Por motu propio regresó. Nadie lo llamó, pero él está aquí, aguardando alguna encomienda que, dirficilmente le van a dar.

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Parece que la iniciativa del maestro de primaria Mario Armando Mendoza Guzamán -así se auto promueve en textos que lo describen como un operador político experto- de regresar a Tlaxcala, esperando que lo acojamos como ocurría desde mediados de 2011, no va a ser posible.

Es cierto, la anfitrionía tlaxcalteca no nos merma cortesía como para recibir a este oriundo de Michoacán y corresponsal del ex diputado Chon Orihuela, pero pensar en las mismas potestades de antes, quitar y poner, subir y bajar a la gente, eso es poco probable.

Al ex subsecretario técnico, sus desaciertos lo convirtieron en el fantasma de la ópera, con la diferencia que aquél conocía como la palma de su mano a la majestuosa sede parisina de divas y divos, mientras que este pues, no debió invertir el tiempo en enseñarnos a hacer gorditas estilo michoacano.

Debe aceptarse como el factor del fracaso marianista en los procesos electorales en el sexenio.

Asé que sería ocioso colocarlo en un sitio estratégico cuando en la elección de 2015, lo que se juega es quién sucederá a Mariano González Zarur.

Por lo pronto, se le tolera; vamos hasta se le tienen ciertas canonjías. Una ayuda para sus gastos, pero fuera de la nómina -y para no contrariarse con Chon- y algunas facilidades, acaso seguir firmando en Vip’s…

En el PRI no lo ven bien. Menos en la subsecretaría técnica, la única que persiste, pues las demás de volvieron direcciones.

No tuvo la jetatura de Víctor Cánovas, en el sexenio de Héctor Ortiz, y tampoco su visión para hacer negocios. No tuvo empacho en destrozar personajes de cepa en el tricolor, como Joaquín Cisneros Fernández y Noé Rodríguez Roldán, entre muchos otros.

Su retorno por tanto, resulta más bien ocioso.

Decíamos al comienzo, es una muestra de un ineficaz ex operador con la iniciativa de reposicionarse.

Está por demás decir que no superó la prueba.

Desfiguros en el Legislativo

Ya se van. Y como actúan, pareciera que cuentan los días.

No desperdician oportunidad para reñir entre ellos, molestos porque jamás habrán sido satisfechas sus pretensiones económicas aunque, no todos, supongan que son casos únicos de talento en la política tlaxcalteca.

Caritina, ávida del aguinaldo y los arcones no ha tenido empacho en descalificar a Rebeca, «ignorante», le dijo cuando esta llamó refritos a las iniciativas presentadas por la alcaldesa electa de Nanacamilpa.

¿Ignorante?

Los niños y los borrachos dicen la verdad. Su inexperiencia la pondría en el primer cesto. Y los de los borrachos sería mejor adjudicárselos a Justo Lozano y Francico Javier Romero Ahuactzi. El primero haciendo sorna de la baja estatura física de su colega, y el afectado, llevando a tribuna su orgullo por ser chaparro.

Su encargo son las leyes y ser los valiosos contrapesos del poder. Pero, ¿se puede ser una pesa querida para la balanza del poder, llevando el debate al submundo de la sinrazón?

No.

Deben superar la pena que les da estar a punto de dejar el fuero. No habrá ya dinero para chofer y asistente, para gasolina y otros viáticos… no habrá para la obra y para la gestión.

Salieron del pueblo y regresan a él. Unos con su autoestima muy baja.

Otros, peores.