La enésima lectura de cartilla del gobernador a su gabinete ampliado señala al culto a la persona del líder, como el obstáculo que condena las individualidades y reserva cualquier éxito a la figura del gobernador.

Una reciente reunión entre el gobernador Mariano González Zarur y su gabinete ampliado, mostraría que la relación entre el mandatario y sus subordinados no atraviesa por su mejor momento.

En esencia fue planteado a esta élite del gabinete que atrás quedaron los compromisos de campaña, lo que en otras palabras reafirmó la postura en el sentido que nadie tiene seguro el puesto por más marianista que pretenda asumirse.

El lobo estepario volvió a señalar sus preferencias de ir sólo en este pedregoso camino donde el temor es infundido de diferentes maneras a su equipo, bajo el esquema de sumisión que castiga cualquier intento de protagonismo, y en consecuencia inhibe, casi prohíbe, las individualidades porque el único con derecho a brillar procura hacerlo en todos los ámbitos, aunque al día de hoy resulte francamente insuficiente.

Es una especie de castración en tanto círculo vicioso que desactiva a aquél elemento con iniciativa, lo emplaza a pasar por alto cualquier crecimiento de popularidad y, en reuniones como la descrita le plantea de manera contundente su minusvalía en el colectivo a cargo de ejercer el poder.

Por lo menos dos áreas estratégicas, la Secretaría de Gobierno y la de Seguridad Pública, se han topado con esa inconveniencia.

Y los resultados saltan a la vista. Al menos en doce municipios hay conflictos de una complejidad tal que pensar en su solución aplicando métodos que no se ciñan al criterio del mandatario, es prácticamente imposible. Entonces los problemas se apilan y deben aguardar a la atiborrada agenda del único capaz de tomar decisiones para pensar en su solución.

Ese tiempo perdido complica las cosas, pero aquellos que deberían aplicarse a fondo deben aguardar a que el jefe decida el rumbo de las cosas.

Al no haber confianza en los responsables de áreas como las que hemos citado, los grupos comienzan a ver en el Congreso la única alternativa de solución, pese a que superarlos pudo haber sido una realidad con una operación oportuna, sobre todo de aquellos encargados del análisis (subsecretaría técnica) dedicados de lleno a la grilla interna, mas no a reaccionar como se esperaría.

Transcurrió más de un mes de aquél informe ciudadano donde se reconocieron yerros, pero lejos que el equipo marianista se fortalezca, aparece la incertidumbre en la misma proporción  que se desdeña la posibilidad de la cohesión.

El llamado al Ejecutivo, hecho en tribuna por el diputado Fulgencio Torres Tizatl, tiene más fondo que la crítica en sí, pues se ha encargado de descubrir el desbalagamiento del gabinete, que da paso a una franca descomposición del desempeño de la entidad.

¿Ortiz, por la vía plurinominal?

Tras la catástrofe electoral interna registrada por el orticismo el domingo anterior, vendría un respaldo cupular que lo mismo da un respiro al panismo a punto de romper con la corriente encargada de proporcionar cuatro de cada diez sufragios, según el resultado obtenido en la jornada de la que Adriana Dávila Fernández, resultó clara triunfadora.

El hecho es que Ortiz logró colarse a la lista plurinominal, en una maniobra que descubre varios escenarios:

1.- Abandonar al PAN equivale a prescindir del apoyo del gobierno federal que al día de hoy ha sido fundamental para los sonoros éxitos legales, en la disputa con el gobierno de Mariano González Zarur.

2.- De ocurrir lo anterior, el ex mandatario sería realmente vulnerable, sobre todo su se considera la tendencia nacional del PRI para aprovechar cuanta posibilidad haya en el país que les permita contrarrestar la campaña del gobierno federal contra tres ex gobernadores de ese partido en Tamaulipas.

3.- Ortiz y el PAN concluirían que lo mejor para ambos es superar las diferencias; qué mejor forma de iniciar esa etapa que, incluir el nombre de Héctor en la lista pluri, y de esa manera evitar la abrupta caída del panismo hasta una tercera posición, ante la eventual ruptura con el orticismo.

Otros personajes del panismo el ex gobernador de Guanajuato, Juan Carlos Romero Hicks, el ex mandatario de Baja California, Ernesto Ruffo Appel y el ex gobernador de Oaxaca, Diódoro Carrasco, incluyen esa lista que en al día de hoy demuestra la dependencia orticista al PAN y al presidente Calderón.

Atrás quedó la autosuficiencia que otrora permitió al hoy político en crisis, saberse dueño del escenario, y hasta con la posibilidad de juegos dobles en contra de quien hoy se alza como su única ruta de salvación.