Sabino Llano es un buen hombre, pero aún lo afecta la subcultura de los hacendados, esos a los que hay que decirles amo… ¡caracoles!


Si el asunto de las guarderías nos inquieta luego de la tragedia ocurrida en Sonora, deberíamos dirigir la mirada a ciertos negocios que en el corto plazo acapararon la atención y hasta la participación de políticos, determinados a realizar las mejores inversiones.

Ahí tiene usted el ejemplo de los expendios dedicados al giro de las cervezas mezcladas con todo tipo de menjurjes, incluso mariscos, que tienen loquitos a los clientes, muchas veces menores de edad, pero sobre todo a los propietarios, al darse cuenta de que esto sí deja.

Entonces funcionarios de finanzas, de salud y de protección civil pusieron la mirada en ese tipo de establecimientos, buenos para no bajar su nivel de vida al momento de dejar la administración pública.

Los hay de muchos nombres. En plenas curvas –como ocurre con un célebre mix de estos en la avenida Ocotlán – y por consecuencia, grave riesgo de accidente, debido a que la creciente clientela sala bien atarantada tras deglutir cuantiosa cebada con chilito y cambiar la expresión de enojo por una menos tensa.

Ni qué decir de otro tipo de antros, improvisados en casas habitación pero funcionando a todo mecate, como ocurre con uno llamado la rola, a diez metros de una primaria localizada en la avenida Independencia en pleno corazón de Tlaxcala.

Y si de lugares siniestros se trata, habrá que recomendar al dueño del restaurante Los Portales un mínimo de decoro para recibir a clientes y clientes en instalaciones que, por Dios, hierven de hongos en el ambiente, como sucede en el famoso traspatio, donde al tiempo que departes en alguna mesa, cae sobre ti una intensa nieve cuyos resultados, de ser aspiradas, no los quiero ni imaginar.

Conste que es un factor para severas enfermedades respiratorias. Y que aún no superamos la crisis de la influenza.

Yo creo que las autoridades, en lugar de pensar en conformar a los accionistas de los mejores negocios –y para ello aplican presión mediante multas y clausuras – deberían cumplir con la ley y darse cuenta que una tragedia como la de Sonora, o la de la disco Lobombo en la Ciudad de México, es una amenaza constante, sobre todo por la actitud irresponsable de los funcionarios.

Mire usted por ejemplo a don Sabino Llano (o Yano) apareciendo como accionista de la guardería Cuamanco del IMSS. ¿Por qué no lo informa?, ¿Por qué a pesar de la presión nacional e internacional para ver quiénes están atrás de estos negocios, guardan un silencio cómplice?

Le aseguro que tiene que ver con la actitud del hacendado que es. Sí, don Sabino, buen hombre y mejor funcionario, no olvida los desplantes contra aquellos infortunados trabajadores a estas alturas todavía se les obliga a hablar al patrón, como “amo”.

¡Carajo!