Una escandalosa investigación de la Contraloría General del instituto exhibe la contatación injustificada con firmas para hacer las boletas más caras de la historia.

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La molestia del alto mando derivó en una investigación realizada por la Contraloría Interna del Instituto Electoral de Tlaxcala (IET) que muestra tal cual hubo un interés expreso de la consejera presidenta por contratar con las impresoras de boletas más caras, con serios antecedentes, y seguramente dispuestos en su momento a sacrificar buena parte del botín, perdón, de la facturación.

Nunca pensaron que las circunstancias los podrían llevar a considerarse el árbol caído de la elección del siete de julio, y que su ineficacia los haría vulnerables.

Entonces cayeron de la gracia de su impulsor y tanto la seño consejera como su perversa pareja, acomodada en los mullidos cojines del poder, se dieron cuenta de los tremendos huecos en su pésima obra, a través de los cuales se introdujeron los ojos de la contralora general del instituto, Yadira Nava Robles.

Luego del papelazo a la hora buena, hoy sabemos que, a causa de su concentración en otras actividades, con muchos ceros, supusieron que la inacabable bandeja de escándalos -todos ellos provocados con la esperanza de hacerlos distractores- pasaría por alto la estrecha relación con Seriplast de México y Formas Finas y Materiales.

No es fácil confundir cifras cuando hay semejante contraste.

En la elección de 2010 las boletas costaron 2.7 millones de pesos (con todo y una misteriosa desaparición), así que pensar en los casi diez millones gastados el pasado siete de julio es un exceso de estupidez de parte de quienes pretendieron consumar la gran estafa.

La información recabada por la Contraloría Interna del organismo ya se encuentra en el Congreso y, según ha trascendido ha de ser acaso el último encargo a los diputados, casi con cara de unanimidad a la hora de dictaminar la severidad requerida para la señora Orta y sus coletas Cervantes, Angulo, Flores y un tal Muñoz.

Estos no van a volver a dormir. Su cabeza está en juego. Millones de votantes se dieron cuenta del llamado cochinero y, siendo sinceros hacen falta responsables del mismo, ya saben, para limpiar la imagen de quien se había convertido en el gran receptáculo de todas estas triquiñuelas.

… andaba de parranda (¿apoco?)

La prolongada ausencia del alcalde electo, Adolfo Escobar Jardínez, tiene molestos a varios de sus colaboradores, debido a la enjundia impresa al proyecto que acabó con el triunfo electoral del panista.

Tantos participaron que hasta al mando superior se le reconoce un importante apoyo… el necesario como para rebasar a los intensos adversarios y no menos bravos competidores.

Ahora, Escobar tiene que echar mano de los mejores elementos. No ocultarse.

Ciertamente la aparición de varios panistas, los de siempre, no dejó un grato sabor. Al contrario, el expediente de cada uno hizo pensar en un necesario plan B.

Pues parece que este ya está comenzando.

Los comunicadores más avezados disputan la vocería del ayuntamiento capitalino, como signo de la necesaria competencia por la que mister Escobar Gardens optó.

Es de resaltar que en esa pugna, puntea el nombre de Edgar García Gallegos, cuya experiencia y buena relación con los medios puede significar la recuperación tan necesaria de una imagen propicia para aguardar las semanas por venir e iniciar funciones con el pie derecho.