Salen sobrando los gritos, consignas y movimientos anunciados, porque quedó expuesta la negociación a espaldas de la base.

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No se vale jugar chueco al Magisterio. De este lado de la Sala de sesiones, gritos, maldiciones y consignas contra la reforma educativa, esa que deberíamos trasladar a los servidores públicos como Tomás Munive Osorno, y muchos, muchos otros.

Pero en el Pleno, el diputado presidente de la Comisión de Educación Ciencia y Tecnología y Cultura y líder de la sección 55 del SNTE Armando Ramos Flores, ya había dado su visto bueno.

Así que la protesta de maestros, ayer en el Congreso y los movimientos del SNTE anunciados para poner el grito en el cielo… salen sobrando.

El puñal ya estaba clavado en el corazón de quienes abrigaban la esperanza de conservar algo del legado de la maestra Elba Esther Gordillo Morales, a la sombra en cuanto inició el régimen de Peña Nieto.

Ciertamente la fuerza de los maestros radicaba en aquella entereza que se fue al diablo con la llegada del líder charro más grotesco de la historia del SNTE, Juan Díaz de la Torre, entregado, dispuesto y a los pies del gobierno federal.

No debería sorprendernos el entreguismo de Armando Ramos Flores.

Lo que no se vale es tratarnos de dar atole con el dedo, haciéndonos creer que de veras están enojados y dispuestos a llevar la protesta a otros niveles… muy altos, cuando esto, señores, huele a negociación a espaldas de la base.

El contenido

Heredar la plaza es una de las acciones anuladas. Y decenas de ellas… llegar tarde, poner en riesgo a los alumnos, usar textos no gratuitos, utilizar títulos apócrifos.

Por qué no exigimos una reforma al Servicio Público que quite el fuero a diputados chuecos, gustosos de la lana y prácticamente unos patiños del líder priísta, Marco Antonio Mena. ¿Nombre?, pues he ahí el primero: Armando Ramos Flores. La verdad, si este que escribe fuese maestro, no sentiría orgullo por este charro, perdón, por este pseudo líder que usa la representación sindical para hacer acuerdos con la élite gobernante, de la cual hoy me quiero reservar, porque ya me aburrí de citar chuecuras.

¿A poco no quedaría rete bien aplicar la Ley al profe Ernesto Ordóñez, por querer vacilarnos con aquello de que va a revisar la actuación de los tiras en la golpiza a los choferes revoltosos de Urbanos y Suburbanos de Tlaxcala?

¿No creen ustedes que podríamos, con gusto, dejar sin chamba, meter al bote y mandar a traer a los papás de Orlando May Zaragoza, el muchacho este pegalón, abusivo y groseramente calladote, al que le da por cachetear diputados, balear con goma a manifestantes y repartir macanazos como si fuera el bolo del padrino?

¿Qué tal si exigimos su título de Contador por la UNAM a este manchiseñor que seguido nos regaña, y que hoy dice: ¡se cae, se cae, la Plaza Bicentenario se cae!, pero al día siguiente –en cuanto hay una inversión de cien millones- ya la llama hasta por su nombre y se la quiere dar al Politécnico?

Oigan, ¿Y si hacemos un examen de matemáticas al secretario de obras, para que nos diga si va a volver a comprar butacas, ventanas, conductores eléctricos, cuando estos ya existían (la prueba consisten en evaluar sus cuentas bancarias)?

Porque también hay que aplicar los castigos, ordenados por esta Reforma, al responsable de desmantelar al Hospital Infantil de Tlaxcala, y volverlo una como sucursal de una clinicota con sede en Apizaco, de donde salen los grandes negocios lo mismo para la compra de medicamentos que para el intercambio de especialistas.

Una suerte de trata

Hay comunas, como la de Santa Ana, donde ex alcaldes insisten en colocar amiguitas en puestos de mataharis, sustraen información y cierran el círculo que nos permite concluir en el proxenetismo de políticos aprovechados de su influencia para insertar a ese tipo de empleadas, entre gráciles e improvisadas, de agradable estética pero bien mañosas a la hora de traficar documentos u otro tipo de informaciones.

Al grado que hace poco, un colaborador de dicha comuna se vio en la necesidad de aclarar un supuesto acoso laboral que resulto urdido por una de las recepcionistas, digamos más populares (en efecto, familiar de un ex y muy efusiva a la hora del saludo).

Dicho colaborador, verbigracia carnal de otro alcalde perredista, reclamó entonces a su acusadora, a quien no le quedó otra más que reconocerse con otras actividades, inexistentes en organigrama alguno y por tanto con un fondo perverso… un vulgar espionaje, improvisado y hasta dentro de la nómina.

Qué chuecos.