Se repuso del veto tras su gris actuación en la Juta de Coordinación del Legislativo, y hoy aprovecha se dirigente para negar los trapos sucios que le están sacando.

Marco Antonio Mena Rodriguez 1, Gabriela del Razo Becerra, PRI, Ganan Promoviendo Obras Mariano Gonzalez, Tlaxcala Online

No es temperamento lo que Mariano ha buscado en la dirigencia estatal del PRI.

Dispuso a sus anchas del partido. Así es él… muy intenso. Y ha preferido dirigentes moldeables, agachones o con una buena nuca, para su ración diaria de zapes.

Puso por ejemplo, a Ricardo García Portilla, pero no a Maricela Cuapio. Será porque a uno le interesaba sacarse la foto cargando a su hijito, y a la otra, fajar sus faldas para hacer de las suyas.

Por no dejar, colocó a Oscar Amador. Lo mismo lo habría nombrado chofer o niñero, pero en el partido estaba el hueco y con algo habría que llenarlo. Lo que fuera.

Esta vez, levantó el veto a Marquito Mena. Le perdonó su parálisis en la Junta de Coordinación del Congreso y lo volvió a poner en el escenario.

Mucho, mucho, no espera de él… pero, ¿a quién más?

Y él, dejó atrás la depresión de aquél veto y aprovechó la posición para hacerla de jamón a sus detractores por considerarlo un líder sin gracia. Sabe que echó al caño un año de carrera. Que hasta su protector llegó a considerarlo candidateable.

Pero en poco tiempo se acostumbró a la buena vida… de los choferes y los secretarios, y las comilonas y las interminables parrandas.

Hoy, en el PRI, tiene un discurso en dos direcciones.

  1. Rechaza que haya sido un inútil al frente del máximo órgano de gobierno del Poder Legislativo en el ejercicio que le tocó. Lejos de aceptar que a la voz de, ¡arriba el PRI! formó un cerro de pendientes, a los que hoy otros tienen que sacar.
  2. Y pues ya instalado en el despacho grandecito de Lira y Ortega 8, no le quedó más que mimetizarse con el discurso al estilo Cesar Camacho (puro bla-bla-blá y nada en concreto).

2010, ya venía tronado

Hay que reconocer enormes méritos a una militancia tricolor leal a su partido a pesar de los marianazos padecidos desde 2010.

Era oposición, primero al PRD de la casta divina de Sánchez Anaya, y luego al PAN de Héctor Ortiz.

O sea, parafraseando a los chavos, estaba… pelas.

Llega Mariano y las cosas cambian. De oposición a PRD y PAN, decantó en su propio enemigo. Incumplió compromisos –es que necesitaba ser populista nomás para ganar- y prefirió a grupos ajenos al tricolor, incluso foráneos, que se han dedicado a saquear a Tlaxcala y a llevarse el dinero a otros lados.

¿Cómo dirigir a un partido político en esas condiciones?

Pues así… colocando híbridos en la dirigencia. ¿Quién no recuerda a un tal González Sarmiento, malito como dirigente y peor como líder?

Llega Marquito bastante desgastado, y las esperanzas para el PRI son bien escasas.

Eso sí, muy dispuesto a ganar elecciones, presumiendo la obra de su patrón.

¿Cuál?

El mutismo de Licha

La procuradora se dijo, en boca cerrada no entran moscas, y soportó estoica  la metralla de la defensa de El Lobo, quien la acusa de tortura y de ilegalidad en su aprehensión, porque, “se condujo como un excelente servidor público”.

¿Por qué Fragoso Sánchez  no ha dado la cara ante semejantes imputaciones?

  1. ¿Podría ser parte de un plan orquestado para liberar a Lobo y secuaces, más o menos como se esfumó Orlando May?
  2. ¿Sabe de las inconsistencias en el proceso y ha prendido varias veladoras a San Judas, para que le mande la luz y un juez no la truene?

Respecto al expediente de Lobo, bien sano sería que la señora Fragoso pidiera información en las anteriores chambas del buenazo acusado de secuestro. Y que ponga a trabajar a sus brillantes argumentistas para evitar que echen cubeta con sus actuaciones.

El mutismo de Napo

Encargado de despedir a Orlando May, el secretario de Gobierno, Ernesto Ordóñez Bonaparte, debiera dar un informe completo sobre la delicada situación que guarda el ámbito de la seguridad pública en Tlaxcala.

Filtraron que 72 acreditables podrían ser procesados por nexos con Lobo o con conductas sospechosas. De ello, el señor Napo Ordoñez no ha dicho esta boca es mía.

¿Acaso porque las horas del día no le rinden, ya que debe atender asuntos propios de su coordinación distrital en la tercera demarcación, como quien dice, haciendo la tarea a un tal Ritchie?

Lo que no baja la percepción de temor social hacia unos policías, ¡acreditables!, que nos han salido bastante defectuosos.