Mariano rechaza ser el responsable de la escandalosa derrota electoral de julio.

El gobernador Mariano González Zarur, rompíó el silencio en relación al estruendoso fracaso electoral de julio pasado: «no se vayan a equivocar de nuevo», dijo a cientos de campesinos a lo largo de una gira donde entregó implementos agrícolas.

Para él esa derrota estuvo en manos de otros. No en las suyas. Y sin un poquito de rubor se animó a hacer una serie de declaraciones consignadas en una nota de Guadalupe de la Luz (La Jornada de Oriente).

El acto no fue de menor importancia. Entregó apoyos por 131 millones a tres mil proyectos productivos.

Según el texto, «frente a campesinos, comisariados ejidales y funcionarios de los tres niveles de gobierno, el mandatario ratificó: ‘voten por quien quieran, lo único que les digo es que abusados porque ya se han equivocado, no se vayan a volver a equivocar, es lo único que les pido, nada más’.

Queda en el aire la duda, si la convocatoria adelantada para la elección intermedia tenía como objetivo promover a su partido, el PRI, o a la causa de su primo, Afonso Sánchez Anaya que, en esta pasada elección todavía pertenecía al PRD.

Lo que sí quedó muy claro es el llamamiento a rechazar a su adversario, el ex gobernador Héctor Ortiz y su franquicia panista, la cual pese a los malos resultados en la elección presidencial consiguió un par de escaños por la vía plurinominal (Leonor Romero Sevilla y Aurora Aguilar), así como la senaduría, en manos de Adriana Dávila Fernández.

“Y luego hasta ganan partidos que son franquicias familiares o de grupo, que no tienen ni estructura, ¡abusados!, lo que pasa es que nos dividieron con premeditación, alevosía y ventaja. Divide y vencerás, yo no divido; todos los días sumo”…, añade la nota de De la Luz.

Aquí es menester hacer ciertas precisiones.

Mariano atribuye al llamado voto verde la equivocación de partidos. Claro, no asume la responsabilidad.

En el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del tricolor tienen una versión distinta. Por cierto, obtenida de manera directa. Se sustenta en una deficiente y tardía financiación a la burocracia y estructura de ese partido, cuyos integrantes quedaron paralizados, aunque sus contrarios disponían de tráileres de electrodomésticos y otras viandas, esas sí entregadas casi en condiciones dictadas por el manual del Revolucionario Institucional para ganar elecciones.

Para la ola roja, damnificada y maltrecha, las palabras de su ¿líder?, suenan a burla.

A causa de esa muy rara operación priísta, hoy tenemos dos senadoras de oposición: Lorena Cuéllar y Martha Palafox.

Entonces, ¿qué valor tuvieron las encuestas en manos de Mario Armando Mendoza, el asesor de super lujo, a través de las cuales se tuvo siempre la certeza de una ventaja promedio de dieciocho puntos?

Las evidencias nos dicen que se trató de una brutal farsa aceptada por la versión marianista del PRI, cuya consecuencia fue la derrota más escandalosa de Enrique Peña Nieto, en una plaza donde se ofrecían votos de sobra para hacerlo presidente.

Y también muchas ganas para ser llamado a incorporarse al nuevo gabinete.

Sólo una revolución al interior del PRI podría salvarlo de una nueva crisis.

Testigo mudo de estas circunstancias, Beatriz Paredes y su leal corriente priísta, han decidido tomar cartas en el asunto, conscientes que bajo la batuta de González, ese partido está condenado a la tumba.

Me llama la atención que a últimas fechas, una incipiente participación de Anabell Ávalos, la candidata perdedora al senado en el PRI, activaría la desconfianza del alto mando y, de inmediato -nos dicen- fue retirada de ese intento y presuntamente incorporada como asesora a la nómina del gobierno.

Si a un elemento de casa se le pone a buen resguardo, qué no esperarán los García Sarmiento, los García González y demás militantes tricolores realmente interesados por su lideresa, en recuperar la parcela sacrificada en aras de un candidato que, en cuanto pudo, como San Pedro, los negó tres veces.

Pues esa inquietud al seno del partido a penas comienza.

Y el llamamiento de Mariano a los campesinos: «no se vuelvan a equivocar», parece haber activado la indignación de esa militancia, dispuesta a hacer equipo con quien sea, siempre y cuando no los vuelva a encabezar el verdugo.

Ahí tiene la lucha interna del PRI. Unos, los empoderados y con el recurso en las manos, dispuestos a no ceder la franquicia un centímetro. Los otros, a quienes ha tocado el peor momento de su vida política, determinados a no dar tregua en la recuperación.

Seguir con el marianismo en el partido conlleva el estigma de derrota. El pésimo negocio al aceptar la representación tricolor para ir a la intermedia.

En manos de la que llamaremos disidencia tricolor, las cosas no están mejor, pero al menos tienen bien puesta la camiseta para defenderla con estoicismo en el próximo cotejo, cuando el truene tricolor siga creciendo de acuerdo a estimaciones serias, sobre todo en municipios con autoridades frívolas, escandalosas y corruptas.

¿Ejemplos?, sobran.

A eso súmele el intento de burla que hoy, «el lic. Mariano» ha comenzado y parece estar dispuesto llevar hasta sus últimas consecuencias.