Las hay desde aquellas que se desentendieron los últimos meses de los ingresos de sus empleados, hasta las que se empeñan en ocultar información a sus sustitutos.

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Alcaldías priistas como Zacatelco y Tlaxcala, viven una crisis de transición a las autoridades electas -del PAN en ambos casos- donde el ocultamiento de información, y la rapiña como lo califica el célebre luchador social Francisco Román, hoy investido acaso uno de los ediles con mayor protagonismo.

Estas dos ex plazas tricolores encabezan la lista de focos rojos donde se ya se configuraron escenas de chantaje: «quieres información, emplea a mis incondicionales»… en realidad son escenas de la muerte de proyectos políticos de personajes como Blanca Águila Lima y Pedro Pérez Lira, que debieran pasar de la especulación en ese extraño e improductivo contexto de diálogo en el submundo de la corrupción, a actos legales claros y definidos.

A eso los obliga lo tibio e inmóvil de un secretario de gobierno, Miguel Moctezuma, como extraído de una cinta en blanco y negro, más estorboso que efectivo y cada vez más contrariado con la estructura del gobierno estatal.

En dichas transiciones sólo queda el recurso de las denuncias penales: robo -como en el saqueo registrado en Zacatelco-, fraude, colusión, ejercicio indebido de la función pública, como paulatinamente se aprecia en el comportamiento de Pedro Pérez Lira..

Y pese al llamado mariano a la utopía de un estado de cordialidad y progreso, lo que campean son los odios irreconciliables de grupos y partidos que, como en el caso de Francisco Román, se ha convertido en el deplorable papel de un quejumbroso acostumbrado a organizar manifestaciones que en esta ocasión le tocó estar del otro lado del escritorio.

No tendrían porqué especular y vociferar, sino actuar ante las instancias legales, sabedores que les asiste la razón, y no solo basados en sus fobias de miras cortas.

Los engaños

Por ejemplo, la tersura del ni tan panista, ni tan orticista y hoy dispuesto a la sumisión ante el ejecutivo, Alejandro Aguilar López, abre los escenarios del prianato en la segunda mitad del sexenio, surgido de la ineficiencia de los abanderados tricolores que tronaron en julio como chinampinas y la profunda división de un blanquiazul que no requiere grandes adversarios para hundirse, pues solitos los panistas se encargan de hacerlo.

Qué nivel de credibilidad tuvo el discurso del calpulalpense Vicente Hernández Roldán, tras habar encabezado la lucha contra el tricolor que en el poniente de Tlaxcala lo sepultó por segunda vez, junto con el ensotanado paisano suyo, Noé Rodriguez Roldán, a quien la gente sencillamente no soporta.

Ese PRIAN, con la parte del tricolor que gobierna, y los grupos albiazules que resultaron más flamas que sus adversarios tricolores en el arte del engaño es el subnivel de donde partirán los nuevos políticos destacados de circunstancia, ayer con un sello en el trasero pero hoy, dispuestos a cambiarlo así, a la voz de ya.

Las administraciones con problemas

El conflicto laboral que vive Papalotla y que no tarda en detonar en Apizaco, pone de relieve a sendos ediles desinteresados en su futuro y acaso conscientes que en momentos tan sentidos por esa parte del tejido social, leal durante tres años, dejarlos sin sueldo, aguinaldo y demás prestaciones, los coloca al borde de un abismo al cual pueden caer, echando a perder en el último momento todo un trienio de escaramuzas.

¿Cómo es posible que Apizaco sea de los pocos municipios con una transición aterciopelada -basada en el mismo origen del que se va, Orlando Santacruz, y el que llega, Jorge Luis Vázquez, y hoy deje en la inopia a sus empleados y colaboradores?