Con una complejidad que no soportó el escrutinio, ni de medios ni de autoridades federales, fue tramada la construcción de una gran obra, con las peores intenciones.

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El empresario de los bienes raíces con ambiciosa visión en la zona donde se erige Ciudad Judicial, resultó también tener un empleo, como gobernador en el estado de Tlaxcala, según información del periódico Reforma: “aseguró la plusvalía de una de sus propiedades con la construcción de la Ciudad Judicial en Apizaco”.

Tal vez por esta causa, dicen que en el Consejo de la Judicatura –donde se origina el financiamiento para dicha obra- de plano congelaron ese presupuesto –otra versión habla de suspensión.

Una u otra cosa son graves, sobre todo después de un presunto incidente registrado en la misma Semarnat, donde el secretario, Juan José Guerra Abud, habría rechazado los airados reclamos de un mandatario tlaxcalteca, angustiado por el destino que la vida dio al multicitado proyecto de Ciudad Judicial.

Recordemos que la Semarnat es cabeza de sector, y que una orden del mexiquense Guerra Abud -100 por ciento peñista- sería suficiente para neutralizar el impacto de la Procuraduría Federal de Protección al Medio Ambiente (Profepa). Pero a fuerza ni los zapatos entran.

Otros detalles publicados por Reforma señalan que fue en agosto de 2012 cuando el gobernador tlaxcalteca anunció la primera ciudad judicial de Tlaxcala. Un año después, añade el rotarivo, el priista pagó 11.4 millones de pesos para expropiar dos terrenos en Santa Anita Huiloac, de donde es originario, los cuales colindan con un inmueble de su propiedad.

“El argumento de la expropiación fue la creación de una reserva territorial para construir oficinas que brinden servicios públicos a nivel federal o estatal, de acuerdo con el expediente 01/2013”.

¿Dónde está el negocio?

Reforma también explica que se trata de dos fracciones del predio El Cristo, que abarcan en total 76 mil 130.19 metros cuadrados. La primera colinda con la propiedad de Mariano González Zarur.

Con las mamás trabajadoras

Esta vez no hubo los agrios comentarios… “no tengo madre ni partido”, y sí en cambio una enérgica defensa a la conducta del secretario de obras, Roberto Romano Montealegre, cuyo trabajo en la Secoduvi, según González, licita en forma abierta y asigna, yo no sé a quién, dijo el mandatario.

Licitar y asignar son dos acciones consistentemente distintas. La primera privilegia el concurso mientras que la otra faculta al titular a escribir una palomita en los proyectos que más convengan a los intereses del estado.

Usar los dos verbos en el mismo enunciado muestra un lenguaje demasiado básico, o muy amañado, según lo queramos ver, y según el impacto en los constructores.

Y por eso tampoco es agradable escuchar a un jefe del ejecutivo tlaxcalteca descargando su ira en contra del presidente de la Cámara de la Industria de la Construcción, cuyos críticos argumentos a la ausencia de un comité de obras y otros instrumentos garantes de la legalidad en la Secoduvi, merecieron un palo, señalándolo como deseoso que le den obritas en el gobierno, aunque condenado a no tener una sola, pues es ilegal andar ahí de boca floja, “en las cámaras”, sin haberse salido de su empresa.

Respetuoso con los medios

A lo mejor ese sentimiento lo llevó ayer a expresar la frase de la semana… “yo no me meto con los medios, pero estos que no se metan en el gobierno”.

Si la expresión la miramos por el lado legal, efectivamente nada tendría que hacer un reportero en los asuntos y negocios concernientes a la administración estatal.

Pero qué tal cuando la conducta de algún servidor público, exhibida en los medios permite al reportero tener un papel protagónico en las decisiones del gobierno.

Ningún periodista tiene licencia para mandar. Para eso le pagan a las autoridades.

Pero, ninguna autoridad tiene el fuero para tapar la boca a un periodista si, como en el caso de Reforma, comprueba que la propiedad de un gobernador pretende llevarse al terreno de la especulación.

Imaginen ustedes la complejidad para subir el precio del terrenito. Primero expropian. Luego donan. Y tras haber anunciado una obra como algo que todos debemos ver como el vaso medio lleno, todo va a dar a este garlito que ustedes y su servidor ya estmos viendo con singular nitidez.

El bodorrio del sexenio

Los palomos son hijos de gobernadores, una muy actual y el otro un poco pasado de moda y a lo mejor hasta quebrado, pero ya están repartiendo las invitaciones para semejante celebración, allá por tierras huamantlecas… sí, donde se halla la casota donde dicen que trabajan empleados de una dependencia estatal, ejem, creo que de atención a personas con alguna discapacidad.

Ojalá les vaya bien. Aunque para tanta felicidad tuvo que haber algunos sacrificios… bueno, divorcios. Unos exprés, de esos que nos hacen sentir una tremenda admiración del poder judicial, porque cuando hay razone$ para una sentencia mire que estos trámites no duran una semana.

Pos la sociedá ya está más que preparada pa lucir los mejores trapos y mandar a lavar el auto, porque de seguro va a haber hartas cosas deliciosas, okey, un poco prohibidas pa los de a pie, como a los que nos bajaron de alguna USU cuando íbamos para la chamba.