Una perniciosa inacción a causa de aguardar por mejores tiempos en el gobierno federal, tiene el día de hoy en bancarrota a los productores, a esos que hace poco se les ofrecía llevar sus cosechas al mercado internacional.

Nada más faltaba que el mismísimo Papa, Benedicto XVI, entrase a aquello de dar línea por teléfono a los magistrados, para salirse con la suya en un tema de la talla del aborto y su condena en dos constituciones locales más, la de Baja California y la de San Luis Potosí.

Según el obispo de Mexicali, José Isidro Guerrero, casi casi el Papa tomó su Telcel y le marcó a los ministros de la SCJN para reconvenirlos, más o menos como aquí suele hacerlo  el señor gobernador, con alguno de los jueces, ya sabes, metidos de lleno en el patenticidio múltiple, por ejemplo.

Creo que no debería estar a discusión el derecho de las mujeres a decidir sus acciones ante un eventual estado de preñez por cuya circunstancia fuese precisa la interrupción del mismo, fuera de la clandestinidad.

La condena expuesta ayer en tribuna por el conocido y respetado sinarquista chiautempense Bernardino Palacios, no generó debate entre sus homólogos perredistas, panistas o priístas. Simplemente abordó un tema y se pronunció en contra, y ni quien lo rebatiese.

En Tlaxcala, la problemática de género no debería ser abordada nada más por el señor Palacios, bajo sus particulares argumentos, que si son buenos o malos, eso debería resultar de un intenso debate entre representantes populares, interesados realmente en devengar sus voluminosas dietas.

Como quedaron las cosas, una mujer y su circunstancia, será pasada por el acero en la zurda que los muy especiales legisladores tlaxcaltecas demostraron portar a lado de una cruz visible en la mano derecha y como podemos ver, añadidos a la condena a priori, que no entiende razones ni argumentos, sólo se limita a hacer gordo el caldo de personajes como el obispo mexicalense y, su ridícula versión de las llamadas (por cobrar) del Vaticano a las oficinas de los ministros de la Suprema Corte de Justicia: “ayer casi perdíamos, pero una llamada del Papa no sé a quién, no me pregunten, cambió todo…”

¡Qué puede uno opinar ante una afirmación de semejantes hechuras!

El grito desesperado de los campesinos

Me resisto a pensar que por una soberbia inacción –como reservando cualquier movimiento al triunfo priísta en la elección presidencial de 2012- hoy los campesinos de Tlaxcala, víctimas del caprichoso temporal, deban cruzarse de brazos porque la autoridad careció de margen de maniobra para activar programas federales creados a propósito de este tipo de desgracias.

Entre el ideal liderazgo en el timón de la entidad y lo que las limitadas condiciones gerenciales de quien se encuentra a cargo hay un trecho bien largo; por lo pronto, lo único garantizado es una sequía de iniciativas en charola de plata a personajes de la talla de la senadora Rosalía Peredo Aguilar, hoy  por hoy, la última esperanza de apoyo para paliar al cataclismo parcelar.

El reclamo hecho ayer en el Congreso por el panista Fortunato Macías Lima, describe la paralizante política agropecuaria que, ya entrados en la tragedia nada más tiene el sencillo desenlace bajo el argumento de, “me diste el voto porque quisiste, pero de mi parte no hubo compromiso alguno”.

Esta es la oportunidad para hacer efectiva la restitución del tejido social; llevarla del gastado discurso a la realidad social que hoy pinta el negro panorama para el resto del ciclo: las trojes vacías, el ganado sin alimento y en el peor de los casos, el doloroso despido de la chambita en el gobierno gracias a la cual estas eventualidades nos mantenían a flote, sexenio tras sexenio.

Por ahí de mayo retumbó una oferta, poquito pasada de la raya. Más o menos decía lo siguiente: me comprometo a llevar sus productos al mercado internacional, en esta dinámica que al campesino le quita ese concepto y lo convierte en productor.

¿Sabe usted lo que significa la escasez de grano en las casas?… pues muy sencillo, no habrá pan de maíz, o sea, nuestra misma esencia de la tierra del pan de maíz, se enfrenta a la peor situación ocasionada por factores climáticos y agravada por otros que a estas alturas usted y yo ya comenzamos a padecer.