La candidata de Morena al Senado y su elevado posicionamiento, es producto de la victimización alentada por el gobernador Mariano González Zarur, quien así ha podido ver lo improductivo que resulta la práctica del estrangulamiento social por fobias personales.

Bueno, encabezado por luminarias como Carlitos Rojas, el PRI devalúa como no tiene usted una idea… vamos una acción impulsada por él, fue enviar a un (im) propio a tratar de convencer a Lorena Cuéllar Cisneros, de regresar al tricolor. ¡Así están de graves las cosas!

Rojas Gutiérrez ha llegado al extremo de solicitar personalmente a su, “gran amigo”, Manuel Camacho Solís, pues… si fuera posible, verdad, dejar fuera a una tal Lore, porque bueno, a nuestro amigo el gober de Tlaxcala le ocasiona agruras el sólo hecho de pensar en ella como la obstinada candidata a senadora.

La inquietud marianista llega a tales niveles que, personalmente habría realizado varias llamadas telefónicas tratando de detener el avance de quien hace unos meses aún estaba en su redil, pero acosada y ninguneada.

Quién iba a pensar que con unas encuestas y hasta llevando como compañera de fórmula a la seño Martha Palafox Gutiérrez (sí la que hace años se dio de guantadas con la Padierna) la diputada local con licencia sería capaz de poner de cabeza al fürer y a sus guajiros.

Pero este fenómeno debe analizarse de fondo:

1.- No es que Lorena sea la gran líder; su discurso es medianamente aceptable (su fuerte en el PRI fue asirse del populismo, promoviéndose como defensora de los niños y los viejecitos), sin embargo no ha sido capaz de despertar la solidaridad de grupos afines o no al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) por tratarse de una víctima de la misoginia marianista.

2.- El gobernador Mariano González Zarur tiene frente a sí una evidencia del repudio popular que generan sus fobias personales. El fenómeno es realmente delicado para su causa, y atribuye a él la creación del fenómeno Lorena, victimizada y por lo tanto engrandecida, en el entorno de intolerancia y misoginia que con la Cuéllar enfrenta la enésima llamada de atención para renunciar a la ira como única forma de reaccionar ante situaciones que salen de su control y adversarios que despiertan la conmiseración colectiva.

3.- Lo peor es observar su básica operación política, intentando a estas alturas la descalificación de Cuéllar en la cúpula de los partidos que la acogieron tras la cerrazón de su propio partido… mire que persuadirla de regresar a la casa en ruinas retrata de cuerpo completo a un sistema titubeante, superficial… en pocas palabras: chimoltrufio (como dice una cosa, dice otra).

El lobo estepario se ha dado cuenta de su incapacidad para deglutir como quisiera a la fauna que no le es simpática, y encaminado a la primera prueba seria de su mandato (la elección, claro) se dio cuenta que sus mejores años quedaron muy atrás, cuando el sistema que lo parió le permitía o no ciertos excesos, o bien resolvía sus errores no sin antes reprenderlo.

Dos elementos fundamentales en el desempeño de Mariano, fueron Emilio Sánchez Piedras y Beatriz Paredes Rangel.

El primero le tenía la desconfianza natural de un político responsable e institucional. En consecuencia, noche a noche revisaba su actuación como tesorero del estado.

Conste que don Emilio nunca perdió la institucionalidad pese a existir motivos de sobra de quien irrumpió en su casa, afectó a su familia y tuvo el descaro de no renunciar a la otra relación, la institucional.

La segunda era tan claridosa con Mariano-subordinado como lo fue con cada elemento bajo su mando. Pienso que ese trato sin deferencia y al contrario, rasposo como solía ser la Paredes, inoculó en el lobo estepario que nos ocupa el virus de la rabia, el cual hizo crisis a últimas fechas, cuando ya no hubo quien retuviera las acometidas ya sea en forma institucional y elegante, o de plano aplicando una de las célebres frases beatricistas: “eres tan pen… tan pen… que no te das cuenta de los pen… que eres”.

Llegado el momento de la impunidad, entonces supuso tarea sencilla mordisquear a sus oponentes.

Su poca amistad con la planeación y la severidad con la que trata a la lectura generaron en él un limitado mundo de respuesta inmediata, basada en el rompe y rasga y dependiente de la diana del mariachi para aplaudir lo bueno, lo malo y lo peor.

Entonces se formó una cauda de erratas alentada por el equipo ideal, parecido al del cuento del rey a quien tomaron el pelo con los atuendos que sólo los inteligentes podían visualizar.

La peor de ellas ha sido aplicar la fuerza del Estado para destruir adversarios. Ello ha depreciado a este régimen, visto de pronto en el caos y padeciendo, por ejemplo el nepotismo al que en su momento tanto se condenó.

A la improvisación y al alejamiento de los libros sobrevino la ocurrencia como, derecho regio a dar vigencia a cualquier idea surgida en cualquier momento y sin importar no procesarla con el protocolo del poder.

¿Ejemplos?

Lorena Cuéllar y la invitación a regresar al PRI. Héctor Ortiz y el pitorreo a los abogados pelones del sexenio. La clausura de la Plaza Bicentenario y el penoso e inevitable retiro de las leyendas “clausurado”. Los informes, ciudadano y regionales al margen de la legalidad. La otra clausura, al Tribunal de Conciliación y Arbitraje, entre otras.

Ante la cercanía de la elección federal, los focos rojos deberían estar encendidos, mas la ocurrencia escudada en el terror, mantienen cerrados los ojos de quien ha de aparecer por la puerta de corrales, sin advertir la delicadeza de la arena que estará pisando en ese momento.

Otra del Cobat

Vale la pena comentar sobre la reunión celebrada en oficinas del Colegio de Bachilleres de Tlaxcala (Cobat) entre el director general don Balta Lumbreras (a) mister flamas, la directora académica y el líder sindical de los trabajadores administrativos, Enrique Portillo.

El tema de esa conversación es por el momento asunto de gran discreción, pero en breve sabremos si la institución decidió mantener abierto el frente con la parte gremial representada por Portillo o si habrá dado marcha atrás a la causa de desencuentro entre institución y sindicato.