En realidad fue un ejercicio democrático que no marca los grandes cambios esperados pero eso sí, sitúa a los candidatos en el lugar realista que les corresponde. El efecto Cuadri resultó un fenómeno tras el debate.

A Enrique Peña Nieto no lo hicieron trizas en el debate de anoche. Para cada golpe tuvo respuesta. Andrés Manuel López Obrador, fue el más claro con la metralla, aunque mostró la foto de Peña con Salinas al revés y observó falta de tiempo para poderse explayar.

Josefina Vázquez Mota habría sido la menos favorecida, como lo muestra la encuesta de salida de El Universal: Peña 36.3, AMLO 23.4, JVM 22 y Cuadri 9.8.

El candidato de Nueva Alianza, en cambio, puede ser el gran fenómeno resultante del debate, pues del bajísimo puntaje que no alcanzaba dos unidades incrementó casi 400 por ciento su popularidad.

Uno de los golpes más demoledores fue asestado por López Obrador, al responder el señalamiento de Peña respecto a Bejarano y Gustavo Ponce: “ellos fueron a la cárecel, en cambio usted, inexplicablemente… bueno explicablemente está aquí”, dijo con sarcasmo.

Así que no valen declaratorias adelantadas de triunfo en el debate.

Se trató de un ejercicio democrático que, al menos en la encuesta de salida mermó más de trece puntos al abanderado priísta, quien de 50 unidades bajó a 36. Al candidato de las izquierdas le permitió remontar la corta desventaja con la abanderada del PAN, al pasar de un promedio de veinte puntos a 23.4, mientras Josefina, titubeante y por momentos ausente resultó la perdedora.

No hubo las bombas esperadas. Pero no hay duda que cambió el panorama.

Tan intenso como el contraste de los abanderados resultó la mesa de Televisa con la presencia de los coordinadores de campaña.

Roberto Gil, hizo una defensa espectacular de Josefina. Cambió el concepto de fracaso despertado cuando la panista insistió en el tema de la muerte de Polet. “Fue uno de los grandes silencios de Peña”, sostuvo.

Más cauto, Luis Videgaray, procuró mantenerse en el tema de las propuestas, aunque por momentos se olvidaba de su papel de representante y actuaba como el protagonista, centro de los mensajes de los asesores salinistas de Peña.

Casi una extensión del ejercicio promocional de AMLO, su coordinador de campaña, Ricardo Monreal, mantuvo seguramente el nivel más alto en la mesa de la empresa de Azcárraga, lo que no ocurrió con  Luis Castro, a quien el moderador Joaquín López Dóriga, llamó Luis Cuadri.

En otras mesas de análisis –como la de CNN- fue posible ver a la priísta Dulce María Sauri Riancho, en una actitud autocrítica, que se mezcló con los amplios conocimientos del panista Javier Corral y el muy cambiado Jesús Ortega, ahora impulsor de AMLO de hueso colorado.

Aquí en Tlaxcala, el posdebate no fue menos insistente en declarar triunfadores a sus respectivos abanderados a la Presidencia.

Los que más ruido hicieron fueron los priístas. Presidente estatal y delegado del CEN, Arnulfo Arévalo y Enrique González, aplicaron sus muy particulares estilos para levantar la mano de Enrique Peña Nieto y criticar lo que llamaron doble moral de Josefina Vázquez Mota.

«El candidato del PRI no está en una pelea y se ha reiterado, la apuesta no es dividir a México ni ganar una elección, sino que es cambiar a México y Enrique Peña Nieto representa el cambio, la nación merece paz, seguridad, crecimiento y mayor desarrollo», dijeron tras el debate.

También tuvo voz Marianito González Aguirre, el hijo del gobernador y coordinador de la campaña de Peña Nieto, para quien debe seguir lo que consideró como exitosa estrategia de promoción del candidato a la Presidencia.

Sin más reflexión que la algarabía de sentir ganadora a su abanderada, el líder estatal del PAN, Sergio González Hernández, consideró que el debate permitió ver a la verdadera mujer, cuyos proyectos justifican la diferencia en el quehacer propuesto de gobierno.

Con una producción francamente mala del IFE, este ejercicio democrático demostró que el interés de los mexicanos se fincó mayoritariamente en el contraste de ideas de los candidatos.

Sirvió para reafirmar el terrible distanciamiento entre lo que AMLO llamó, “el grupo de los que mandan”, con el añoso luchador cuya oportunidad de cerrar el debate no desperdició la oportunidad para exaltar la figura de quienes conformarán su gabinete.

Hombres de la talla de Ramón de la Fuente en Educación, de Marcelo Ebrard en Gobernación y de Cuauhtemoc Cárdenas en PEMEX, dan brillo a la lista de notables utilizada por el tabasqueño como importante apuntalamiento de su propuesta.

Pero la encuesta de salida de El Universal es fría.

No se dieron los grandes cambios casi a niveles esquizofrénicos que algunos aguardaban, pero eso sí, fue posible ver las debilidades de los cuatro aspirantes a la Primera Magistratura del país.

La crisis en Pensiones Civiles

Sembrar la incertidumbre respecto a la falta de recurso para cubrir la próxima quincena a pensionados y jubilados, es un error garrafal del director del organismo, Ernesto Ordoñez y de su jefe el gobernador Mariano González Zarur.

Tal vez por el eco del debate la noticia pasa desapercibida, pero renunciar al cumplimiento de una obligación con este gremio hace muy poco bien al estado.

Esa incertidumbre aumenta con el anuncio de recortes laborarles como parte de la estrategia para ahorrar cien millones de pesos.

Un gobierno que genera en distintos sectores el terror que significa quedar sin empleo y sin pensiones, desafía la potencial inconformidad social, nada conveniente en esta etapa que vivimos, a cincuenta días de la elección federal.