Se nota preocupación en el Ejecutivo local por tener una tersa segunda mitad de su gestión, nunca es tarde para reconocer errores y para buscar una verdadera enmienda con el pueblo.

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Ojalá el llamado del gobernador Mariano González Zarur, a superar diferencias en este segundo trecho de su gobierno, no sea sólo retórica de ida y vuelta, sino una intensa etapa de enmienda que el ejecutivo local se plantee prioritariamente con el tejido social.

Rodeado aún de elementos nefastos, como el verdugo laboral del sexenio -el oficial mayor- González Zarur tiene en sus manos los necesarios cambios de actitud -y relevos- que denoten voluntad ante un pueblo lastimado por el gusto con el cual corta cabezas el apizaquense aquél indignado por llamarlo viejito maniatado.

Superar las diferencias implica una incansable labor de seguridad para todos porque, seamos honestos, antes de este llamado a la tregua de la segunda mitad del régimen, se descuidó a la gente. Pese a que somos el estado más pequeño, la extorsión, el robo y otras formas de violencia, se metieron en nuestras casas y en nuestros negocios.

Ánimas porque en ese tema superemos las diferencias. Porque a nadie le gusta que lo visiten los zetas u otros sedicentes miembros del crimen organizado, para cobrarnos cuota a cambio de permitirnos trabajar.

En ese denso ambiente, otros delincuentes pero a bordo de patrullas bajo las siglas de coeprist, se han dedicado a sembrar el terror entre prestadores de servicio que, la enorme mayoría de las veces han sido víctimas de asquerosos abusos.

Estamos de acuerdo, el llamado de la autoridad al borrón y cuenta nueva coloca la actitud de un líder sobre la mesa pero, es necesario que todos pongamos de nuestra parte. Así que un gobierno bajo una especie de renovación moral -como lo pregonaba De la Madrid- no caería mal a la gente, en cuyas manos ha estado la decisión de negar el voto en las dos elecciones recientes, tras haberse sentido defraudados luego de aquél proceso de 2010.

Creo que el pueblo de tlaxcala ha sido generoso con su gobernante. Jamás le ha negado la oportunidad de emplearse a fondo, pero frases como , «no tengo madre ni padre, ni partido…», e inverosímiles posturas como aquella de «el fondo de pensiones es tirar el dinero al caño», se fijaron como tatuaje permanente en los sentimientos de miles de integrantes del tejido social.

Atropellos como la destrucción de las escalinatas, el saqueo de la Plaza del Bicentenario, las golpizas a policías, a personas de la tercera edad, la intimdación de periodistas, se fijaron en la colectividad como el autoritarismo por cuyo retorno nadie votó.

Es buena la propuesta de Mariano: superar diferencias y trabajar coordinadamente.

Hacen falta hechos, no nada más palabras.

Leña del árbol caido

La centralización de las elecciones puede que no sea la solución  al problema que implica la organización de las mismas. Hace falta incluir en nuestra Constitución una reforma que nos comprometa a todos en la dinámica de la democracia.

Locales o nacionales, los organismos con dicho encargo padecerán la presencia de personajes como Eunice Orta y compañía, porque ellos no son sino los instrumentos utilizados perversamente por intereses superiores, que se aprovechan  de las facilidades planteadas para construir esos organismos garantes de la democracia.

Apretar y aflojar el tornillo del autoritarismo en un escenario donde el pueblo es vulnerable porque se halla ocupado buscando a quién colocar como su autoridad o su representante, es lo que ha permitido a gobiernos como este ser un foco rojo a nivel nacional, pues a pesar de la alternancia en tres regímenes, resulta que hoy estamos peor que en 1998.

La reforma debe plantear con valor la inconveniencia de un poder omnímodo, capaz de doblegar a todos con el uso irresponsable del presupuesto, para luego llenar esos huecos con más cañonazos a otros organismos como el OFS, cuya naturaleza responde a nuestra necesidad de transparencia y honestidad, no de venta de protección y negociaciones sucias para aprobar cuentas caóticas y burlarse de la gente.