y, exterminadas en la actual administración.

Su diseño se acerca a la perfección, pero la voracidad de los operadores de entes como la fundación integral para el desarrollo humano de enlace, colapsó a sus integrantes que por meses habían funcionado como mecanismo de relojero.

En las oficinas centrales de la Sedesol llamó la atención la presión excesiva para liberar ciertos cheques. Y a partir de entonces se conformó una especie de comisión de seguimiento. Así, pudo verse que se trataba de organizaciones fantasma, que el organigrama para manejarlas comenzó a devorarse entre sí y que, a ciertos operadores se les quedaba la parte fuerte de la inversión.

Al ser a fondo perdido, era el fraude perfecto. Tanto, que entre los propios integrantes se dieron cuenta de la facilidad con la que podrían disponer de dinero en cantidades importantes, a costa del presupuesto social del país.

Hoy, se espera que comiencen a rodar cabezas por medio de la investigación ordenada por la Secretaría de Desarrollo Social, tanto en Tlaxcala como en sus oficinas centrales. Varios quedarán a punto de convertirse en ricos y probablemente otros irán a la cárcel.

Lo peor para los inventores de este sistema es que por la voracidad de unos se vino abajo la construcción de robustos grupos de votantes a los que tenían comiendo de su mano utilizando las siglas de Vivir Mejor.