Los cachorros del team marianista mejor conocida ya como el relevo generacional, son tan malos como sus impulsores.

La calidad moral del oficial mayor, Ubaldo Velasco Hernández, tras ejecutar el despido de 239 policías estatales y 24 ministeriales, digamos que no abunda.

Y mientras la pretendida restauración del tejido social, en tanto el discurso marianista para solidarizarse con los pobres entre los pobres ha resultado una vacilada, hay ciertas familias, como esta, que disfrutan el sexenio de la bonanza, ese donde no habría negocios entre familiares, y menos actos de nepotismo.

Se trata de un sistema de gobierno que a buen resguardo de la congruencia, donde los cachorros de las eminencias subordinadas viven con intensidad la transformación que cada día los acerca a ser los nuevos ricos de Tlaxcala.

Uno de los ejemplos más escandalosos lo vive Aldo Lima Carrillo, junior del controvertido ex alcalde priísta, Ariel Lima Pineda, quien lo mismo se desempeña como coordinador general de Ecología que, como titular de la Comisión Estatal del Agua (CEA).

Aquí, el renuevo generacional se da con el estilo particular del viejo PRI… hay que hacer ricos y poderosos a quienes en el futuro encarnarán las candidaturas y reafirmarán en el poder al partidazo. Si la gente preparada y con méritos lo ve con recelo, pues ese es su problema porque no todos cuentan con un papá vigente en el ánimo del gobernador.

Tal vez ese fue el motivo para la romántica conferencia de prensa donde se dio a conocer el cese masivo de elementos de Seguridad Pública y de la Policía Ministerial. Quienes encabezaron este acto, procuraron curarse en salud, ofreciendo una especie de créditos PYME, «y la oportunidad de aprender a hacer algo», a los desdichados desempleados, además sentenciados a dos años de navegar pasando hambre sin la mínima posibilidad de encontrar trabajo en toda la República Mexicana, pues sus nombres fueron boletinados.

Nos dicen que los rigurosos exámenes a los que fueron sometidos no ofrecieron tregua. Es más, ni siquiera se hallan bajo la directriz del gobierno estatal, sino a través de la Secretaría de Gobernación.

Claro que los jefes de estos descamisados pudieron pedir nuevas oportunidades para poner en forma a los policías pasados de peso, dotar de anteojos a aquellos con deficiencias visuales y hasta argumentar lesiones en el cumplimiento del deber a consecuencia de las cuales, sus movimientos son lentos e inseguros.

Pero no. Prefirieron utilizar las grandes tijeras aprovechando la insistencia del gobierno federal para depurar a los cuerpos policíacos.

Ello les ha permitido desmantelar el aparato policíaco, hasta llegar a la meta de contar con sólo mil policías (bueno eso sería el proyecto porque aún faltan unos cuantos para alcanzarla). De esa forma, el peso de la nómina es más ligero. Vaya, hasta hay quienes se esmeran en destacar esa, según ellos, inmejorable decisión.

Es curioso, mientras otros estados de la República pelean más recursos para agrandar su plantilla de policías, aquí, sin mediar oposición se les echa a la calle.

¿Y cómo cree usted que tomen esta información los potenciales inversionistas?

Creo que la lógica los llama a mantenerse a salvo de traer sus riquezas a un estado con una vigilancia mermada.

He aquí donde entran al rescate los municipios, con sólidas corporaciones de policía, cuyo pago puntual y equipo competitivo es el gran reto de los alcaldes.

Municipios como Chiautempan y Zacatelco, suman más de ciento cincuenta elementos en su corporación. Apizaco lo eleva a más de doscientos.

Entonces es obligada la pregunta: ¿mil policías estatales para resguardar sesenta municipios?

Y la otra: ¿para eso despojaron de su policía municipal a la capital del estado?

Los capataces de Mariano aseguran que pese a ser pocos, se les exigirá mucho. No hablan de mejoras salariales, pero sí de ubicarlos en sitios estratégicos para retenes más efectivos y patrullajes intensos.

Mas el fantasma del hambre se ve en las mulas del vecino, o sea en las familias de esos policías que no dieron el ancho.

La parcela propia está asegurada. Hay cheques quincenales para los hijos y tal vez para las esposas. En otras palabras, para esta burbuja, el gobierno es un éxito.

Las promesas sacadas de la manga

Hace varios cabildos, en Apizaco, una declaración del gobernador generó expectación entre regidores, alcalde y demás presentes.

«Vamos a construir aquí la Ciudad Judicial».

Tal vez lo recuerde. Fue la pequeña temporada cuando hasta se hablaba del traslado de la capital a ese pujante municipio.

¿Qué ha pasado con Ciudad Judicial?

Nos enteramos que el día de su presentación, quien lo hizo (o sea el gober) tenía en sus manos una serie de anuncios de obras chiquitas… ya sabe usted, guarniciones, banquetas, pequeñas construcciones; nada congruente con el tamaño de quien lo anunciaría.

Así que a algo tenía que recurrir. Y lo primero que se le ocurrió fue hablar de la Ciudad Judicial.

Sepa usted que no existe proyecto y mucho menos se le contempla en el ámbito presupuesta.

Se trató de una mera tomadura de pelo.