Creo que el PRI peca de ingenuo al permitir el paso de personajes con una larga cola en el ámbito de la corrupción, sobre todo tras el cuestionado papel de Pedro Pérez Lira, al frente de la alcaldía tlaxcalteca.

Hay una cantidad importante de tiradores a la alcaldía de Tlaxcala. Saben bien que es el añorado trampolín para saltar a la grande, claro, para aquellos que tienen detrás un trabajo considerable… digamos, una obra aceptable y patrocinadores sobresalientes.

Y en esa dinámica, vale la pena ver lo que ocurre en el PRI, donde el ex alcalde y eterno operador de la feria de Tlaxcala, Ariel Lima Pineda -cuya imagen no es precisamente la de un personaje transparente- se empeña en meter a su hijo, Aldo Lima, a la pelea por la candidatura tricolor.

Aquí hay que ser muy precisos pues, el Revolucionario Institucional, rema contra corriente en la capital tlaxcalteca. Para empezar, el desempeño del alcalde Pedro Pérez Lira, que según varios analistas, es uno de los factores que hoy lo ponen contra la pared, ante una cantidad grande de suspirantes.

Y luego, pues las medidas impopulares del «más prencipal», dejar sin chamba a tantos, imponer su manchiley, agarrar a macanazos a los tiras y otras acciones, para nada son bien vistas por la exigente raza de la capital en cuyas manos se hallan los votos.

Por eso no le hallo con aquella insistencia de acomodar a los juniores como el que les platico, Aldo Lima, o el otro, Marquitos Velasco (retoño de Ubaldo… el simpático oficial mayor).

Oigan, puede haber otros cuadros que garanticen al PRI un papel menos indigno en esta, la más importante elección que se habrá de celebrar en el manchisexenio.

Mire, no vayamos lejos: el eterno candidato a candidato, Carlos Bailón Valencia, podría ser el eslabón perdido del priísmo municipal. Su disciplina, liderazgo en la dirigencia municipal. Su destacado papel como diputado local y sobre todo, la ingratitud que ha sufrido por parte del manchisistema, lo hacen uno de los prospectos con buen grado de factibilidad, digo, para no permitir la infamia de derrotar a priori al partido que hace por levantarse de la lona.

A veces, cuando pienso en las ganas desbordantes del diputado local, Héctor Martínez, creo que su firme beatricismo sería uno de los impedimentos para obtener un éxito regular. Yo creo que por eso ha sido malquerido por la manchilínea, omnipresente en el palacio de Allende 31, donde hace constantes demostraciones de que no somos un estado pobre (¿con tanto embute?).

El lorenismo en pleno

Quien no quiera ver la hegemonía de Lorena Cuéllar Cisneros, en el muncipio capitalino, sencillamente se niega a una realidad latente. A veces los cálculos le salen mal y, como en el caso de Pedro Pérez, se lleva cada sorpresa… sin embargo se trata del evento que unifica criterios en los grupos afines al lorenismo, interesados en impulsar a alguien como Paco Hernández, el fiel escudero de la Cuéllar, leal, y sin ambiciones como para declararse tirador a la grande, en la eventualidad de sentarse en el escritorio del palacio municipal.

En el PAN, sube de tono la competencia

Con la incorporación del ex diputado local Antonio Velázquez Nava, al cuarteto de prospectos panistas a la candidatura a la alcaldía, el asunto se torna más que interesante.

Sin duda es una guerra de nervios en la cual, el paso del tiempo desgasta a los menos avezados en estos oficios. Pero, haga usted la siguiente consideración: al no hallarse dentro de esos cuatro panistas un elemento ligado directamente con Héctor Ortiz (más claro, su hermano el ex rector, Serafín Ortiz), el también ex secretario de Fomento Agropecuario del orticismo, no tendría frente a sí a un hueso tan duro de roer que, le ocasionara jaqueca y conflictos con su pasado reciente.

Sabemos que la apuesta orticista, en alianza con el grupo de la diputada federal Aurora Aguilar, lo representa el eterno candidato y campeón de las pluris, Adolfo Escobar Jardínez. Digamos que es un cuate dispuesto a disciplinarse en cualquier circunstancia, pero no me negará usted que en popularidad al interior del PAN, sencillamente no acapara las voluntades de los ciernto cincuenta y nueve consejeros en cuyas manos está la toma de la decisión más importante, electoralmente hablando.

La recomendada de la senadora Adri, ex delegada de la Secretaría del Trabajo, Martha Elena Durán, bueno, ocupa un sitio importante, pero no definitorio, pienso. Y también insisto en que no debería ser a través de ese limitado colectivo de panistas. Es más, cabe la posibilidad que el CEN albiazul, recurra a su facultad de basarse en resultados de encuestas para designar a quien encuentre con mayores posibilidades.

Ello se debe a la innegable posibilidad de cualquier prospecto, ajeno al PRI, de irrumpir en las oficinas del Portal Grande, insisto, ante los pobres resultados del PRI como gobierno en Tlaxcala.

El verdugo de Andrade, responsable de la pifia con el nuevo Código Penal

Pese a los 300 mil gastados por el congreso para pagar a Javier Pineda Arzola, el juez chihuahuense cuya mayor mérito fue hundir a Sergio Andrade y Gloria Trevi en aquél polémico pleito, y pese a la supuesta millonada aportada por el Ejecutivo a dicho personaje para sacar adelante un código de avanzada, vimos hace poco en una sesión cómo nuestros representantes populares aprobaron un documento plagado de errores, que a lo mejor era para encender el boyler de la oficina del bohemio ex coordinador del tricolor, el tlaxqueño Silvestre Velázquez Guevara (compañero de andadas de Pineda Arzola).

¿Pero quién es ese portento de abogado, que ha venido a Tlaxcala a dejarnos sin dinero ni para lo básico?

Una ficha que conseguimos por ahí, señala lo siguiente: «además del papel protagónico como juez del caso Trevi-Andrade, estaría casado con la procuradora de Chihuahua ligada con el narco… de hecho su situación laboral en Tlaxcala obedecería a una serie de pendientes en su natal Chihuahua, de la cual hoy lo separan varios cientos de kilómetros…. más su gusto por la buena vida y por trabajar poco y cobrar mucho lo llevaron a cultivar una productiva amistad con el medianito ex coordinador tricolor, el ex orticista y hoy marianista en la congeladora, Silvestre Velázquez Guevara. (dicen que son memorables sus visitas a ciertos tables dances y otro tipo de antros, cuyos nombres por falta de espacio nos reservamos para una próxima entrega).

En esas manos estuvo reformar nuestro código penal.

Aún peor. Esas manos fueron las que fotocopiaron, distribuyeron e hicieron que se aprobara un ducumento más bodrio que el acta de defunción del mar muerto.