Haga usted de cuenta que vivimos en la socorrida (por los pesimistas) cubeta llena de cangrejos… si uno destaca, los demás se encargan de hundirlo a lo más profundo. Y eso que somos el estado más pobre del país… qué sería en caso contrario.

A penas generamos cuatro por ciento del presupuesto, pero nos damos unas peleadas…

Nuestra dependencia del recurso federal es tanta que no nos caería mal ponernos de acuerdo en la distribución.

¿Cómo?, ¡si la máxima vigente es salirse con la suya!

Hacer una mixtura de remociones, recortes o tremendos gastos según el caso, siempre y cuando quede claro quién manda en esta friolenta entidad.

Y si en España el factor Mariano Rajoy, les depara un amargo destino, nosotros en Tlaxcala tenemos nuestro propio factor que ya va para el año de hacernos la vida insufrible.

Por eso, los acuerdos entre poderes devinieron de la mesa a la agresiva injerencia. Hoy, a la voz de abajo las propuestas del pasado (como el incremento de magistrados en tiempos de Alfonso Sánchez Anaya) confrontan la resta de cuatro magistrados, en una toma accidentada de la mala película que elevará sus obligaciones, los hará reventar y ya luego vendrá la oportunidad de volver a crecer en número, pero con otros criterios… a modo… como debe ser en la cinta autoritaria que no se presta al diálogo pero sí a la guillotina.

¿Qué los diputados están inconformes con el recorte a su presupuesto?

¡Nombre!…, pos estos…

Digo, a estas alturas, ¿todavía no aprenden las tres eses del sistema?

Sumarse, sumarse y… sumirse.

Vivimos la etapa de la sumisión. Oiga, qué feo, ¿no? Y yo que pensaba que las voluntades de hierro eran para no blandirse, pero ante la pobreza, la injusticia y el estancamiento.

Según se ve, aquí no hay más alternativa que la humillación.

Testigos presenciales de semejante crisis, los priístas abrigan la esperanza del ser y no ser (¿?).

Sí hombre… ser el partido en el poder, pero no ser bocabajeados por su alteza (no) serenísima, porque la labor capacitadora y organizativa del team tricolor, corre el riesgo de ir a la deriva si esa voluntad de hierro ejerce la temida toma por asalto de nombramientos y dineros, tan próximos a la fragmentación que ni el más avezado grillo siente así de seguridad ante los pesados adversarios que no desperdician tiempo para tejer redes y ahondar resentimientos.

Ha usted de saber, por ejemplo que, luego del atraco ese, consistente en enjaretar boletos para un concierto por todos conocido a tantos empleados del gobierno, se cocina en las estufas gremial y parlamentaria, una sonora protesta a causa de la impopular medida de cobrar a la mala, en las mismísimas nóminas, el importe por los tiquetes esos que le platico, cuya cobertura a fuerzas, dejará a muchas familias sin navidad.

Y eso, a los priístas los tiene sin dormir.

Qué tal si esos miles de damnificados por el concierto de feria, que se dio fuera de la temporada ferial, les da por cobrar, también a lo chino el empobrecimiento en este fin de año, tan sentido para aquellos que en lugar de cena harán una ruedita en la sala para recordar los emotivos momentos en el sub estadio Tlahuicole, donde Plácido cantó el Rey al rey…

Mire usted si los de la casa de enfrente no aprovechan el momento.

Corre la versión de un reparto masivo de muebles… ya sabe usted, que la salita, que la televisión, de parte de una panista, Adriana Dávila, determinada al triunfo interno en el proceso albiazul del cual quiere ser number one en el asunto de la mancuerna al Senado.

Horonda porque Chepina Vazquezmata –con quien por cierto no jala- tiene al mismo asesor de imagen, responsable de la deschanclización en el mejor momento (ajá), la ex abanderada de los, ¡gracias mami!, y ¡gracias papi!, actúa como haciendo equipo con el patrocinador de su partido, don Ortiz, pero bien que hace la lucha por su lado en esta legítima contienda (¡!) panista a la cual urge un vistazo de la instancia electoral pa ponerla quieta.

Se trata del mundo virtual de la política a la tlaxcalteca, donde el factor Mariano (no Rajoy) te ahoga en la laguna del autoritarismo y su más cercana competencia gasta los centavitos ahorrados durante su época de bonanza.

Tal vez la diferencia entre ambos es que antes, el enfrentamiento se superaba con las mochadas, pero hoy, las mochadas son para quienes se suman y se sumen en la indignidad.

¿Hacia dónde volteamos?

Una de litigantes biónicos

Ya no es posible tapar el sol de corrupción en el tráfico de terror mediante defensas legales con la gran ventaja de pertenecer a alguna familia empoderada.

Crece la versión de que el vástago de un magistrado, tal vez el más influyente, activa sus relaciones y las mezcla con los bufetes, propios o a modo, para tramitar en tiempos increíbles, por ejemplo la libertad a alguien que por alguna causa la haya perdido.

Y eso que no estamos en Libia, o en Afganistán.

Creo una obligación del Poder Judicial y el tremendo río revuelto del que saca ganancias brutas, el parar en seco al influyente ese dedicado a hacer fortuna ofreciendo la libertad de quien por una verdadera desgracia cae en sus manos.

Se trata de la otra cara de la moneda a la que el tejido social teme como al mismo demonio. La pérdida de la libertad.

Claro, hoy la puede recuperar, aunque deba someterse a la pérdida de su patrimonio.