El alcalde de Apizaco, Orlando Santacruz Carreño, cobró la factura de aquella amañada maniobra de la Sedeco en torno a las dos grandes plazas comerciales en ciernes.

Ahora que nuestras autoridades se pusieron a revisar la velocidad con la que se genera inversión, el alcalde de Apízaco, Orlando Santacruz Carreño, llamó a roña Adriana (la funcionaria multimillas del gobierno estatal) a dejarse de inútiles protagonismos respecto al hipotético crecimiento laboral que ha resultado un verdadero fiasco… Después del papelazo de la secretaria de Desarrollo Económico, con los ejecutivos de Audi (mejor se fueron a Puebla), el silencio debería ser su compañero inseparable.

A ver, luego de tantos viajes a Niuyork, a las europas y a las asias, a ver dígame, ¿qué logro tangible vivimos en Tlaxcala?

El asunto cobra relevancia porque la construcción de sendas plazas comerciales, en la Ciénega y en los legendarios talleres del ferrocarril, fue originalmente solicitado por los empresarios a la señora Moreno Durán.

Molestos por tantas trabas en Sedeco, los inversionistas optaron por tratar el asunto directamente en Apízaco. Y encontraron eco a sus proyectos.

Ah, pero en cuanto Orlando organizó la conferencia de prensa para anunciar semejante inversión, la seño Moreno, el simpático secretario de Turismo, Marquitos Mena, y otros miembros del gobierno estatal, se colgaron el milagro y madrugaron al ayuntamiento apizaquense.

Así que ayer martes, durante la  Certificación de Sistemas de Apertura Rápida de Empresas Turísticas (SARE), el alcalde panista cobró aquella factura y soltó en pleno rostro de la mañosa titular de Sedeco:  “volteemos nuestros ojos, pero también nuestras políticas públicas a municipios que son el punto de partida”.

El reclamo fue muy claro: la inversión se consiguió en Apizaco y no en el despacho de Adriana Moreno.

Y en unas cuantas palabras describió la mecánica de loas, de los subordinados de la administración a su tlatoani Mariano, como si no existieran otros personajes y otros factores que juegan un papel preponderante a la hora de hacer negocios:  “la competitividad va más allá de poses mediáticas o protagonismo estériles”.

Eso es lo que impide el avance en esta administración: el protagonismo esteril.

A causa de este, se diluyen las oportunidades y, no en pocas ocasiones aquello que puede convertirse en un logro, deviene en tremendos conflictos, donde Mariano y sus esclavos, encarnan el papel del gato y el ratón.

Lo malo es que el tiempo pasa y nosotros, no pasamos de lo mismo.

Ausencia de liderazgo

¿Por qué Mariano tendría que sobreactuar ante su gabinete?

Tengo una hipótesis y la pongo a su consideración.

Las complicadas condiciones en que se dio la candidatura de González Zarur a gobernador, generó en él un infinito resentimiento hacia los grupos priístas, particularmente hacia las huestes de Beatriz Paredes.

Su desconfianza empeoró en la medida que se acercaban los comicios.

Tuvo que rodearse de verdaderos mercenarios, desleales, interesados en impulsar su propia carrera y, responsables de ese súbito sesgo a favor de Andrés Manuel López Obrador, en la elección de julio.

¿Quiénes son esos mercenarios?

Creo que un primer personaje es su primo el ex gobernador Alfonso Sánchez Anaya.

Aprovechó los odios y desconfianzas marianistas en una intensa convocatoria que tuvo como pilares a operadores suyos: Gisela Santacruz, Felipe Sánchez Lima y muchos otros que hicieron como que conformaban al robusto grupo que lograría una votación histórica para Enrique Peña Nieto… ¡hágame el favor!

Pero el otro mercenario, Mario Armando Mendoza Guzmán, se encargó de cerrar la pinza del engaño a Mariano, dotándolo de información falsa, que sugería tales ventajas de parte de los, «candidatos triunfadores del PRI», que la confianza invadió al crédulo Mariano, quien todo lo dio a sus, «singulares colaboradores» (en realidad, viles traidores, cuya obra hoy tiene en capilla al mandatario).

En víspera de la elección intermedia, los odios y las desconfianzas marianistas, no sólo han alcanzado su cúspide, sino que ocurre en los momentos que sus adversarios: Héctor Ortiz y, ¡Sánchez Anaya!, se hayan apostados en sus respectivos búnkeres tejiendo las estrategias mediante las cuales pretenden lograr todas las alcaldías y diputaciones locales en juego.

El problema es que Mariano y lo que queda del PRI decantaron en el peor negocio para los políticos.

Nadie en su sano juicio piensa en una candidatura con la etiqueta marianista. Es sinónimo de derrota.

Así que don Mariano ha tenido que echar mano de hombres sumisos e incondicionales para lograr una lista de candidatos que, quieran o no van a tener que contender.

Comienza con Ricardo García Portilla, su fiel sicario de Finanzas, quien irá a la elección -nos dicen- por el distrito con cabecera en Calpulalpan.

Formaría parte de esas anotaciones el otro secretario de sus confianzas: el de la Función Pública, Hugo René Temoltzin Carreto, para contender por el distrito que incluye a su municipio natal, Antonio Carvajal (lo interesante consistirá en hacerlo priísta).

Y en ese listado podría hasta aparecer el nombre de Noé Rodríguez Roldán, aunque también crece la versión de que su encargo consistirá en limar asperezas con el peñanietismo, pese a que voces del interior del gabinete insisten en que el presidente electo ni siquiera lo ubica.

Si la elección federal fue una prueba no superada, la intermedia se torna aún más riesgosa.

Por eso insistimos en la tesis de una verdadera revolución al interior del PRI yuna militancia con la camiseta bien puesta, pero a salvo de lesivos filtros como Mario Armando Mendoza y como el ¿actual? delegado del CEN, Enrique González González, una de las piezas clave de la insensibilidad, dilapidación y ausencia de compromiso con el partido.

Mientras ello ocurre, Ortiz sigue con sus ejercicios de memoria para hacer del próximo combate el tradicional ejercicio de recordar nombres de líderes sociales y operadores suyos.

Sánchez Anaya en lo suyo, moviendo piezas y dispuesto a llevarse de nueva cuenta un triunfo como el de julio pasado, cuando hasta le fue posible aplastar a Víctor Briones en Apizaco, para posibilitar la llegada de la desangelada y maltrecha Guadalupe Sánchez Santiago, su prima por cierto.

Incluso ya podemos hablar de militantes tricolores montados en el carro de esa necesaria renovación moral, evocando al presidente Miguel de la Madrid.

Crece el nombre del regidor de Tlaxcala, Cesar Javier Sánchez Saldivar, para quien la reivindicación en su partido, el PRI, debe generar lo que el llama bono democrático que permitió ganar a Mariano.

Difícil la empresa propuesta por el integrante del Cabildo tlaxcalteca, pero no le veo otra salida… si los militantes se unen, logran triunfos como el del hoy gobernador. Quién lo diría, verdad, esa misma unidad, hoy tendrá que combatir al marianismo y su halo de laberintos, desplantes y candidez.

Cuentas claras en el Tribunal

Ahora que la transparencia en Tlaxcala es un asunto de urgencia, el Judicial es un poder que atraviesa por momentos de eficacia por cuanto a sus cuentas públicas. Sorprendente, verdad, cuando se tiene el antecedente de titulares con el detalle de justificar sus números con facturas de lencería, paseos o compra de botellas de licor, caras y de pésimo gusto.