El nivel de vida de miles se encuentra en el suelo, pero eso sí, el gobierno cumplió su compromiso de pagar prestaciones; ¿y por qué no combate la corrupción?… ahorraría diez veces más.

Cual labor estoica se nos ha querido vender la idea de formidables ahorros mediante una cruel política de recorte de personal… una gerencial visión que privilegia saldos positivos en las cuentas bancarias y no toma en cuenta, la desventura económica de miles de familias, cuyos integrantes han pasado una de las navidades más tristes, con un obscuro pronóstico para iniciar el año.

La mala vibra con la cual se han tomado esas decisiones centra en un odio obsesivo esta tendencia a lastimar el tejido social, no a resarcirlo como lo proponía el discurso original del entonces candidato y hoy atribulado mandatario, con tantos frentes abiertos que, simplemente perdió el equilibrio entre lo humanamente posible de confrontar y la constante de artillería alentada incluso en los mismos de casa… priístas o funcionarios de esos que arrojan la piedra y ocultan la mano.

La nómina adelgaza. Una pequeña porción es ocupada por grupos que han presionado bajo amenaza de rompimiento; pero a dos años de administración un porcentaje cercano a cuarenta nos tiene con menos policías en las calles, con escaso y malo, personal médico en los centros de salud, con burócratas dispuestos a paralizar al estado, confrontados con la solución propuesta al tema de las pensiones.

El ahorro existe. ¿Dónde está?

¿Por qué ahorrar a costa de la economía de las familias, y no hacerlo exigiendo honestidad a los integrantes del gabinete?

Desde un oficial mayor, señalado por el Órgano de Fiscalización Superior, de ejercer una política selectiva para dirigir recursos exclusivos para paliar la pobreza, hasta asignaciones de obra pública traficada cínicamente en la Secretaría de Obras, ya sea para empresas amigas o propias, denotan una doble moral al momento de aguantar la respiración -así lo dice el responsable de Finanzas, Ricardo García- para poder cumplir con el pago puntual de las prestaciones de fin de año al magisterio.

Hay evidencias de que el gobierno permite gastos suprefluos para financiar una errática estrategia de promoción del estado, con tantos viajes internacionales como nulos son los resultados.

Que mediante una vil ocultación de datos y franca violación a la ley, la administración repartirá 260 mil chamarritas a igual número de escolares, en la víspera del segundo besamanos, porque no es un informe de gobierno, pasando por alto que no son prendas para el frío, sino útiles escolares los que debieron ser entregados a principios del ciclo lectivo.

En el colmo de los excesos, ejecutivo y letgislativo, mochan 32 millones de pesos al nuevo presupuesto -que aún no se aprueba- para dar un millón a cada integrante del Congreso para gastarlo en obra pública, en pleno año electoral, con el grotesco uso de recursos para beneficiar la imagen de legisladores que, detentando nulo liderazgo, ahora quieren brincar a las alcaldías de sus municipios.

Así que la economía de Tlaxcala no es apremiante. Está mal administrada. La afecta una asquerosa corrupción que, en palabras del coordinador de los esfuerzos, toma un sesgo de gran hazaña. eso señores, es una vil mentira.

Cuando expliquen con franqueza por qué remodelaron la Casa de Gobierno y, quién se benefició con esa inversión, podría aceptarse esta cruel guillotina laboral para ahorrar recursos.

Bajo qué criterios se da de baja lo mismo a orticistas que a priístas o perredistas, acusados de no ser necesarios al gobierno.

¿Con qué calidad moral, el funcionario a cargo del ámbito agropecuario recibe regalos como el potro pura sangre o una camioneta último modelo que maneja su esposa -eso dicen- de parte del importador-introductor de miles y miles de toneladas de fertilizante?

Establezcamos una diferencia: el estado es pobre, pero el grupo en el poder no lo es.

Corre a miles de paisanos, pero gasta millones en consultorías externas encargadas de hacer grandes los líos que seguramente demorarán los seis años -Plaza del Bicentenario, Central de Abasto, Ortinotarios- dando más dinero a esos despachos, de por sí de gente rica.

Entonces aquello de, «ya podemos respirar», es una vil farsa, a costa de hundir el nivel de vida del estado, siempre y cuando terratenientes y casatenientes -así como el presidente vitalicio de la feria- puedan incrementar las cajas y cajas conteniendo títulos de propiedad, mientras aquellos que van al día no tienen ni para comprar medicamentos similares, porque sencillamente quedaron al desamparo laboral.

La reacción

Además de la silbatina mariana, organizada en San Pablo del Monte-creemos- por el propio pull de Peña Nieto, existen grupos como el Sindicato Siete de Mayo, lidiando una verdadera batalla contra el Ejecutivo y el Congreso, para impedir la aprobación de la iniciativa gonzalista de ley de pensiones, por considerarla violatoria a los derechos laborales.

El Siete de Mayo parece no ser el único dispuesto a batirse hasta las últimas consecuencias. Magisterio, Universidad, el propio PRI, y sobre todo esa élite que cíclicamente se configura, con la intención de poner o quitar gobernantes, se nota exaltada, acaso planeando un golpe demoledor al proyecto este de doble facha, con términos fatales a partir de la segunda quincena de enero.

Pero hay una confianza en exceso, producto de la desinformación en tanto hábito mariano para desentenderse de críticas y mensajes.

Parece ser la misma que lo embarga en las vísperas comiciales.

También en las visitas Presidenciales.

Y al contrario, se acciona el monólogo sexenal: «estamos recuperando el rumbo».

Eso quisiéramos, una brújula en manos del coordinador de los esfuerzos. Un poco de luz que le haga valorar la enorme y única oportunidad de inscribir su nombre en piedra maciza o seguir arriesgándose a para en el cementerio de la ignomina.