Ahora tiene que presentar título y cédula profesional para que cientos de trámites, demandas, peticiones y avisos conserven su validez; al verlo en toda su intensidad sobrevino la ira y, la plaza del nuevo consejero jurídico está en riesgo.

Ningún decreto es capaz de subordinar a la Dirección General de Profesiones (DGP), dependiente de la Subsecretaría de Educación Pública (SEP), para ordenarle tu inclusión como Licenciado en Derecho.

No, para conseguir ese título debes ser egresado de la Facultad de Derecho de alguna universidad.

Una creciente versión al interior de Palacio, describe el menudo problema al que hoy se enfrentaría el Poder Ejecutivo de Tlaxcala, porque a su titular le dio por colocar la antefirma de, «licenciado».

Ese inconveniente alcanzó los terrenos legales pues, ahora las instancias a las cuales se han enviado oficios, peticiones, autos y demás, hicieron saber al gobierno tlaxcalteca su obligación de respaldar el nivel de licenciado -ni más ni menos que de su protagonista- mediante el envío del correspondiente título respaldado con la cédula profesional que debe asistirle.

En consecuencia -dicen- el recién desempacado consejero jurídico, Héctor Maldonado Bonilla, enteró al afectado -su jefe- sobre esta nueva crisis, de la cual ya comenzó a fluir una cascada de problemas pues, infinidad de respuestas formales provenientes de las más distintas instancias pues, carecen de validez, y han de iniciar un proceso de reingeniería consistente en corregir las antefirmas. Una labor titánica.

Tan amplia como útil para aquellos afectados por alguna acción del ejecutivo tlaxcalteca. Significa más o menos un borrón y cuenta nueva en el complejo mundo del litigio.

La pregunta es, ¿cómo corregir lo ya existente, sobre todo aquellos progresos de carácter legal cuya gravedad complica la situación del gobierno del estado de Tlaxcala?

No crea usted que todo ha sido sencillo. Cuando el consejero jurídico explicó la delicadeza del caso, provocó la ira del… licenciado, quien lejos de comprender la considerable regada de tepache, procedió a rezarle así de maldiciones, y a dibujarle un escenario de despido, según nuestras fuentes.

¿No hay obras importantes en Tlaxcala?

Se equivoca quien así lo piense. De acuerdo con reportes de la Cámara de la Construcción, en Tlaxcala hay por lo menos dos espacios donde han sido canalizadas cientos de toneladas de concreto hidráulico.

Una correspondería a una propiedad, creo que de un criador de bravas, inmensa y muy atractiva, como requirente de cantidades monstruosas de cemento para realizar un monumental proyecto, y la otra a una magnífica finca, nada más que esa, propiedad de un señor que acaba de participar en las elecciones como candidato a senador (y perdió).

Entre la comunidad de constructores, tal referencia de materiales usados -sobre todo cemento- nos llevan a ocupar uno de los principales lugares a nivel nacional, en cuanto a demanda de ese producto. Tal vez si fuese usado en proyectos de naturaleza social alcanzaría para seguir agrandando el número de casas erigido en este gobierno y las otras, no menos moradas, a las cuales se ha enviado apoyo para pisos y techos de concreto.

Otra conclusión de ese gremio, es lo burdo que resulta a estas alturas este acto, con suficientes razones para considerarle un vulgar latrocinio correspondiente a tiempos idos de un poder tricolor al que militantes y simpatizantes procuran conservar sepultado, porque es la causa de la gran desconfianza nacional y razón, en consecuencia, de los afanes peñanietistas para crear una Comisión Nacional Anticorrupción.

Por lo pronto, que nos quepa la satisfacción de que, aun siendo el estado más pobre, contamos con ricos muy ricos, cuyas faraónicas propiedades pueden competir con cualquiera que usted guste. Además nos dan el título de una entidad con buen gusto por la construcción (aunque tenga dueños que no nos dejen ni acercarnos).

Código Rojo

No hay peor ciego que el empeñado en no ver. Hay que ver la descomposición en el terreno de la inseguridad, y las presuntas pruebas de que aquella intervención de la policía para detener a un comando de hummers, en realidad, dicen, se trató de una desesperada maniobra para repeler la agresión, de dentro de las unidades hacia la finca sede de la casa de gobierno.

Tal vez haya sido un aviso.

Uno más, como aquél -por esas mismas fechas- consistente en una macabra aparición de sendas cabezas en el lugar más vigilado de la entidad.

Los seminarios y las conferencias describiendo un estado lindo y seguro salen sobrando.