Nos limitamos a ser el estado de la gran feria, y la cacareamos como la única obra importante de gobierno.

¿Asiste la razón al desempeño del mando superior en Tlaxcala?, ¿quién tiene una respuesta a tal incógnita? Bueno, la primera evidencia que podría ser adversa es la derrota electoral del primero de julio anterior. Es una evaluación popular al estilo de llevar el timón.

Desde el inicio del gobierno la constante ha sido la confrontación, sustentada en la concentración de poder en la persona del ejecutivo local, cuyo sistemático rechazo a formas distintas de pensar, sobre todo de generaciones menos vetustas.

El necesario renuevo generacional es una posibilidad remota a causa de la máxima vigente: «el que manda y llega a equivocar el rumbo… vuelve a mandar».

Y a los jóvenes del marianismo se les inculca la rapacidad como condición para incluirlos en tareas de gobierno. Entonces se dan casos -como el del hijo del ex alcalde Aldo Lima Pineda- desempeñando simultaneamente los cargos de titular de la Comisión Estatal del Agua (CEA) y de coordinador de Ecología del gobierno estatal.

Otros, han tenido el manejo arbitrario de abultados presupuestos de carácter partidista. La manera en que procedieron sembró la duda en la militancia.

Hace poco, Mariana González Foullón, hija del gobernador y presidenta honoraria del DIF, encarnó una voz disonante en este concierto del caos. “La vida independiente de México se expresa en la libertad de pensar, de trabajar, imaginar y proponer…»

Si a individuos con esa formación se les dieran cargos estratégicos, la administración mejoraría, no lo dudo.

Mas voces como esas no abundan.

Así que el desarrollo del estado pasa por un severo filtro de contrariedad. Si otros hicieron grandes obras, ¿por qué tendría que hacerlas yo? Si otros gobernadores dan muestra de compromiso con sus estados, ¿yo por qué tengo que imitarlos?

Entonces vienen larguísimas sesiones de linsonja: «estamos recuperando el rumbo; ahora sí se nota el mando; los demás pueden ser culpables de esta crisis… yo no».

Y a resumidas cuentas entramos al tercer año de administración sin una sola obra que dé realce a quien la encabeza.

Bajo un esquema de ocurrencias se registran anuncios poco menos que imposibles, o en un marco desquiciante: «construiremos en Apizaco Ciudad Judicial; no se quedó la armadora Audi, hoy queremos a BMW».

En este desconcierto se ha evidenciado una actuación amañada de los mandos altos y medios. Un poco por sobrevivencia y otro por su ambición desmedida, alimentan la furtiva farsa que los alienta a dar trato de rey al líder, siempre y cuando sus crezcan sus canonjías.

Le decía hace unas líneas, los viejos lobos de mar han iniciado el renuevo en puestos clave, colocando a sus hijos, pero siempre con la consigna de medrar en el encargo temporal, con la esperanza que algún día les corresponderá ser protagonistas. Pero en este momento no.

Tendría que darse una verdadera revolución entre padres e hijos en el poder, para que los primeros acepten que llegaron tarde y los segundos asuman su oportunidad con verdadero compromiso de Estado.

Los viejos políticos que creen tener el poder, Mariano y Joaquín, han caído en el peligroso juego de hacer y deshacer al estado casi en la tesis freudeana del psicoanálisis. Ambos, con dinero y poder, no han podido impedir que surja el niño travieso y rebelde de sus adentros, casi como el protocolo que marca el fin del camino, conscientes -pero sin aceptarlo- que la prueba impuesta por sus maestros de la política no ha sido superada.

Sus reiterados fracasos, en el ejercicio de gobierno y en el tema electoral, los encasillaron -insistimos- en esa permanente sesión lisonjera que se limita a contemplar la colosal obra del sexenio: la feria.

Estoy seguros que ambos son unos triunfadores.

Y los equivocados somos los de a pie, o sea la mayoría. Tendríamos que cambiar nuestra percepción del ejercicio de gobernar. Aceptar a este par, hoy con desaciertos y mañana con más desaciertos, pero convencidos de su autenticidad, como piezas legítimas de museo.

Ello se resume a una entidad federativa con todas las posibilidades de avanzar en el concierto nacional, en una zona castigada donde la obra del sexenio, insistimos, es esa feria del cincuentenario que resulta una ofensa para esa parte del tejido social, recién despedida con finiquitos de 29 mil y 33 mil pesos, para afrontar un lapso de dos años sin posibilidad alguna de ser contratados para el oficio que siempre desempeñaron, el de gendarmes.

Pero, ¿quién se atreve a decir al rey que la razón no le asiste?

Los que están dentro no lo hacen porque pondrían en riesgo su empleo. Y los de fuera, ven tan fuera del alcance a esa versión de Altísimo (de petatiux), que han acabado por aceptar este suplicio, que no es vida.

En estos tiempos de crisis insuperable, ¿ya tiene dispuesta la fortuna para gastarla en la feria de Tlaxcala?

Los que nos gobiernan no están mal. Sucede que llegaron en un tiempo equivocado, con decenios de atraso.

La otra vergüenza: el Congreso

Casi la mitad de legisladores, quince para ser precisos, no descartan dejar inconclusos sus respectivos cargos de representantes populares, para participar en la elección de alcaldes.

Ellos se detectan virtudes extraordinarias. Y como que acaban por aceptar la voluntad de Dios, respecto a sus ascendentes carreras políticas, vamos hasta guapos y guapas se han puesto tras cobrar fortunas por no hacer gran cosa.

En campaña la mayoría prometió culminar el encargo. Ser representantes populares de enorme valía. Y no vieron lejos la transformación de la entidad gracias a sus dotes de estadistas.

Y van a quedar en el intento.

En su diario recorrer los pasillos del Legislativo, el reportero Roberto Nava, halló evidencia de aquella inquietud parlamentaria por arrojar la toalla para dedicarse a una nueva campaña: Juan Fulgencio Torres Tizatl en Zacatelco, Lilia Caritina Olvera Coronel por el municipio de Calpulapan, Justo Lozano Tovar por Apizaco, mientras que José Alejandro Aguilar López otra vez por Huamantla y Adolfo Escobar Jardínez, en su tercera intentona por la capital del Estado.

Estos son panistas. Faltan los de enfrente: Ramiro Pluma Flores por la capital del Estado junto con Héctor Martínez García, mientras que Francisco Javier Romero Ahuactzi iría por Chiautempan y Tomás Vásquez Vásquez por el municipio de Ixtacuixtla.

El perredista Gelacio Montiel Fuentes, insistiría en regresar a los tiempos idos, de la presidencia municipal de Tetla de la Solidaridad, en tanto que su compañero de partido, Juan Javier Potrero Tizamitl por el municipio de San Pablo del Monte.

Faltan otros pero, ¿sabe?, me da vergüenza ver este grado de cinismo.

Diputados de confrontación y pachanga… de eterno estado etílico y maquillaje para cubrir su hastío de vernos la cara de pendejos.

Aplausos a los que han hecho cuando menos el esfuerzo por legar algo medianamente respetable.

Pero, ¿quiénes son esas eminencias?