Ojalá su institucionalidad no sea sinónimo de humillación ante un gobernador con conceptos muy personales de la separación de poderes.

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¿Hasta dónde la separación de poderes es en Tlaxcala una realidad? La magistrada Elsa Cordero Martínez, llegó a la presidencia del Tribunal Superior de Justicia (TSJET) en sustitución de un Tito Cervantes, a quien la edad se le vino encima.

Tiene Cordero en sus manos combatir ese engranaje que parte en los despachos de abogados, pasa por los pasillos del Palacio de Justicia y, acaba en los juzgados, siempre con los mismos nombres y siempre con el mecanismo infalible que deja en la calle a quien por desgracia cae en este infierno.

Y no es con elogios a un ejecutivo de facultades mermadas por la misma razón que Tito Cervantes desistió de un puñado de pleitos para prolongar su agonía.

Elsa Cordero llega en un momento en el que no puede postergarse el combate al monumental negocio que se sostiene en dos vertientes: 1. La venta de miedo, y 2. El aliento para atemorizar al oponente.

Si el gobernador Mariano González Zarur, mostró este martes el considerable retraso de Ciudad Judicial, no es lamentando lo desperdigado de jueces y magistrados como va a recuperar la credibilidad, dada la vecindad de sus propiedades con estas instalaciones del Poder Judicial.

De Elsa, dicen sus críticos que tiene un comportamiento institucional.

Bien por ella, mas habrá de devolver la credibilidad a la institución, porque créame, al día de hoy vivimos en un sistema donde a los proxenetas confesos los exoneran y a las víctimas de violación les dan el papel de monstruos que atentan contra la vida de quienes las atacaron.

Toca a ella transitar por este pedregoso y precipitado fin de sexenio. Ojalá acabe con esa imagen que nos dan, de tratantes de personas; de una justicia pronta y expedita para quien cuenta con el recurso que si bien no es nada ante la Ley, sí alcanza para pagar las vidas extremas que se dan jueces y magistrados… no todos, nada más la mayoría.

Los favores del abstencionismo

Solo al sistema autoritario e intolerante que en Tlaxcala debería tener fuertes opositores conviene, el silencio cómplice de un Instituto Nacional Electoral (INE) para estimular el ejercicio del sufragio.

Se limita a la tibia campaña con actores de malos a pésimos que dejan en las mismas a los electores.

Y estamos a escasos tres meses de la elección intermedia.

A ver, qué tan efectiva ha sido dicha campaña para enterar a la raza que los comicios serán en junio y no en julio, como originalmente estaban agendadas.

Cuando nos enteramos de la sensible baja en la popularidad del partido tricolor, diez puntos según El Universal, y luego atestiguamos este mutismo institucional, no nos queda más que hacer una respetuosa protesta al INE para que se ponga las pilas porque no está haciendo bien su trabajo.

No son los únicos culpables.

A la oposición le ha tocado poner de su parte, exhibiendo sus profundos odios entre los mismos miembros, lo cual distrae la que debería ser una atención permanente a actitudes como esta, del INE y su extraña discreción ante un partido y sus nada agradables militantes que, créame están haciendo de las suyas.

¿Efectivas las clausuras?

Otro de los negocios que basa su éxito en la venta de miedo es, en este sexenio de Peña, la sobreactuada atención a los temas de ecología.

Hace decenios, por lo menos tres, se ha insistido en las graves consecuencias de los contaminantes vertidos impunemente al caudal del río Atoyac-Zahuapan, pero hasta hoy se dieron siete clausuras de empresas a cuyos propietarios únicamente les interesa producir, aunque maten al río y también a incontables personas, víctimas de sus desechos.

Oigan, desde el uso de piedra pómez atestada de peligrosos químicos en el proceso de teñido de la mezclilla, para emparejar caminos completos hasta la apertura de compuertas de las plantas de tratamiento, en su mayoría ineficientes e irregulares para que pasen esos millones de litros de contaminantes.

Aquí es donde el presidente de la Conago, para beneplácito nuestro el señor gobernador de Tlaxcala, no tiene más que analizar sesudamente la problemática.

No es cerrando empresas como saldrá adelante. Pero si los empresarios carecen de los servicios que son responsabilidad de los gobiernos federal y estatal, ¿qué hacen?… sencillo, disponen de unos billetes, sobornan a delegados y directores, y siguen con su producción.

Cualquiera lo haría.

Pero como hoy tenemos a un líder de los gobernadores que, impulsa el trabajo coordinado entre federación y estados, nos daremos cuenta que su relación con la Profepa tiene que superar la etapa de odios, surgidos durante las chuecuras con las que se inició Ciudad Judicial y Ciudad de la Salud.

Los señores procurador del Medio Ambiente, Guillermo Haro, y presidente de la Conago, Mariano González Zarur, deben dejar sus odios étnicos para mejores momentos. Su responsabilidad es muy alta y no pueden ser tan despreciables como hasta hoy ya sido su comportamiento.

Que lo analicen a fondo y que solucionen el problema de la contaminación del Atoyac-Zahuapan.

Por eso les pagamos.