Diputados, Senadoras, Auditoría Superior de la Federación, urge su intervención en Tlaxcala porque nos dirigimos al precipicio.

Ya no son los tiempos aquellos en que dominaban al estado un tesorero, un procurador y el jefe de ambos. Cuando distraer dinerito de aquí y aplicarlo por allá, nada más obligaba a cuadrar cifras. Y punto, la impunidad era absoltua. No existían estos mecanismos actuales de transparencia y la democracia era un término desconocido.

Entre ese tiempo y la llegada de Beatriz Paredes al poder, se registró una severa quiebra en las finanzas, cuando al inquieto secretario del ramo se le ocurrió invertir recursos en la riesgosa Bolsa Mexicana de Valores (BMV), donde los improvisados como él eran (y siguen siendo) el alimento de los depredadores con información privilegiada, muchos tentáculos y suficientes resortes, como para arruinar a una pobre entidad federativa, igualito que suelen hacer con la economía del país.

Así que quebrar al estado es un extraño placer venido de los tiempos idos.

Hoy, se habla de mil 700 millones de pesos empleados en un contexto de grotesca opacidad, al grado que sería esa la causa por la cual, crece el rumor, del escandaloso despido del secretario de Finanzas, Ricardo García Portilla.

Aunque la penosa aplanadora tricolor y de otros mercenarios, nulificó el protagonismo albiazul para adelantar cinco años la edad a la que los adultos mayores pueden aspirar a un modesto apoyo bimestral, el fondo nos dice que en medio de este circo, puede contemplarse claramente la verdadera crisis: un virtual estado de quiebra.

Es ahí donde los diputados locales, y los representantes populares en el ámbito federal, tienen la obligación histórica de apresurar la intervención de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), ya que en el plano local nos queda claro que todo tiene un precio, así como los 180 mil pesos que según el diputado panista Justo Lozano Tovar, entregó el ejecutivo a cada uno de los 18 legisladores que respaldaron su oposición al tema de adelantar el apoyo a los sexagenarios en condición de pobreza.

Ha comenzado a descorrerse el velo de la cruda verdad que nos asiste.

Estamos en bancarrota.

Pero, ¿cuáles serían los gastos para emplear mil 700 millones de pesos?

Supongo que estos podrían ser algunos:

1.- Viajes al extranjero en calidad de jeque, y con la justificación de promover globalmente al estado. Basta decir que de esos viajes a Nueva York, Japón y otras naciones, nada hay en concreto.

2.- Pago de millonarios espectáculos como el concierto de Plácido Domingo.

3.- Contratación con despachos externos para atender infinidad de litigios a precios de primer mundo.

4.- Regalar sumas impresionantes a personas o grupos que atinaron a estar en el ánimo del poderoso. Uno de tantos ejemplos serían los casi cincuenta millones de pesos dados así, sin recibo de por medio a un conocido subordinado en el ámbito del Desarrollo Agropecuario y a sus secuaces, para echar a andar un tremendo rancho, allá por el rumbo de Huamantla.

5.- Regalar dinero a ciertos diputados para hacerlos bailar como perritos cuando se trata de aprobar presupuestos, rechazar iniciativas o sumarse a condenas pactadas en determinada oficina de Palacio.

Estos son cinco ejemplos de lo que pudo haber distraído semejante cifra.

¿Ya vio que se configuran varios delitos, comenzando por peculado?

¿Se acuerda cómo le fue a un ex gobernador perredista en Baja California, al comprobársele que dispuso en situación semejante a esta de 60 millones de pesos?

¿No le parece que la vida ingobernable de un señor que antepone su estruendoso carácter, es motivo suficiente para aplicar el freno de emergencia que, permita al hipotético carro completo virar 180 grados para recuperar el camino por el cual votaron los tlaxcaltecas en aquél cotejo de 2010?

Si resulta cierto el despido de García Portilla, más de una persona debe estar temblando porque la cárcel le reserva una suit.

No se trata de entrar en temas partidistas pero, ¡pobre PRI con ese verdugo que tiene como líder!

A ver senadoras, Lorena (PRD), Adriana (PAN) y Martita. Ahí tienen ustedes las palabras clave para aplicarse a fondo en sus desesperadas carreras por sentirse las próximas gobernadoras de Tlaxcala.

En SESA, bajo advertencia no hay engaño

Compartimos hace unos días con ustedes la penosa situación del Hospital General de la Secretaría de Salud, donde los aparatos de Radiología aguardan pacientemente a ser reparados o cambiados.

Pero el desabasto de medicamentos, enseres y otros productos ha llegado a extremos peligrosos.

Y los pacientes comenzaron a demandar al personal por actuar con negligencia ante los cuadros de urgente atención o de básico riesgo, porque hasta las gasas escasean.

El lado sindical abrió la boca y denunció la espantosa situación.

Y ni tardos ni perezosos, el director de Servicios Médicos, Enrique Vega Cubillas, así como Jorge Luis Vázquez Soto (Loncha), mega asesor del secretario Jesús Fragoso Bernal, se fueron a la yugular de dicho personal, indignado porque su labor se limita a la inaceptable irreponsabilidad de los administrativos, culpables de que el hospital se derrumbe.

La advertencia fue severa al sindicato: «Aténganse a las consecuencias».

Pues qué miedo han de sentir los representantes gremiales. ¿Estamos acaso en tiempos de esos pistoleros que sembraban muerte cuando por ejemplo CROM y CTM disputaban la titularidad de los sindicatos más influentes?

No, estamos en plena época del marianismo.