Llevar a la familia del cielo al infierno en una constante de vida, exige la sumisión absoluta del ser pasivo; pero tratar de esa manera a un estado no debería darse en el quehacer de ningún líder.

La bipolaridad en tanto sello personal de un sistema de gobierno nos afianza al papel de seres pasivos, esperanzados en que algún día mermará el altibajo en la reacción de quien encarna el liderazgo.

A lo largo del trecho recorrido hay una compleja colección de eventos en tal esquema, al grado que hemos llegado a pensar en la acción consecuente de de la voluntad sujeta a medicarse con evidente irregularidad.

En medio de un ilógico acto de negación de esa patología fluyen los archivos del sube y baja que hoy tienen repercusiones en toda una comunidad, rebelde al rol de la compañera maltratada.

1.- Mayo de 2011. Los subordinados que lo merecen disfrutan de un estímulo en sus percepciones, bajo el argumento constructivo de los ahorros tras deshacerse de cientos de plazas indeseables para la dinámica impresa. Resultado de las fobias a recursos humanos de manufactura orticista, un importante grupo de servidores suma diversos incrementos a su quincena.

Octubre de 2011. Lo que subió tuvo que bajar. Y el descontento al interior de la propia casa es manifiesto. Subordinados autómatas hacen gobierno con desencanto. Serían raros los casos de sumisión absoluta, como lo espera el de la decisión.

Una parte fundamental de la economía –el poder adquisitivo de la burocracia- se contrae. Todos pierden. El prestador de servicios dejará de ser requerido por sus clientes de moda. Lo mismo ocurrirá al fabricante y el comerciante. Hablamos de una tercera parte de esa economía borrada de un plumazo a cargo del subordinado secretario de Finanzas, tras cuya medida habrá de pensar dos veces en su evolución política.

2.- Inicio de la administración. Mariano González Zarur, rinde protesta ante el Pleno de la Legislatura y con invitados de la talla de Francisco Blake Mora, secretario de Gobernación. Su principal compromiso fue restituir el tejido social que, “se encuentra roto”.

De los primeros retos para respaldar su oferta, la desaparición violenta del movimiento de policías imprime en las páginas de diarios locales y nacionales el nuevo estilo avasallante de ejercer el poder. Se mancilló al brazo violento del Estado, compuesto por miembros de ese tejido roto… con intención de restituir.

A los ancianos también les tocó su ración de castigo. Se impuso la repulsión al ex gobernador Héctor Ortiz y, su supuesto patrocinio de este y el anterior movimientos, en medio de desplantes de poder sordo a activar mecanismos de diálogo –agotar esa posibilidad cara a cara con el supuesto manipulador no pudo darse- originó encarcelamientos tras una ruda muestra de rebeldía.

Probablemente con una visión de Estado, no de partido y menos de encono personal, habría operado la propuesta original de reparar ese tejido roto. Sin embargo, las pasiones desbordaron en aquél organismo de irregular medicación y las rabietas tomaron dimensiones de riesgo.

3.- Los anteriores fueron casos de dolorosas bajadas. Hay que ver el lado opuesto.

Se inicia la gira permanente por el estado. Y esta toma un sino denso. “Sólo saben pedir, no se dan cuenta de que no hay”.

Esa frase domina al gobierno desde el interior del estado. Los pobres no acaban. Tampoco el enojo de quien no les da ni esperanzas.

Probable atraso en la medicación. Sin previo análisis se anuncia un magno concierto con un valor de dos millones de dólares, nada más para pagar a la estrella. Y vienen los problemas, claro ocasionados por la falta de planeación, al grado de pasar la charola a alcaldes, con el cínico estímulo de corrupción para comprobar aportaciones nada despreciables: 50 mil pesos.

Vaya desafío lidiar con la bipolaridad.

Es cierto, no hay quien ponga el cascabel al tigre.

Al contrario. Han surgido elementos con ambicioso proyecto personal.

Parecen haber hallado la forma para detonar al principal hacia arriba o hacia abajo, según convenga a su agenda, yo creo que hasta pensada de manera colectiva en la burbuja cuya existencia nadie advertía.

El mandatario ha tenido diversas oportunidades de difundir la confianza a dos personajes cercanos. Por cierto, ninguno de origen local: Carlos Rojas y Mario Armando Mendoza.

Del primero podría caber la creencia del priísmo sobre cualquier doctrina o circunstancia y considero que su lealtad a Mariano no confronta cuestionamiento alguno. Es la sinergia tricolor que impidió el vuelo de quien nos ocupa, en esa etapa de limbo donde soledad e incertidumbre se hicieron sus permanentes compañeras.

Del segundo, puede ser inquietante su tendencia al aislamiento, sobre todo disponiendo de un aparato de inteligencia, nuevo para el estado, mas constante en su haber.

Hoy, se apunta para ocupar el hueco que no demora en dejar Noé Rodríguez Roldán, en la Secretaría de Gobierno.

Un responsable de la política interior del estado con esas marcas es incluso puesto a reserva por la el artículo 67 de la Constitución de Tlaxcala, cuyo primer inciso limita a la oriundez a quien figure para el encargo.

Vivimos, sin embargo, la época de los encargados de despacho. Y de la potestad en su mano, pese a la limitante legal, se infiere la operación al margen de una máxima local: todos los tlaxcaltecas nos conocemos.

Es muy probable el acarreo de recursos a tierras michoacanas para apoyar la causa tricolor, a las urnas en el corto plazo. También lo es la molesta adquisición de boletos para la rifa de una camioneta, igualito que operó en el PAN, para enviar fondos a la cuenta de Cocoa, la hermana del presidente Calderón, en la misma disputa.

Digamos que hay un equilibrio del mal en esas acciones.

Concluyo suponiendo que un prospecto local para la Segob antepondría los intereses de aquí, sobre todo hoy, que la escasez nos agobia.