Temo que esta crisis regresemos a tiempos idos de violencia y depredación, cuando se imponía la fuerza de los poderosos sobre el pueblo.


Es necesario que las autoridades realicen una investigación respecto al comportamiento de ciertos funcionarios, de la Secretaría de Finanzas en colusión con otras dependencias que desde hace años, siembran el terror entre comerciantes.

Operativos violentos, intimidación, venta de protección, son acciones detectadas en varios municipios, en los que injustamente se utiliza el monopolio de la violencia que, en tanto facultad del Estado, no debe utilizarse para los miserables fines de robustecer el bolsillo de unos cuantos servidores deshonestos.

La operación detectada en Huamantla, que acabó con la detención de Maximino Acoltzi, subdirector de ingresos de la Secretaría de Finanzas, me hace recordar el calvario que hace tiempo pasó un grupo de cubanos, dueños de un antro llamado El Mojito.

Luego de un largo camino para cubrir sus derechos ante el municipio de Chiautempan, estos desventurados tuvieron que enfrentar un operativo en el que hubo desde armas largas hasta demostraciones de un salvajismo que denotaba sed de dinero. Y cuantas veces reabrieron, porque así lo habían gestionado ante autoridades municipales y estatales, el operativo volvió a darse.

Unas veces disfrazado de búsqueda de drogas, otras, detectando fallas en las puertas de emergencia y, claro, nunca faltó la oportunidad para esgrimir cuestiones sanitarias.

Lo cierto es que esa es venta de protección.

Suelen hacerlo los zetas, por ejemplo en plazas como Veracruz –tras su persecución en el norte del país – pero, ¿en Tlaxcala?

Y el señor Acoltzi, embriagado de poder, se apersonó en la emblemática feria de Huamantla midió sus fuerzas con los verdaderos dueños de la feria, las distribuidoras de cerveza que operan a través de su pistolero de cabecera, ni más ni menos que el mismísimo presidente municipal, Raúl Cervantes.

Con este no pudieron Acoltzi y sus cómplices. Si de violencia y de cobros se trata, los municipales ya se les habían adelantado.

¿Se da cuenta que estamos regresando a un pasado que nadie quisiera volver a presenciar?

La venta de protección como resultado de una asquerosa crisis económica, de la que resurgieron los depredadores. Así como antes se mataban cetemistas y croquistas, o cetemistas y cromistas, disputando los contratos laborales en las fábricas.

Esta, señores, es una muestra de la descomposición que vivimos. Dos autoridades devenidas en viles delincuentes peleando por territorios dominados.

¿Y qué sige?

La lógica violenta me lleva a suponer que el pueblo, víctima de este par de rateros, podría hasta desear una tercera alternativa de protección, tal vez menos onerosa. ¿Quién?... ¡el crimen organizado!

Se da usted cuenta de que las ejecuciones en entidades violentas tienen un origen idéntico a la disputa de territorios en las que se metieron estatales y municipales.

Se da usted cuenta que la cervecería Modelo es el verdadero motor que genera millones en ganancias y daños incalculables en la alcoholizada fiesta denominada Huamantlada.

Ojalá no sea este el principio de enemistades que acaben en ejecuciones.

No nos hagamos tontos, el alcalde Cervantes tiene un origen gangsteril que lo remonta a su progenitor, supuesto responsable – según el clamor popular – de escandalosos y violentos desenlaces que en su momento llegaron a enlutar a las familias más prominentes de Tlaxcala.

Hago votos porque no se desate la violencia y no renazcan esos tiempos que deben estar bien sepultados.