Es un evento sintomático de un estado con 40 por ciento menos servidores públicos, incluyendo policías. ¿Somos más ágiles? No.

No crea usted que el desmantelamiento de las policías en Tlaxcala no tenga consecuencias, y muy graves.

Hoy, aquí podemos vivir simultáneamente escenas como la registrada anteayer en las faldas de la Malinche, cuando prácticamente toda la policía se dedicó a buscar a un elemento secuestrado y lesionado por mototaxistas, o como la simpática visita de los cacos a Pensiones Civiles de Tlaxcala, como la más aberrante burla al gobierno, pues dichas oficinas se localizan a unos pasos del Cuartel General de la Policía Estatal.

La llamada política de austeridad de Mariano, ha ajustado a la fecha a la burocracia en alrededor de cuarenta por ciento, según cálculos conservadores de los mismos servidores públicos, muchos de los cuales han tenido que emigrar porque aquí en Tlaxcala es muy dificil sobrevivir, plantean.

Ello significa que más de dos mil personas quedaron fuera de la nómina.

Entonces no me explico las causas del escandaloso déficit, supuestamente mayor a mil 700 millones de pesos, los cuales quedaron en evidencia hace unos días, durante un serio desencuentro entre el secretario de Finanzas Ricardo García Portilla y su jefe el gobernador, según nos informaron fuentes confiables del propio gobierno.

Como lo compartimos con usted, aquella momentos agrios culminarían con ofensas, amenazas y el despido de dicho funcionario, a quien dentro del apasionado y acostumbrado esquema de neurosis marianista, habría sido perdonado, casi bajo la premisa de: «no aguantas nada… tú sabes cómo me las gasto».

Sin embargo, esa crisis abriría momentáneamente una ventana por la cual se fugó información, tan delicada como impresionante… mil setecientos millones de pesos, que no pueden ser comprobados y que, evidenciarían el nivel de vida asumido por el ejecutivo y la impunidad de su actuación.

El Congreso, señores, se convirtió en eunuco. Muchos de sus integrantes sueñan con dar continuidad a sus fabulosas carreras en la política, y aunque se resista a creerlo, hay panistas con la calidad moral de Fulgencio Torres Tízatl, más ocupados en la promoción personal de su imagen retro para ser alcalde de Zacatelco, que en cumplir con su representación popular. (la lista es larga, pero este caso es, créame, escandaloso).

Hoy, el saldo arrojado por una burocracia mermada, permite a los criminales saquear una oficina a tres portones de distancia de la Policía.

Y cuando uno piensa que con semejantes ahorros, el estado seguramente se va a transformar, se encuentra con esa realidad deficitaria en Finanzas.

¿Entonces qué ha pasado en Tlaxcala?

Lamento comentar a ustedes que este es una suerte de año de Hidalgo permanente. Que lo ganado por muchos, hoy desempleados, se usa para pagar sumas monstruosas a despachos externos que, en poco o en nada han contribuido con un buen desempeño del gobierno.

También me apena reconocer ese papel tiránico del hombre en el poder, agresivo con sus subordinados, ¡golpeador!, lo escucha usted bien…

A unos, los y las más cecanos, nos dicen, los afectan las humillaciones (Mitre levantando envases de crema arrojados por un gobernador que estaba estallando), los golpes (Segob, Sefin y hoy Pensiones Civiles) y hasta alcaldes y regidores han tenido que pagar los frecuentes estallamientos de cólera de un líder evidentemente con síntomas de enfermo de los nervios, y que poco a poco, ha ido labrando una pesada laja que lleva constantemente sobre sus hombros, dentro o fuera de Tlaxcala.

Mariano debe ser honesto y reconocer que a dos años de gobierno, el estado se encuentra peor que antes. Y conste que al sexenio de Héctor Ortiz se le conoció por la excesiva corrupción en todos los ámbitos, sin embargo la entidad no se hundió en el pozo de la miseria, como hoy con González Zarur.

Recuerdo la preocupación de Beatriz Paredes, debido a la inminente llegada del libanés. La destrucción del estado se tornaba inevitable.

Bueno, pues llegó y esa desgraciada premonición se cumple. Peor de lo que lo esperaban.

Hay rencor en cada acto ejecutado. Así no se gobierna. ¡Qué desgracia ese comportamiento, cuando se supondría a un ejecutivo feliz por haber inscrito su nombre en la historia de su estado!

¿Llegó demasiado tarde al poder?

No.

El que gobierna es como un alacrán… tan venenoso que ha de ser víctima de su propio aguijón.

Por cierto, fuentes confiables en la Policía nos acaban de revelar que, del mismo Gobierno Federal ha llegado una advertencia a la administración González: «no se le permitirá una baja más en las fuerzas del orden».

Pero, se supone que el Congreso es un contrapeso para impedir esa supuesta impunidad.