Es el secretario de Finanzas de Tlaxcala el responsable de una débil recaudación; por eso Hacienda y el Congreso nos han recortado las participaciones por casi mil mdp.


En tiempos de crisis no se vale que por burocratismo, el gobierno federal vea en Tlaxcala a la entidad pobre, incapaz de realizar un cobro eficiente de impuestos como el de la tenencia y, entonces determine incluirnos en la lista de castigados, a los que dejará de fluir una parte vital de las participaciones federales.

Y no son cantidades despreciables. Se trata de 335.6 millones de pesos los que dejaremos de percibir porque resultamos una entidad sin sincronía con las reglas establecidas para la distribución de las participaciones.

En voz del propio secretario de Hacienda, Agustín Carstens, Tlaxcala, Baja California, Nayarit, Colima y Aguascalientes, son las entidades más afectadas en sus participaciones federales, al concretarse el brutal recorte de 50 mil millones de pesos al presupuesto.

Tomemos en cuenta que estamos en un tiempo precioso para llenar la despensa dada la inminente reaparición de la influenza tipo A y los daños colaterales que trae consigo.

Es diciembre el mes en que las autoridades estiman el retorno del virus aquel que ya entre abril y mayo pasados contrajo nuestra economía a niveles nunca vistos. Y además nos dejó maltrechos, conscientes de que somos demasiado vulnerables a crisis como aquella.

Y cuanto las autoridades nos llaman a extremar precauciones, a apretarnos el cinturón ante la inminente crisis y a mostrar una conducta alejada de la suntuosidad, es cuando quisiéramos pensar que funcionarios como Andrés Hernández, tienen realmente puesta la camiseta.

Pero la realidad es diferente. El secretario de finanzas de Tlaxcala es, de acuerdo con las estadísticas en las Hacienda sustenta sus acciones, el principal responsable de la débil tributación.

Al darse esta, incumplimos con una serie de requisitos que echan por tierra el esfuerzo de otras autoridades por atraer una mayor cantidad de recursos.

Tlaxcala no soporta la acción paralela de promoverse como un sitio seguro y hasta de entablar comunicación directa con el presidente Calderón para que fluya dinerito, y, por el otro lado, prescinda de responsables disciplinados, para anticiparnos a los malos momentos que sin duda están próximos.

Es inaceptable que la Secretaría de Finanzas de Tlaxcala, haya tenido un tropiezo tan grave en el cobro de la tenencia automotriz –entre otros – porque a los subalternos del secretario Andrés Hernández, les dio por no contar con un programa de certificación para blindar al usuario de tarjetas de crédito al momento de efectuar sus pagos.

Por esa miserable falta se frenó una acción que debió recaudar millones.

Si el funcionario ganase de acuerdo con sus logros, el señor Hernández de la Sefin, observaría números rojos en sus percepciones. Pero como su sueldo está seguro – y es uno de los más altos del gabinete – al estado se lo puede llevar el diablo.

De hecho se lo está llevando. Hace unos días un análisis de la Cámara de Diputados determinó que dejarían de llegar 519 millones de pesos. Ahora es el propio secretario de Hacienda el encargado de darnos la puntilla.