Aplausos para el mago que sacó de la manga un edificio… era una sorpresa, eh… y de las adjudicaciones, ¿supo el Consejo del PAN?, ¿No?, ¡pues qué tragedia!


Al partido en el poder, el PAN, le urge un programa de moralidad, así como los que recomienda a sus adversarios políticos.

Porque es inmoral sacar de la manga un edificio sede con un valor superior a los cuatro millones de pesos, luego de una espera de cuatro años y sin ninguna asamblea informativa.

Lo es, pasar por alto la confianza depositada por los consejeros, ignorándolos en ese mismo lapso, respecto a lo que se hizo con dicha cantidad, transferida por el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) luego de recibirlas de parte del Instituto Federal Electoral.

Insisto en que es inmoral porque, además de las deficiencias administrativas ante su gobierno interno, en esta construcción se emplean recursos públicos, esos mismos que ahora se están regateando a autoridades y empleados, porque la crisis mundial nos arrastró a niveles que no pensábamos posibles.

Así que en un partido que impulsa a la moralidad y hasta es capaz de presentar una iniciativa de ley para amordazar a los periodistas que molesten a políticos o funcionarios, panistas de preferencia, no merece tolerancia cuando es sorprendido en una práctica que pudiera implicar un acto de corrupción.

El señor Alberto Jiménez Tecpa, actual presidente del Comité Directivo Estatal del PAN, tiene la obligación, moral y legal, de explicar el proceso mediante el cual se adjudicó un terreno en una de las principales avenidas de Tlaxcala y cómo es que tomó la decisión para hacer lo mismo con la obra de edificación.

Y mire que no se trata de un pleito interno. El asunto ya alcanzó niveles de escándalo. No había visto a una autoridad partidista capaz de ocultar por tanto tiempo el manejo de sus finanzas y, en lo obscurito, ejecutar una obra de esta naturaleza.

Digo que en lo obscurito porque los vecinos atestiguaron como por las noches son introducidos los materiales de construcción.

Entonces, además de las explicaciones en el ámbito legal, el autor de este irregular asunto también tiene que exhibir que cuenta con los permisos municipales y que ha pagado puntualmente las cuotas al Seguro Social, por haber contratado a un número importante de trabajadores.

Entre más tiempo transcurre, más se hunde. El dirigente del PAN atraviesa un histórico e incómodo ocaso en el cargo. Llegó por el dedazo de una élite de consejeros y, ahora no halla la forma de irse sin trastornos legales y, de tipo moral, eso que a estas alturas para ciertos panistas resultó un árbol de moras y, no el comportamiento al que debieran ceñirse, de acuerdo con sus muy modosas costumbres.

La Lardizábal

Este sábado se asestó la puñalada final en el disputado asunto que enfrentó a un grupo de activistas opuestos a permitir la demolición del edificio que durante sesenta años fue sede de las primarias Manuel Lardizábal y Jaime Torres Bodet.

Lo malo es que las insanas intenciones de unos contaminaron la ingenua pureza de alumnos y papás que se la creyeron y, hasta los expusieron a peligros como el del sábado, cuando se presentaron los granaderos con la orden de liberar el edificio.

Qué puede hacer una menor de quince años ante la fuerza bruta del Estado. Frustrarse, guardar en su corazón la forma autoritaria con la que fue tratada. Llorar, condenar y maldecir a la autoridad responsable de esa maniobra.

Pero esa niña, por su edad tal vez no era alumna de alguna de las primarias involucradas. Es decir, le vendieron una causa a la que aceptó ingresar porque a esa edad es uno fácil víctima de idealistas de circunstancia.

Entiendo que el traslado de alumnos y maestros a las instalaciones que antes ocupó la Unidad de Servicios Educativos de Tlaxcala (USET) podría considerarse un trueque conveniente. Entonces me resisto a no creer que la estancia en la Lardizábal con un criterio patrimonialista buscaba la negociación para unos cuantos, utilizando a muchos como petate del muerto.

No es justo que en este tipo de protestas sean utilizados menores de edad. Menos que se les inculque el odio, porque a esa edad son como unas esponjas que todo lo absorben y seguramente harán su enemigo a quien no deberían y, considerarán su aliado a quien los utilizó.

Al final de esta disputa no hubo heridos y, el gobierno dispondrá del terreno que tanto deseó para levantar la hoy llamada Plaza del Bicenteneario.

Ahora, corresponde a la autoridad hacer realidad ese sueño suyo, de dotar a la entidad de un área entregada a la cultura. Sería infame que tras el amargo proceso de acabar con una institución en un lugar emblemático, no se cumpliera lo ofrecido al pie de la letra.

La mínima muestra de un uso distinto para esta importante área será motivo de un grave y generalizado descontento social. Por eso la autoridad debe asumir su papel con toda seriedad.