Pasó del crítico que dejaba plantados a delegados como la de Comunicaciones y Transportes, a fiel promotor del gobierno federal y sus reformas estructurales.

Presidente Enrique Penia Nieto, Mariano Gonzalez Zarur, Conago, Tlaxcala Online

Entre el Mariano crítico e intolerante de los delegados del Gobierno Federal y el de ayer, apostando por un, “federalismo renovado”, hay como diez cintas de Cantinflas y toda la serie televisiva de Chespirito, con la presencia de la Chimoltrufia.

Ayer los detestaba, hoy los abraza.

Es el hombre y una circunstancia que ha visto en su ineficiencia un mecanismo para afianzar el control absoluto de un sistema temeroso por la imparable inconformidad social.

Hoy a Mariano le ha tocado desempeñar el papel de marioneta, en un teatro tan de alto nivel que no puede cometer el mínimo error… algún marianismo de su cosecha, esas expresiones que han transitado del lobo estepario al gober de lento aprendizaje, pasando por el renegado, sin mamá, papá o partido.

“El trabajo conjunto entre los gobiernos federal y estatales es crucial para fortalecer el ritmo del país rumbo al nuevo rol internacional que tendrá México”, destaca la información oficial que narra el momento mariano de recibir la estafeta en el sindicato de gobernadores.

Al presidente Peña Nieto le hacía falta un sujeto que aparentara carácter, pero lo suficientemente derrotado y maleable, para hacer de él un ícono del Gobierno Federal, llevando mensajes, advertencias y lisonjas a los mandatarios estatales, en un momento crucial para difundir intensamente las reformas estructurales, cuyo anunciado éxito no llega.

Y Mariano en sus cuatro años de pleitos y magro avance, de alejamiento de su partido por la imposición de candidatos impopulares, de recular en la promoción de su retoño porque resultó un despropósito, necesitaba reinventarse para evitar esta dolorosa agonía.

El Ejecutivo Federal leyó la cartilla al emocionado mandatario tlaxcalteca: “Considero que su conducción nos permitirá hacer un trabajo conjunto a favor de los mexicanos”.

“Su conducción nos permitirá”… se supone que la Conago integra los legítimos intereses de los gobernadores, para procesar temas democráticamente y buscarles solución, no asumirse como una ínsula más de Presidencia para ponderar sus reformas.

Si Peña fue capaz de someter a los representantes de la Derecha (PAN) y la Izquierda (PRD) mediante su Pacto por México, ahora somete a los gobernadores con una Conago a modo, más para aplaudir los resultados del pactismo que para buscar el bienestar de los estados.

Para muestra, el botón registrado ayer en la intervención de nuestro gobernador: se han alcanzado importantes acuerdos que fortalecieron el federalismo, la democracia y el desarrollo económico y social de las entidades federativas”.

Hoy, el que gobierna Tlaxcala le apuesta a la diversidad de pensamiento, “la pluralidad de la Conago se fortalece con la suma de esfuerzos, la coincidencia de propósitos y la unión de voluntades para cumplir el compromiso con todos los mexicanos”.

Adiós al espíritu crítico de la Conago. A la capacidad de disentir, como en su momento lo hizo el tlaxcalteca Alfonso Sánchez Anaya ante un presidente, Ernesto Zedillo, sensible ante los llamados del entonces líder de los gobernadores a conformar una especie de conciencia entre estados para evaluar los avances del país y buscarles solución.

La respuesta de Zedillo ante la entonces Anago, fue sugerir a Sánchez Anaya regresar a la Academia para lograr los propósitos planteados. Aunque el debate constó entonces de una propuesta atrevida y una respuesta intolerante, se dio el intercambio de ideas.

Hoy en cambio, es línea pura tirada desde Los Pinos.

Fue un acto al puro estilo de Presidencia… rollo y Ejército… así nos gobiernan. Es la esencia que movió a Alejandro González Iñárritu a usar el foro de los óscares para protestar por este acuartelamiento de facto.

Y no estaba lejos de la realidad.

Hay pruebas que señalan un blindaje de las fuerzas armadas, incluso considerando a militares jubilados o retirados para regresar a lo que se avecina como un complejo lapso en el que el PRI piensa recurrir a todo antes que le ocurra lo que en 2000 le pasó con Vicente Fox.