El secretario de Gobierno menos informado en la historia de Tlaxcala, se llama Noé Rodríguez Roldán, a quien convidan datos luego que los ha conocido su verdadero jefe, el moreliano Mario Armando Mendoza.

El secretario (de utilería) de Gobierno, Noé Rodríguez Roldán, distrajo su apretada e importante agenda, para poner a trabajar a 22 de sus muchachos en las campañas políticas. Su jefe, Mario Armando Mendoza se lo ordenó y aquél, muy obediente… pues obedeció.

Ahora caigo en la cuenta de aquellos golpes sobre la mesa y otras reprimendas que en no pocas ocasiones llevaron al de Calpulalpan a guarecerse tras las cortinas del lugar donde despacha, cual cachorro tembloroso ante la ira golpeadora de su dueño.

Por lo pronto, y ante los colosales resultados de su gestión en la Segob (ajá) se procedió al desmantelamiento de la misma, con una licencia que vence el 7 de julio y las instrucciones precisas para usar toda la información con la que cuentan (digo, se trata de la secretaría responsable de la política interna).

En realidad es personal bajo el mando de Mendoza Guzmán, quien en su papel de coronel coadyuva a coordinar la campaña de Peña Nieto, a cargo de Mariano González Aguirre.

Privado de 22 sujetos con portafolios llenos de información, este mermado servidor público debería pensar en el retiro como la salida menos humillante.

Y de todas las dependencias hay aportaciones.

En total son cuarenta y dos cuyo encargo es muy claro: lograr un avasallante triunfo de Peña Nieto ante el crecimiento de Andrés Manuel López Obrador en Tlaxcala, pues lo peor que podría ocurrir al marianismo es quedar mal ante el jovenazo candidato del PRI, a quien por cierto le llovieron muestras de repudio dentro y fuera del país, este domingo.

Ah… si en lugar de lidiar con esta bola de conflictivos, tuviese una invitación peñanietista a sumarse digamos a alguna oficina de Hacienda (para aplicar a fondo sus conocimientos de contabilidad) o de perdida en el DIF, para poder repartir zapes a placer a la bola de chamacos trompudos y respondones.

Resultado de la ignorancia

Es más fácil, por ejemplo, negar que el Tribunal Colegiado amparó a 13 notarios orticistas, que reconocer su más absoluta desinformación sobre el tema.

Y eso que su calidad de Secretario (así con mayúscula) le debería asegurar por lo menos estar bien informado. Pero eso es facultad de Mario Armando. Cuando este ya se halle bien informado y la haya presentado al hacendado gobernador, entonces los legajos podrán ser conocidos por el secre del fracaso constante.

Tampoco sabe que su amo ya planea la cancelación de las patentes de notario entregadas el año pasado como un desafío más a la destrucción mal planeada de la heredad orticista.

Y si a alguno de los notarios suspendidos lo pepenan –pues ya existen órdenes de aprehensión contra cada uno por diversas faltas- pues tampoco va a saber responder. Primero tendría que llamar a su jefe el moreliano, para ver si hay así de tiempo en su agenda para recibir a un pobre secretario de Gobierno más hecho bolas que la sede santista ayer domingo en la Comarca, donde se alzarían campeones del Futbol mexicano.

Así que lo mejor es decir no, pues con esa calidad de funcionario público al frente ahora de una secretaría sin gente los problemas tienen a multiplicarse y la capacidad de respuesta tiende a ser tan tenue que lo mejor habría sido alejarse del servicio público hace mucho.

El negocio, para nadie

Ocurrió en la oficina de la directora de Notarías y con presencia de los once notarios con más años en Tlaxcala. «Oigan, nos están comiendo el mandado… damos tan caro y somos tan zonzos pal trámite que, gente de Hidalgo, Puebla y Edomex, ya operan en la entidad tlaxcalteca y nosotros, nada más vemos cómo el dinero se va».

O sea, el asunto de las notarías orticistas es una causa de exterminio, pero no por desear un nuevo proceso de selección, sino para acabar con ellas en tanto factor de competencia para los añosos y saturados de colesterol fedatarios, acostumbrados a recibir dinero a carretillas.

Esa misma torpeza acabó con el negocio. Ver a un notario equivalía a entrevistarse con el rey Juan Carlos (antes de la fractura de cadera cuando andaba matando elefantes).

Soberbios, careros y «malmodientos», fueron las características que dieron al traste con el negocio de las escrituras de casas, terrenos, y también de los testamentos.

La actuación de estos individuos como extensión del Ejecutivo local, pero sin que le cueste dinero al Estado, significa claridad patrimonial y por lo tanto una eficaz lucha contra la violencia, surgida cuando dos se sienten dueños del mismo bien.

Pero se requiere un mínimo de eficacia.

No la lentitud como común denominador de quienes aplaudían la guerra contra los notarios del 2010, pues llegaron sin invitación a una plaza generosa, donde lo que menos había era competencia.