Aquellos diputados osados que se atrevieron a cuestionar inversión y beneficios del concierto de Plácido Domingo, son según Mariano, los culpables del atraso en el progreso del estado… Ah, qué la moral no es un árbol de moras, el escándalo del Cobat…

Es estimulante conocer de parte del propio gobernador Mariano González Zarur que, ningún empleado de gobierno fue obligado a adquirir boletos para el concierto de Plácido Domingo, “estoy muy satisfecho porque al menos dos mil trabajadores solicitaron comprar sus boletos de manera voluntaria”.

Podría ser el mensaje a quien insista que el importe de las entradas le será descontado de la nómina. Aquí el concepto de voluntad se ensancha. Como puede ser cierto, también puede tratarse de las siguientes premisas: 1.- Los trabajadores voluntariamente solicitaron sus boletos. 2.- Los trabajadores están contentos porque conservan su empleo. 3.- Luego entonces, si el gasto lo hicieron de manera voluntaria, para qué dejar de estar contentos si pueden quedar sin chamba por andar de quejumbrosos.

Al buen entendedor pocas palabras…

Pero este debate es áureo ante la inacción gubernamental. No hay obra importantes y ya transcurrió un año.

Y esta realidad no se puede tapar con declaraciones categóricas: “pese a quien le pese, la economía del estado está creciendo”, dijo el mandatario luego de participar en el arranque de un programa de Nafin.

¿La economía del estado está creciendo?, ¿dígame en qué rubro?, ¿hay evidencias irrefutables de tan positivo planteamiento?, ¿a quién le pesan las declaraciones sin sustento? Y en el caso de ser verdad, ¿qué tanto tendría que ver la acción gubernamental en el incremento de registros ante el IMSS?

Sí preocupa el enésimo golpe bajo al Congreso, porque varios de sus integrantes han tenido la osadía de cuestionar sobre gasto y beneficios por el hecho de traer al extraordinario tenor español.

Esas legítimas dudas de los legisladores pretenden ser aplastadas con la siguiente aseveración: “antes de ver la paja en el ojo del vecino, deberían ver la viga que ellos tienen, porque ellos provocaron un atraso en el progreso de Tlaxcala”.

En otras palabras, hay nuevos responsables del atraso en el progreso –o sea la inacción-, son los integrantes de la actual Legislatura.

Con respeto al ejecutivo, esta es una afirmación temeraria que traslada y actualiza resentimientos. Esta ocasión, el culpable dejó de ser el antecesor panista en el puesto, y los nuevos culpables se llaman los diputados, así en general, sin hacer señalamientos concretos.

Es decir, ningún diputado que se precie de no detener el progreso de Tlaxcala puede cuestionar una acción, pese al respaldo constitucional le asiste según el artículo 36 de esa Ley Suprema. (Los diputados tendrán fuero constitucional durante su ejercicio legal y por las aportaciones que expresen jamás podrán ser reconvenidos”.

El remate de esta incursión ante representantes de medios no pudo ser menos elocuente: “por eso no me quiero enganchar en declaraciones mediáticas”.

Disculpe, una declaración mediática es la simple publicación de una idea vertida por alguien tan importante que valga la pena el espacio, virtual, escrito, electrónico, mas la mediatización se da como resultado de la trascendencia hallada en la hostil declaración del jefe del Poder Ejecutivo de Tlaxcala.

Bueno, en este contexto de frivolidades que no sustancia en la obra gubernamental, conocimos lo que podría ser el remate de este primer ejercicio fiscal. El día cinco de diciembre, el gobernador Mariano González Zarur, estaría enviando por escrito al Congreso su primer informe de labores, de tal suerte que hasta el 15 de enero aspiramos a contar con el obligado mensaje político del mandatario.

Cierto, no se da en un entorno de la mejor relación. Pero es justo preguntar quién ha arrojado la primera piedra causante de este desencuentro.

Pero aún la relación entre poderes podría ser asunto superable, lo que no ocurre con el quehacer a lo largo de estos primeros doce meses, de mucho bla-bla-bla pero escaso logro, con una enfermiza iniciativa de cambio radical para concentrar poder, sin que este refleje el aguardado despegue a los estadios ofrecidos en aquella gran campaña donde se habló como candidato, aunque después el concepto se haya modificado a la particular forma de expresión de un gobernador electo y con diferencias notorias sobre los rieles del ejercicio pleno de poder.

No creyeron necesario buscarla, pero la moral los acabó…

Tarde o temprano afloran virtudes y defectos en hombres y mujeres del poder, sobre todo cuando el vino estimula a los demonios de la ambición.

Una empoderada subdirectora de servicios educativos en el Cobat, haría el gran berrinche al ser ubicada por la propia vida como dueña de la relación alterna de otro empoderado, este purépecha y capaz –al menos tal sería el planteamiento entre ambos- de hacerla directora de esa institución. Primero porque ello permitiría medir la fuerza de aquél subsecretario técnico y segundo, porque aun careciendo del perfil, de eso constan los caprichos del poder.

Muchos fueron testigos de los desfiguros de esta funcionaria en uno de tantos restaurantes de la feria de Tlaxcala, me dicen que llamado la Vicky, donde ufana la fémina ponía fecha para sentarse en el escritorio más importante del Cobat, una vez que Quique Padilla Sánchez, presente su renuncia para buscar la candidatura tricolor a diputado federal por el segundo distrito.

Los días transcurrieron y llegó la fecha más importante de lucimiento: ir al concierto de Plácido Domingo, del brazo del poderoso protector.

Cuál sería la sorpresa de aquella, al ver al entronado michoacano acudir a tal evento, pero llevando del brazo a la mera dueña de sus quincenas.

Y ahora, ¿quién podrá defenderla?, ¿y la prometida dirección del Cobat?, ¿y los obstáculos para llegar, como la maestra Gladys?

Abrigar esa esperanza y mezclarla con ron barato consiguieron algo útil para esa pareja clandestina. Primero les mostró que ya no son tan clandestinos como para seguir planeando la conquista de los grandes principados. Y luego los sometió a una moral perseguida por ellos mismos, al grado de quedar ante sus amigos como los raros amantes a quienes une la maldad oculta en diversos objetivos de poder y dinero.

Y estamos hablando del autodenominado hombre más poderoso de Tlaxcala. Después de su amo, claro.