Ni hubo consensos, como tampoco la iniciativa por encontrarlos, sencillamente hacían falta los dos lugares hoy vacantes en el Tribunal Superior de Justicia.

Caricatura 1, Tito Cervantes, Jeronimo Popocatl, Magistrados No Ratificados, Tribunal Superior Justicia Tlaxcala Online (Comprimido)

Es magra para el interés mariano en el ocaso, la utilidad de los magistrados Tito Cervantes y Jerónimo Popocatl, y sí en cambio necesarios los huecos que han de dejar, para colocar en ellos a juzgadores afines, para enfrentar desaires que se pudieran avecinar.

Creo que ni el PRI se empleó a fondo en el Congreso, para defender la edad sobrepasada de ambos, como tampoco fue grato a esa bancada advertir el pragmatismo de los senectos, siempre procurándose las rebanadas más generosas del pastel presupuestal del Judicial.

Y en el dictamen, la longevidad de los juristas uniformó criterios: su no ratificación.

Por tanto esa élite se ha privado de dos sin pena ni gloria.

El más preocupado por la situación del Judicial es, controvertidamente Mariano. Y las dos vacantes le vienen como anillo al dedo. Son valiosas para actualizar su lista de togas incondicionales que alargarán su influencia aun después de dejar el Palacio.

En cambio

La misma mala suerte no corrieron Mario Antonio de Jesús Jiménez Martínez y Elsa Cordero Martínez, y aunque el plan era ratificar a los cuatro magistrados de plazo cumplido, no hubo consensos pero tampoco la búsqueda obsesiva de ellos como ocurre cuando los temas son de interés superior.

El cuarto informe

¿Histórica la inversión en el rubro educativo?

Así lo pregona la campaña del cuarto informe de gobierno. ¿Cuánto costaría cada manchigreca?, fue lo que abundó. ¿El sector salud, extraordinario y de avanzada? Por lo menos nos dimos el lujo de adquirir los equipos más caros, y de inscribir en piedra maciza, desde sobreprecios hasta comisiones.

Lo menos que esperamos es la comparecencia del ejecutivo ante los diputados en el Palacio Legislativo.

Un besamanos más, con lista restringida de invitados y edecanes que activan el aplausómetro, es parte del boyante autoritarismo que ha podido florecer en el sexenio de Peña, el que deja hacer y deja pasar (y ni siquiera advierte el enfado social como bola de nieve que crece y crece).

Si informáramos lo que hemos gastado en hacer actos popof, sin contenido pero con recompensa a priístas y opositores, ahí sí alcanzaríamos cifras extraordinarias en materia presupuestal.

El asunto es que al pueblo, eso no le sirve.

La reacción por los matones

No hay impunidad, dijo un sereno Mariano –hoy no nos regañó- a los medios, interesados en conocer su postura respecto a la balacera que involucró a su guardia personal, que privó de la vida a un hombre, y que tiene grave a su hermano.

Fallaron… son humanos. También lo dijo. Y pidió dirigir la mirada a las familiasde los hoy consignados, desechas por el error.

Hay una pequeña diferencia. Una familia ha sepultado a uno de sus miembros. Las otras tienen presos a dos de sus miembros que, ¿humanamente detonaron sus armas contra otros que iban desarmados?

En una entrevista de Reforma, el hermano que salvó la vida en el incidente describió lacónicamente lo ocurrido: “Fue solo prepotencia, de decir estoy armado y soy escolta del Gobernador”.

En Belén, añadió el testigo presencial y a la vez víctima, encontraron un auto obstruyendo el paso, le pitaron, y con ello desencadenaron el infierno.

«El policía estaba solo y a mitad de la calle, mi hermano (Sandro) le estaba silbando para que se arrimara, no quiso arrimarse, se baja del carro y le empieza a decir cosas, bajamos del otro carro e inmediatamente saca la pistola y nos apunta”.

Eso no es un error humano.

Es arrogancia vil. Odio desbordado con escalofriante ventaja de las armas.

¿Por qué iban armados si estaban francos?

¿Quién los supervisa?

No fue un error humano. Es una infamia a la que trata restarse interés.

Cualquiera encuentra un auto obstruyendo el camino. ¿Está prohibido pedir que lo liberen?

¿Cuántas veces hemos estado en peligro, peatones, automovilistas?

Al menos aquí actúa bajo el riesgo de perder la vida aquél que ejerza su derecho de libre tránsito.