El material encontrado pudo superar ocho de los quince elementos de seguridad; describe la desesperación por conservar el Congreso, aunque los municipios, a excepción de Apizaco, fuesen una causa perdida.

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Representantes de partidos ante el Instituto Electoral de Tlaxcala (IET) nos confiaron un dato que nos parece muy relevante. En el XVI,  uno de los distritos que hoy pelea el PRI, aparecieron boletas falsas, tan falsas como el hecho de cumplir únicamente con ocho de los quince elementos de seguridad, de acuerdo con la explicación que, especialistas dieron a nuestras fuentes.

Y de inmediato surge la duda: ¿cuántas?

Eso, nada más lo saben quienes lo hayan hecho, mas el involucramiento de dos consejeros del IET en el asunto de las boletas podría una de las pistas que, por cierto tiene un temible parecido con eventos anteriores pero no olvidados, los cuales como usted lo recordará tuvieron desenlaces violentos.

Las boletas falsas había sido la estrategia inadvertida hasta el momento en que el propio PRI cometió la estupidez (para su causa) de impugnar un distrito más.

1.- ¿Por qué en una elección distrital? Recordemos el contraste entre los comicios municipales y los distritales. Parecería que el tricolor dejó perder la enorme mayoría de los municipios, salvo Apizaco, donde una situación extraordinaria -como los supuestos afectos de Osorio Chong por el candidato matador- llevaría a los organizadores y a los operadores del tricolor a hacer una compleja operación que incluyó de todo, al grado que hoy mismo fue ratificado por Pedro Molina y su tribunal particular.

2.- Sembrada la duda respecto al particular interés del gran operador de la elección, no hay que especular demasiado para advertir que el interesado usó todo el arsenal acumulado a lo largo de sus múltiples participaciones para ganar a toda costa el Congreso.

3.- Por consecuencia, la sospecha de la existencia de boletas apócrifas se da en cada distrito ganado por el Revolucionario Institucional.

Para ser más claros, en dichos distritos los comicios fueron tan sucios como ocurrió en otras elecciones municipales (y no en el resto de los municipios donde el PRI tuvo el peor fracaso de su historia, comenzando por la capital).

¿Le parece que esta fue una elección confiable?

A nosotros tampoco.

Y si piensa usted que el avance tricolor en la nueva legislatura tuvo su origen en hechos distintos a los desafortunados acontecimientos que le narramos, comete el error de dar demasiadas concesiones a un sistema chueco de origen y rebosante de razones para recurrir a cuanta acción indescriptible fuese necesario con tal salvar el pellejo para no emular a Andrés Granier, corregido y aumentado, claro.

Se va descorriendo el velo respecto al supuesto desinterés por los ayuntamientos, la desesperada defensa de los distritos y la afectación, no de ahora, de las instituciones involucradas con elecciones.

Un Consejo francamente malo en el IET -con integrantes que tienen dos caras-, una Sala Electoral que de colegiada devino en unitaria, un operador que funge al mismo tiempo como representante en el Consejo de la Judicatura, son una serie de pruebas de peso que nos llevan a concluir en que esta es una elección que debería anularse.

Un silencio cómplice de parte de dirigentes de la oposición aguardando su turno, sabedores que su quietud los haría diputados, contribuyó a dar seguridad a quienes hicieron de los comicios un espectáculo degradante.

Y todo salió a la luz por el atrevimiento de los agresores que se arroparon en traje de víctimas.