Si el gobierno estatal logró más de 19 millones de pesos en patrocinios, seguro se comprometió con proveedores de bienes y servicios; oiga, con esos mecenas lo mejor habría sido presentar gratis al tenor, fuera de ese incómodo estadio, en algún lugar emblemático de la entidad.

En el informe del concierto de Plácido Domingo, presentado por el secretario de Turismo Marco Antonio Mena Rodríguez, abundan las verdades a medias.

De manera muy parca el funcionario marianista reconoció que no hubo ganancias para, invertirlas en Cacaxtla, que los patrocinadores aportaron una fortuna para sufragar los gastos y que en el modesto estadio Tlahuicole cupieron 20 mil personas.

Hombre, la inexistente planeación –tiene toda la facha de una de tantas ocurrencias del mando supremo- ante la supuesta sugerencia de Rafael Herrerías, para traer al rancho algo que nunca en la vida verán estos descamisados (así se las gasta el galeno ese), devaluó aquella presentación a la tanda de bellísimas canciones a cargo de un tenor contrariado (y un poco mermado).

No se necesita ser un mentalista para imaginar al jacarandoso secre de turismo, calculadora en mano y acompañado por el muchachito ese no tan agraciado, ah sí, Ricardito García Portilla, obteniendo cocientes arbitrarios, sabedores que en esta pachanga, a final de cuentas pagó el pueblo de Tlaxcala.

1.- Ahí le va el primero. La teoría Mena-Portilla sostiene que hubo 17 mil asistentes con boleto pagado (me quito el sombrero), a razón de 501.76 pesos por piocha, pues en total ingresaron 8 millones 530 mil pesos.

Conste que el aforo del Tlahuicole no supera las cinco mil entradas, pero considerando la amplitud de la cancha atiborrada de sillas (aunque retiraron no menos de mil), caben las siguientes preguntas:

¿Y los que pagaron boleto de 5 mil pesos? (por cierto, se quedaron esperando tomarse la foto con Plácido en el Centro de Convenciones, adonde llegó el tenor, hizo un ademán de hola-adiós y fue la última vez que se le vio.

¿Y los de boleto con valor de mil, mil 500, 2 mil, qué pasa con ellos?

Hombre, si entraron 17 mil con boleto pagado, el concierto fue un mega éxito, como para aplicarlo en capitales europeas y otras ciudades del continente americano, con un gusto fuera de serie por el canto bello.

2.- El concierto fue cacareado como parte de la Feria de Tlaxcala, pero al patronato que presidía Joaquín Cisneros Fernández, no lo tomaron en cuenta, salvo para aparecer en la foto con cara de, “y yo por qué”. Ingresos, egresos, trucos, malabares y demás negos, corrieron a cargo de Marquitos Mena, con la bendición de su amo, quien al grito de: “ya encarrerado el gato…” autorizaría sufragar todos los gastos con dinero del erario.

Claro, antes se agotó la cooperación voluntaria de los alcaldes y presidentas de DIF de un chorro de ayuntamientos, así como de los burócratas, quienes tuvieron el privilegio de que les fueran enjaretados los boletos más caros, ya sabe usted… con cargo a su cheque en la próxima quincena.

3.- Si a través de los gentiles patrocinios de firmas como Banorte (que así aseguraría cuentas, inversiones y lo que llegue a haber de parte del gobierno) Grupo Modelo, Grupo IDESA, La Providencia y Grupo Episa, logras reunir la escandalosa fortuna de diez millones 615 pesos, pues para qué te complicas calentando la calculadora… mejor atribúyeles el financiamiento completo de los gastos del tenor, la orquesta, el escenario, el mariachi y hasta la cantante de ranchero bastante desafinada, echando gallos con el acompañamiento del mariachi de la Secretaría de Marina.

¿Dos meses para este “informe”?

Si los medios de comunicación no presionan a los organizadores, ni siquiera con el bodrio este presentado por Marquitos Mena, habríamos contado.

La esencia del mismo intenta convencer a Tlaxcala de que el gobierno gastó lo menos posible en traer al intérprete de zarzuela por antonomasia, el formidable Plácido Domingo, pero lo hizo en un recinto cerrado, coartando el derecho de decenas de miles de personas a quienes ofrecer el espectáculo sin costo habría sido el gran detalle de la administración de Mariano González Zarur, quien de esa forma tuvo en sus manos mostrar preocupación por resarcir el tejido social.

Muy bien, suponiendo que la inversión económica fue mínima, ¿acaso no operó la presión oficial sobre los patrocinadores para aportar diez millones de pesos, a los cuales deben sumarse otros ocho millones 222 mil pesos por parte de Telmex, Nivada, Grupo Modelo, Nissan, Hoteles Misión, Grupo Logos y Gran Patio, para lograr la promoción que se tuvo?

Señores, un patrocinador no dispone de capitales tan significativos si a cambio no existen compromisos del gobierno, lo mismo para considerarlos proveedores de bienes y servicios, que para facilitarles trámites y gestiones en alguna de la múltiples obligaciones que, por el hecho de pagar por adelantado, incluso por permitir el uso de su nombre aun cuando los datos fuesen inexactos, cuentan ya con una importante ventaja sobre competidores suyos, creo que con los mismos derechos pero sin las consideraciones oficiales por haber ofrecido su mano solidaria en momentos de apremio.

Esa cifra, dedicada en su totalidad a la promoción turística del estado nos habría evitado la pena de taxistas y funcionarios regalando boletos a manos llenas buscando desesperadamente público, ante la pobre expectativa a causa de la baja venta de entradas, a costos ofensivos para el poder adquisitivo de las mayorías, venido a menos en los últimos meses.

Hay evidencias que me llevan a considerar a la presentación de Plácido Domingo como un rotundo fracaso respecto al triste papel desempeñado por la administración estatal, en su papel de inventor, organizador y a final de cuentas informador de lo que le conviene.

No me cabe duda que en este espectáculo hubo ganones, ¿acaso Herrerías?, y perdedores… el pueblo de Tlaxcala, limitado a ver la el despilfarro organizado por unos cuantos, cumpliendo a medias por un evento anunciado con bombo y platillo, pero con logros demasiado mediocres cuando uno se entera de la danza de millones de pesos salidos de cuentas de particulares y desde luego, de las arcas del gobierno.

Para no variar, la convocatoria a los medios fue selectiva y mostró el intento del coordinador Vega Crespo por abonar a la opacidad (a ver si así ya no es humillado por su patrón). Se trataba de informar lo conveniente, ahondar las dudas  que generó el concierto, pero además demostrar que hay medios con derecho de picaporte y tapete para su postración.