Las bendiciones de monseñor Francisco Moreno Barrón, tienen que ser para todos, no nada más para los panistas. * Un precandidato que se cambia de nombre: Mariano

Si lo ves como panista, el hecho que el gobernador de tu estado regale el edificio donde se instale el partido, es una muestra de la generosidad, agradecimiento y amor de un político hacia el instituto que le abrió las puertas en momentos apremiantes.

Si no lo ves como panista, es menester que se transparente el proceso de construcción, primero porque los ciudadanos merecen saber en qué se invierte su dinero, y segundo, porque ya planean edificar el un auditorio, lo cual me parece espléndido, mientras haga lo mismo con el PRD (el PRI no porque ya tiene su sede en Lira y Ortega 8).

Igualito le pasa al obispo de Tlaxcala, Francisco Moreno Barrón. Ahí va de invitado a rociar agua bendita al PAN, pues ahora tiene que hacer lo mismo en los otros partidos porque si no lo van a señalar de parcial.

Yo creo que al jefe espiritual de Moreno Barrón, poco le interesan los partidos políticos, pues es obligación de él en tanto jerarca de los católicos en Tlaxcala, dar el mismo trato y amor a panistas, perredistas o apolíticos (a los priístas no… vaya a despertar el espíritu de Calles y para qué quieres).

Por eso es tan importante que contemos con leyes actualizadas y efectivas sobre la transparencia y que el papel de los organismos independientes deje de ser lo que le permiten ser y se aplique a fondo en este tema, por ejemplo que, al día de hoy nos ha mostrado a un líder panista que se pasa por el arco del triunfo el qué dirán, cuando se trata de hablar de la procedencia de la marmaja con la que se edificaron las tremendas oficinas donde ya apartó la más bonita, calientita y con vista a la calle.

Creo que no es un pecado mortal que un gobernador decida regalar una casa al partido que lo hizo tal, siempre y cuando no involucre dinero público.

Digo, a estas alturas lo que menos esperamos los tlaxcaltecas es a un gobernador como Emilio González Márquez, de Jalisco,  con su florida defensa a las donaciones millonarias para la construcción de un templo cristero: “Yo tengo poco de gobernador, pero a lo mejor ya se dieron cuenta de que a mí lo que algunos poquitos dicen me vale madre. Así de fácil. Yo sé lo que se tiene que hacer en Jalisco”.

Yo sé que al gobernador Ortiz no debería valerle madre el asunto de explicar a los tlaxcaltecas de dónde provienen los recursos para el nuevo edificio. Entonces que le ordene al gerente del PAN, Alberto Jiménez Tecpa, dar una explicación convincente, pues en caso contrario, será este otro tema que le reclamen.

Conste que ya nadie se acuerda de la irrupción de Rodolfo Ortiz en la sala de sesiones del Congreso. Que nadie consignó su presunto estado con copitas, que se advertía al verle esa extraña sonrisa. Entonces, lo mejor es no generar otros temas que unen a los adversarios y los hacen bailar de gusto con semejantes escándalos.

Lo que sí es de comentarse es el garbo de algunas que, con todo y canastas llegaron relucientes a formar con Cesar Nava, como diciendo, mira, aquí estoy según lo planeado. Nada más hay que ver su expresión cuando el diputado federal advirtió que el PAN no va a meter las manos aquí, pues sabe que el gobernador Héctor Ortiz, es hoy por hoy el único en su partido, capaz de ganar elecciones con avasallantes resultados.

Que lo lleven con el terapeuta

Ya me había enterado del show que monta el ex diputado priísta Mariano González Zarur, cuando se hace el enojado. Hace semanas descargó la rabia de sus sesenta y tantos años sobre la persona de un respetado analista, José Vicente Saiz Tejero, que al ver el ataque de ira de su contraparte, optó por ignorarlo.

A estas alturas, en que el PRI demanda líderes pues, su reposicionamiento es notorio, lo que menos le hace falta son energúmenos como Mariano, a quien sorprende el incontrolable movimiento de su mano derecha y una inacabable lista de ofensas, amenazas, maldiciones y todas esas tragedias que los tricolores creían superadas, cuando tiene frente a sí a alguien al margen de sus simpatías.

Lo expreso con el más absoluto respeto a la institución que es el PRI: qué error tan garrafal cometerían en llevar a una elección constitucional a un sicópata iracundo que, como el pez, por la boca muere, pues es incapaz de contenerse para no caer por el precipicio al que sus propios demonios lo encaminan.

Estoy seguro que es una delicada y peligrosa patología de la conducta. Es el aglutinamiento de frustraciones por haber perdido la elección en 2004, emanando de unasujeto ofensivo delincuencial.