Si al actual dirigente del PRD no le ha alcanzado la derrota del cinco de julio para madurar, es porque nuca va a madurar.


Recibí la llamada telefónica de Felipe Sánchez Lima, el alcalde de Zacatelco con licencia, para expresar su incomodidad respecto a las sospechas de que habría acudido con el gobernador Héctor Ortiz Ortiz, a cumplir con una especie de ritual preelectoral ante el tlatoani.

Indignado porque tal apreciación es incierta, el ex abanderado perredista a diputado federal por el tercer distrito se deslindó de cualquier actuación al margen de su partido, y se reafirmó como uno de los soldados más leales al perredismo tlaxcalteca.

Yo creo que buena parte de esta incomodidad surge de la paranoia del líder estatal del PRD, Luis Roberto Macías, cuyo sospechosismo señala por igual al Palacio de Gobierno, como a las oficinas de una radiodifusora en Apizaco, como los “perversos sitios” de donde salen las instrucciones que se tradujeron en los malos resultados del perredismo el pasado cinco de julio.

Pero esa paranoia, estoy muy seguro, ha de revertirse con la dinámica que su propio partido le exigirá en estos escasos meses que faltan para que en Tlaxcala se vote por un nuevo gobernador, alcaldes, diputados y presidentes de comunidad.

Luis Roberto sabe que las ineficiencias se deben reconocer y que ningún periodista perverso –así los llama – va a ser capaz de influenciar proceso alguno cuando la modorra se sobrepone a las cualidades de las que debe hacer gala un activista elevado al nivel de presidente del comité estatal de un partido.

Y en ese sentido, Luis Andalco, tendría parte de la razón, al negar que solo sean ocho los líderes que representan a todo el perredismo en Tlaxcala, pues quienes conforman al colectivo capaz de hacer gobierno a su partido, se hallan en el campo, en el taller, en la oficina, y no precisamente en las reuniones cupulares mediante las cuales, Macías ha conseguido un cierto control de su instituto.

Así que tiene que esforzarse desde el mismo momento en que pisa el suelo, en la madrugada de preferencia, por eliminar el pánico de su desempeño.

Sí… es duro enfrentarse a más líderes, a periodistas y a otros personajes, gracias a cuya actuación el PRD puede cobrar vigencia teniéndolo como líder o, hundirse mediante el sospechosismo en tanto producto de la paranoia, como consecuencia del miedo como acompañante y el resentimiento como antídoto.

Y parte del alivio se exhibió al convocar por lo menos a cinco a entrarle, previa encuesta, a la fiesta amarilla por lograr la candidatura.

Porque no solo se trata de sentarse a la orilla del río y ver como pasa el agua. Los interesados en buscar la candidatura, deben abandonar la actitud colmilluda de aguantar, aguantar y aguantar, con supuestos capitales políticos, para sumarse al cuarto para las doce al proyecto que mejor pague por sumarlo a su causa.

Luego, en los hechos, ese supuesto capital que se expresa en “miles de votos asegurados” toma visos reales como una mísera cantidad de gatos, muchos de los cuales ni credencial del IFE tienen… y para ridículos, ahí están los 38,500 votos obtenidos el pasado 5 de julio.

A estas alturas, expresar que los candidatos fueron malos, o que los periodistas perversos son la causa de la catástrofe perredista, no son más que mentiras elevadas al rango de verdades, por tanto repetirlas a su interior, como el chamaco aquél que así lo hace, chupando su pulgar, imaginando que este es la extensión maternal que tanta falta le hace para lactar.

Lo mejor, estimado Luis Roberto, es madurar.