Con el pequeño detalle de no ser un acto republicano, sino el rotundo monólogo de lucimiento personal, el gobernador Mariano González Zarur, atiborró de palmas el Centro de Convenciones tras amordazar a quienes pudieran cuestionarle sus estilos de gobernar.

Se han sentado las bases para el desarrollo, esa fue la esencia del mensaje entre amigos del gobernador Mariano González Zarur, acto al que llamó informe ciudadano y que omitió los posicionamientos de las fracciones parlamentarias en el Congreso, así como la respuesta a lo que debió ser un acto republicano con el concurso de los tres poderes en acatamiento a la obligación de informar el estado que guarda la administración en este primer ejercicio.

Luego vino el reconocimiento a la falta de logros.

Varias representaciones dieron a este acto de lucimiento personal el nivel asignado por su informalidad.

Primero, la presencia del subsecretario de Gobernación como representante del presidente Felipe Calderón Hinojosa. Es decir, el informe ni siquiera valió para enviar al titular de la Segob, vamos ni siquiera a un secretario del gabinete.

La ausencia de Enrique Peña Nieto, precandidato priísta a la Presidencia tiene varias lecturas. De última hora, se evaluó la conveniencia de exponer a quien encabeza las preferencias en las encuestas y la decisión no fue difícil: será para mejores momentos.

A nivel personal varios gobernadores accedieron a validar con su presencia esta suerte de convivio entre amigos, tras el cual se vivió una intensa etapa de irregularidades en perjuicio de la Constitución local y, no dudo que las invitaciones se hayan girado sin aclarar que se trababa de un monólogo a buen resguardo de cualquier tipo de cuestionamiento por parte de los miembros del Poder Legislativo.

Si la forma en que se presentó el mensaje dotó al de la única voz de un protagonismo exacerbado, mostró asimismo la falta de liderazgo con base en el oficio político, que ha sido el verdadero gran ausente en este primer trecho del sexenio marianista.

Evidenció la nula voluntad para escuchar cualquier disentimiento, y para ello el aparato marianista planeó detalladamente acciones amordazantes que no repararon en el cohecho para conseguir un silencio cómplice cuya consecuencia se pudo ver en la modesta inversión pública en materia de infraestructura y todavía más en el capítulo de una política social, más para acariciar condolido al pobre que para compartir con él la riqueza del estado.

Acercarse a 100 mil ciudadanos para tomar nota de sus carencias pudo hacerse en el amplio lapso previo al inicio del gobierno, de tal suerte que desde el primer día de gestión en lugar de una libreta para anotar dicho saldo rojo, más habría convenido aplicarse a fondo con acciones contundentes y no la repetición de cientos de muros de lamentaciones para hacer grandes las fallas de su antecesor.

Presente en su informe ciudadano, el gobernador de Puebla Rafael Moreno Valle Rosas, se llevó el ejemplo marianista para no cometerlo jamás. En su informe, al día siguiente, comenzó por alardear una inversión superior a siete mil millones de pesos en infraestructura, la construcción de 26 mil viviendas y la cobertura universal en materia de salud.

Condescendiente aquí, el ex tricolor, allá en Puebla, coronó su comparecencia anunciando una inversión de la armadora Volkswagen, superior a los mil 300 millones de pesos, la recuperación de inmuebles en posesión de particulares y el encarcelamiento del ex secretario de salud de Mario Marín, por cierto cuyo nombre omitió porque la campaña previa había sido lo suficientemente intensa como para adivinarlo.

Pero aquí tenemos un año discutiendo qué va a pasar con la Plaza del Bicentenario y, es el día en que no hay visos de solución. Tenemos el mismo tiempo con reiterados amagos de encarcelar al ex gobernador Héctor Ortiz Ortiz y parte de sus colaboradores, pero nada se concreta.

Por cierto, Moreno Valle Rosas, llevó su mensaje al imponente Centro Expositor, en Los Fuertes, luego de escuchar cada posicionamiento de los diputados locales tras haber entregado por escrito el informe, en un acto republicano con un trecho amplísimo si se le compara con la pachanga prenavideña ocurrida en tierras tlaxcaltecas, cuando a los legisladores locales se les proveyó de recurso, “para invertirlo en obra pública”.

Mariano González Zarur malgastó su convocatoria luego del legítimo triunfo electoral y la gran expectativa generada.

Demasiada complejidad para decirnos que hoy están sentadas las bases del desarrollo. En otras palabras, este primer año entró en la obsoleta justificación del aprendizaje, materializado en una serie de reformas concentradoras del poder para hacer del gobernador un ente de fuerza capaz de intervenir en todos los órdenes.

No se trata de afianzar su liderazgo como el director de orquesta en el que alguna vez pretendió enfundarse. No, el sentar las bases del desarrollo –muy al estilo marianista- resultó en adelgazar y empobrecer al aparato burocrático; simultáneamente, privilegiar a despachos externos de sus amigos con quienes comparte la riqueza de las arcas, misma que niega a quienes dentro de su inacabable necesidad cometen la imprudencia de pedirle.

Cifras chiquitas ofrecidas como parte de la confusión diseñada para dar a ese monólogo la forma de un informe de gobierno. Agradecimientos expresados entre párrafo y párrafo, de escaso contenido y retórica setentera.

Aplausos, sonrisas, abrazos, reconocimientos…

¿Quién habría sido el guapo que expresara en semejante entorno la mínima crítica al señor… al señorón gobernador?

Ninguno cuerdo.

Si en otras latitudes a los invitados se les ve convencidos, por obras y por ideología, aquí se apreciaba en sus miradas el gusto por la estética…

Un año desperdiciado en la confrontación, dedicado a concentrar poder, a no dar cifra alguna de un avance concreto.

En ello se basó el besamanos del sábado.

Es frustrante. Es triste ver cómo esa interesante convocatoria se limitó a las parcas respuestas de un Diego Fernández De Ceballos, otro hacendado dispuesto a participar en actos de lucimiento como el que le narro, si de lo que se trataba era de dar la impresión de que un panista se hallaba presente en este acto como que plural, como que republicano.

Que no fueron convocadas las autoridades universitarias de Tlaxcala, ¿para qué?, si estuvo en primera fila el rector Narro de la UNAM.

Que no hubo posicionamientos de los diputados y respuesta formal al informe, ¿para qué?, si acudieron ellos, con sus mejores galas, reflejo de la bonanza por prestarse a hacer bulto en la fiesta que ha costado una fortuna y dado a Junior una estrella, indispensable en su camino a San Lázaro.