De cómo la alcaldesa de Yauhquemecan perdió el sueño porque en lugar de invertir en armamento y comunicación, gasta en una tremenda Lincoln para viajar como potentada.


Lo importante en la lucha contra el crimen organizado no es negar si se trata de zetas o miembros de La Familia Michoacana, sino aceptar que el ir tomando en serio eso de que somos el estado más seguro del país es una premisa anacrónica.

Una leyenda en uno de los accesos a nuestra entidad reza más o menos así: “Déjate consentir, estás seguro, aquí es Tlaxcala”.

Eso ya no es creíble. Suena hasta ofensivo.

Podríamos cambiarla por otra que dijese: “Hacemos todo lo que podemos por combatir al crimen”.

Pero el que contemos con funcionarios dedicados a negar sistemáticamente nuestra realidad es grotesco. Somos malos administradores, eso sí es cierto.

Abordemos el tema de la dolorosa baja de un policía registrada en el municipio de Yauhquemecan. Fidel era su nombre. Lo lloran su pequeña hija y su desconsolada esposa.

Si Fidel hubiese contado con un efectivo sistema de comunicación no se habría atravesado en el camino de estos diez presuntos zetas que, al verlo lo acribillaron.

Pero Fidel iba a encontrarse con su destino.

Muchos en Yauhquemecan condenaron la necedad de una presidenta municipal por conservar una ostentosa unidad para transportarse. Hoy vemos que el costo de esa camioneta es demasiado elevado, porque aunque suene a condena extemporánea, lo invertido en adquirirla pudo haberse usado para comprar más armamento.

Pero a la panista Patricia Sánchez Chamorro, no hubo fuerza que la convenciera de bajarse de su Lincoln blanca, tal vez porque pensó que la oportunidad para viajar con semejante lujo nada más dura los años que esta permanezca en el poder.

Eso que le pasó a la señora Patricia es la pesadilla de cualquier alcalde. Ser pillado en posesión de un juguete caro, cuando el costo tan alto para tenerlo pudo usarse de mejor manera.

Pero no todos pensamos igual. Ya ves, unas prefieren invertirle al votox y al colágeno a cuenta del erario; a la lipo y a los baños con leche de burra, a los inútiles y contranatura tratamientos faciales que a las morenas las hacen güeras y a las güeras sin chiste las hacen cachondas.

Unas, andan felices en su Lincoln, otros, como el gobernador Ortiz, prefiere invertirle a un nuevo helicóptero, pero en la cúspide de lo inexplicable, Calderón contrata a la empresa más cara del mundo para iluminar con pirotecnia el Bicentenario, al tiempo de enjaretarnos un dos por ciento para que todos pongamos nuestro grano de arena en la salvación del país.

Aunque haya funcionarios con sueldos ofensivos.

Creo que ya tuvimos nuestra oportunidad de sentirnos ricos. Desde la más modesta alcaldesa que se trepa a su Lincoln hasta el más aparatoso funcionario que le invierte, ahí unos centavos a ATAH (nada más veinte Volvos) (Ah, Cánovas también se hizo cirugía, aunque guapo, guapo no es).

Le deben una explicación al pueblo, que todo lo aguanta.

Si la Sánchez Chamorro tiene así de conciencia la veremos vendiendo su juguetote para invertir esa lana en más y mejor armamento. Que deje el valemadrismo moral y político, que abandone los sueños de una promisoria carrera en la grilla y le apueste, por lo menos una vez en su vida a la búsqueda de la enmienda con aquellos que la eligieron alcaldesa.

Estaremos muy pendientes de ver su comportamiento. Contaremos los días para ver si es tan insensible de seguir con los mullidos asientos de su casi avión rodante o recupera un poco de credibilidad.

Hay una familia en situación de tragedia. Hay muchos policías en riesgo y, hay una presidenta municipal que puede accionar un cambio en su ridícula necedad.