De qué sirve un organismo electoral humillado, si el manchisistema unifica criterios en su contra, imponiendo una ley impopular, fingiendo democracia en el PRI, comprando votos y voces.

¿De qué sirven al marianismo múltiples actores a sus pies -y no por gusto- si carece de la voluntad popular?

De nada.

Vivir en el manchimundo virtual forjó toda una generación de zombies programados con una sola idea -por cierto sin mucho contenido: «manchis-manchis-manchis».

La primera evaluación del manchisaldo fue la elección federal de 2012. Un rotundo fracaso. Con pregoneros orticistas que se volvieron marianistas (Más cornadas da el hambre; Luis Spota) lanzando toda suerte de elogios en ese contexto lisonjero, paralelo e indigno que se postra ante una deidad malita.

¿En qué cabeza cabe, por ejemplo alardear con el enjaretamiento de la manchiley de pensiones, a partir del próximo lunes, cuando tiene en contra a una creciente comunidad sindical tramitando al día de hoy mil 500 amparos ante la Justicia Federal?

En la del aldeano mini tirano Ernesto Ordóñez Carrera. Se juega todo en esta apuesta. Nada tenía que perder, así que le era más atractivo correr el riesgo de actuar como extensión del brazo del amo para maltratar a la incontrolable horda de burócratas, que ir por el camino largo de la negociación.

Conste que estamos en el manchimundo. El que presupuesta cien millones para Pensiones, pero gasta sin rubor 67 millones en chamarritas horrendas.

El que ha sometido a un ignominioso nivel al recién configurado Instituto Electoral de Tlaxcala (IET), al grado que la presidenta, Eunice Orta, es incapaz de tomar una sola decisión al encabezar las sesiones. De manera muy extraña, convoca a los consejeros, los escucha, pero a la hora de demostrar porqué se halla en la cabecera de la mesa de la asamblea, pide recesos, corre a su oficina y llama desaforada a su amo, para pedir permiso  y bendición, o al cónyuge su inventor, para que la oriente en ese obnubilado liderazgo para el cual nunca estuvo preparada, tal como lo evidencian las pésimas notas alcanzadas en el proceso selectivo.

Reflexionemos: en el manchimundo virtual, el IET parece estar sometido. ¿Así se ganan elecciones?

No.

Se ganan con la voluntad popular. Esta, tiene memoria y es capaz de multiplicar el voto de castigo como lo hizo en la pasada elección.

Ignorarlo es una manera autoritaria de evadir la realidad. Es ese mundo paralelo que también tiene diputados glotones, insaciables y dispuestos a cualquier humillación con tal de tener contento al mandamás (oigan, de lo contrario dejarían de fluir los envíos de 360 mil para aprobar la ley de pensiones).

Pero, cuánto ha costado al Estado mantener al imaginativo cuento. Mucho. Desempleo, descontento, manchinformes suspendidos, chamarritas caras y corrientes, parásitos legislativos, consejeros del IET pisoteando los principios del instituto (básicamente la credibilidad), vientos de inestabilidad.

Hace unos días, cuando la aprobación de la manchiley, con todo y las cachetadas repartidas por Orlando May Zaragoza Ayala, el autor intelectual de este desfiguro negó estar detrás de dichas acciones, es más, ni estaba en Tlaxcala (ahora le digo dónde pudo haber estado).

Hoy, que la manchiley está a punto de desbordar a la burocracia bronca, de nuevo nos ha abandonado a nuestra suerte. Ya lo imagino, regañando a sus manchipeones ibéricos del rancho que recién adquirió con todo y divisa (sabe usted de su gusto por el ganado bravo)

Ah, qué desgracia, los toros le salieron sin trapío. ¡Tanto gastar para nada!… ¡Carajo… y en euros!

Méndigas reses buenas para bisteces, más o menos como el bicho de la ganadería de Rafael Herrerías y Miguel Alemán Magnani, al que Arturo Macías, «el Cejas» tuvo que despachar en medio de una tormenta de cojines. ¡Jolines!, ¡Cómo pudo haberle pasado esto!

Pues nos dicen que ayer mismo descendía de un avión de Iberia para esos menesteres que les platico.

Mas su ausencia no impedirá pensar en que la nueva política pensionaria pudo compartirse con los hoy molestos maestros y empleados del gobierno, dispuestos a dar la batalla y, sobre todo a votar contra cualquier manchipropuesta electoral.

El colmo de los excesos habría sido llevar mano en las delegaciones federales. No fue así. Hay evidencia clara de que el peñismo va a supervisar con lupa el comportamiento de sus representantes en Tlaxcala.

Bueno pero los manchipregoneros sostienen lo contrario. Es su afán por el manchiculto. El hambre es tremenda.

Y para completar la función no podía falta el partido. Sometido a una democrática elección del nuevo presidente (aunque todo el mundo sabe que el amo ordenó colocar a José Luis González Sarmiento).

Mire qué gracioso. En el mundo paralelo de Mariano, nada más hay dos estratos: los que le besan los pies y los que no merecen ni siquiera una mirada de sus altísimos ojos (jeje).