Parece que nos encontramos en un virtual estado de quiebra; las finanzas no dan ni para apoyar a los ancianos, pero entre diputados y ejecutivo le ponen sabor al caldo.

Excluir a los adultos de sesenta años del apoyo bimestral dado por el gobierno fue motivo para una calurosa reunión entre el ejecutivo y sus aliados priístas y de otros… partidillos, supuestamente de izquierda.

Y vino la lisonja del convocante a los otros, y la mano extendida de los otros para recibir el correspondiente pago a sus servicios.

Dan asco.

Si celebraciones como la que le cuento se diesen para celebrar la unión de poderes en pos de los grandes proyectos, otro gallo nos cantara. Los temas sobran: mejores estrategias para abatir a la delincuencia, albergues listos para atender a ese tejido social roto en la inminente temporada de frío, un esfuerzo supremo para abrir más fuentes de empleo…

Mas los motivan otras empresas, como aquella actitud excluyente con un creciente sector de personas mayores.

No me cabe la menor duda. Nos estamos desmoronando. El presupuesto se agota, la burocracia adelgaza, los salarios van a la baja.

Y no hay ahorros. Si acaso, la posibilidad de administrar miserablemente la pobreza inducida al pueblo de Tlaxcala como consecuencia del enorme orgullo del mandamás. A nadie le debe un favor. Es más, si puede hacer algún desplante, no lo duda.

Peleado con todos, sobre todo con la cúpula de su partido -aunque ello se niegue sistemáticamente, pero nada más hay que ver el resultado de la elección de julio- este sexenio se ha labrado un triste destino.

Tal vez, por eso las desesperadas llamadas a Carlos Salinas de Gortari, con la súplica de intervenir ante Peña Nieto para dejar botado este molesto gobierno y ser incluido en el gabinete de Enrique Peña Nieto.

La neta, creímos que el hacendado iba a tocar a todas las puertas para revivir con su gobierno los tiempos de Emilio Sánchez Piedras, cuando el ir y venir a la capital del país detonó, con dinero constante y sonante, la transformación de aquél estado pobre y sin esperanzas, al mejor comunicado, con múltiples empresas y un apoyo relevante de la federación.

Hoy, Mariano se limita a evocar esos tiempos. Y también se limita a aceptar el tremendo contraste en materia de logros.

Ha tenido todo para ser un gran gobernador, pero se ha encargado de hundir las posibilidades para conseguirlo.

Digamos que tras su constante clamor ante el peñanietismo, lo único que conseguirá es deshacerse de su actual secretaria de Desarrollo Económico, Adriana Moreno Durán, a quien llamarán a incorporarse como mando, de medio a bajito, a la Secretaría de Economía.

¿Por qué?

Tal vez porque González no la quiere contendiendo por la alcaldía de Chiautempan, y de esa manera se libra de semejante carga.

¿Deja buenos logros?

Naturalmente, pero para estados como Puebla, que nunca va a acabar de agradecerle sus desatenciones con los ejecutivos de Audi que ocasionaron la salida por piernas de ese proyecto en tierras tlaxcaltecas.

El colomo de los descaros es leer a los lambiscones de esas atrocidades, elogiando la cercanía de San José Chiapa, Puebla,  donde Audi se erige, como si ese asunto geográfico hubiera sido sesudamente planeado por la que se nos va.

Y así quieren contender

Me pregunto si diputados como Héctor Martínez, y otros de su mismo partido, están convencidos que la gente los aprecia lo suficiente como para votar por ellos tras dejar trunco su encargo en el Congreso, no sin antes permitirse votaciones aplastantes, como aquella que perjudicó a los adultos de sesenta años.

La lista es larga.

Nos hace pensar en la urgencia de una iniciativa que impida diputados o alcaldes en funciones, poner los ojos en nuevas aventuras, porque según ellos son políticos fuera de serie, con una soberbia carrera que, en un descuido los pone en el candelero.

La llamaremos la ley anti chapulín. Que los obligue a cumplir cabalmente con el encargo que el pueblo o las ecuaciones electorales les dieron.

Sería grandioso incluir en ese proyecto la prohibición, con cárcel de por medio, a recibir embutes de parte del ejecutivo, bajo advertencia que si no hay compromiso con los temas puramente legislativos, su representación popular carecería de justificación.

Porque, mire usted, nos encontramos ante verdaderos ejemplos de criminales organizados, capaces de votar contra los ancianos, pero eso sí, dispuestos a mochar el presupuesto para pagarse tales servicios.

Eso es el anti compromiso social. Entra en la cándida y arbitraria interpretación que Mariano da al término: compromiso social, igual a sentido de pertenencia, a labores comunitarias. Nada más que como estos tienen el presupuesto en sus manos, primero se procuran a sí mismos y luego se dan el lujo de llevarlo a debate.

Es más, son capaces de los peores desfiguros, de agredirse en tribuna.

Ya los imagino en la mesa con su jefe el mandatario… «y entonces, patrón, que le quito el micrófono a ese infame de Justo Lozano… y que le digo hasta de lo que se iba a morir… ¿te gustó amo?, dime, ¿fue lo correcto?, sí verdad, ¡qué bueno que te haga feliz!

Oiga, ¿ese es un representante popular?

No, es una versión retro del oficio legislativo. A falta de capacidad, se da rienda suelta a la violencia. Un típico ejemplo del pobre diablo convertido en diputado, haciendo lo imposible por asegurar su futuro.

¿Y la famosa Fuerza Peñista?

Nos dicen que ese movimiento se descompuso. Al «super», como suelen llamar a Jaime Montiel sus íntimos, le dio por devaluar ese proyecto y vender la parte que le asiste al minúsculo e intrascendente Partido Verde.

Sabedora que Luis Videgaray no vendría a la toma de protesta de la Fuerza Peñista Tlaxcalteca, Beatriz Paredes, diría a Reynaldo Acoltzi Conde: «bájate, no es el momento».

Y la influencia del ex jurídico del PRI ante el gobierno federal, quedaría impoluta tras el protagnismo de los seudo verdes y sus nuevos compinches encabezados por «el super».

¿Qué está de por medio?

Nada más las delegaciones federales.

Una buena pregunta

¿Quién será el junior que ha de salir de tierras tlaxcaltecas (unos dicen que al gobierno federal, otros, a una delegación) para operar desde allá los movimientos en torno a las candidaturas priístas rumbo a 2013?

Saque usted sus conclusiones, lo único cierto es que Tlaxcala es muy estrecho para albergar a dos políticos priístas que se llaman igual, les gustan los toros, ah, y también les gusta el dinero.