Este es un tema candente para el reto planteado por el gobierno de Mariano González Zarur, y la restitución del tejido social… ¿qué espera?, tiene que aplicarse a fondo, a pesar de funcionarios como Alicia Fragoso, Jesús Fragoso y otros, inexplicablemente pasivos.

Parte latente del tejido social en Tlaxcala, es la sexoindustria, que nos da celebridad por muy triste que esta sea, pero al fin y al cabo los lenones están patentados en San Miguel Tenancingo, Tlaxcala.

Tal vez no todos los que operan en la carretera panorámica, con decenas de mujeres – unas jóvenes, otras no tanto- sean de San Miguel, pero lo real es el éxodo de estas, de los negocios miserables y no tanto, ubicados en la Ciudad de México, donde dejó de haber condiciones para esta práctica y las grandes ganancias que genera.

Uno se pregunta si en Acuamanala, Teolocholco, Mazatecochco y San Pablo del Monte, la autoridad no se ha dado cuenta de la proliferación del sexoservicio en esta zona, o de plano se hace desentendida, pues se trata de cobro de cuotas las veinticuatro horas del día, todo el año.

Un amplio reportaje publicado por El Universal, revela que esas mujeres son oriundas del sureste, de estados vecinos como Puebla, Morelos, México y, cómo las resguardan sus padrotes, lo mismo acomodando su cinturón que caminando en círculos, cuando algún cliente –trailero, automovilista- se detiene a solicitar el servicio de alguna de estas señoras.

Vienen de fuera

Esa es una frase tan trillada como inútil, pero presente en el tipo de servidores públicos que en poco tiempo aprendió a cohabitar con sexoservidoras y sus cuidadores, en una interesante trilogía.

Como siempre, las mujeres llevan la peor parte, pues además de exponer su humanidad en alguno de los 23 moteles a lo largo de esta vía, deben compartir lo generado por sus caricias, primero a sus padrotes y luego, a los policías, municipales, estatales o federales, quienes bien que ponen la mano para compartir los billetes, en verdad ganados con el sudor del cuerpo y el riesgo, y la amenaza bajo la cual laboran, dichas sexoservidoras, parte activa del paisaje al pie de la Malinche.

Entre esos funcionarios públicos, la procuradora autómata, Licha Fragoso; el secretario de salud, Chucho Fragoso, y no menos de una docena de alcaldes y presidentes de comunidad, pues ya son parte del espectáculo.

El mandatario estatal, Mariano González Zarur, prometió hacer lo que a su alcance estuviese, para resarcir el tejido social. A la fecha ese concepto usado por el priísta para llamar a la población menos favorecida, lo que observa es una distancia cada vez mayor con las nuevas autoridades, ocupadas en lidiar mil batallas (y perderlas casi todas), en lugar de aplicarse a fondo para la restitución aquella que le platico.

¿Y la ciudad antro?

Siendo alcalde de Apizaco, Tlaxcala, el petista Reyes Ruiz Peña visualizó el formidable negocio que sería instalar una zona de tolerancia en aquél municipio; algo así como al modo de las Vegas, pero en chiquito, con hoteles, consultorios, y pues también iban a hacer falta guarderías, farmacias, entre las proveedurías  más necesarias e inmediatas.

Pues su visión de empresario no distaba de realidades como la que vemos hoy en la vía corta. Chance a Apizaco le habría ido bien con una obra de semejante calado, en la que todo se entendía como ganancia segura para el municipio y para aquellos hombres visionarios de negocios, a lo mejor unos de Tenancingo y otros de Papalotla, aunque también iban a exigir su porcentaje de participación los de Chiautempan, ah, y los de Yauhquehmeca, claro.

La autoridad, ¿va a cruzar los brazos?

Como estamos en el sexenio retro, las sexoservidoras corren el riesgo de ser anotadas en la larga lista de esa como tienda de raya, bajo el control de las autoridades octomesinas con un avance relativo.

El gobierno tiene que actuar. No puede retraerse ante la cínica explotación de género, versión actualizada de esclavitud, bajo argumentos decíamos, de no son de aquí.

Pero, si el amo no tiene paciencia para atender a los periodistas (se acuerda de, ¿te consta, te consta, te consta…?, menos la va a tener para tomar al toro del sexoservicio por los cuernos, en tanto compleja problemática social.

No se trata de convertir a las sexoservidoras en conferencistas o en bordadoras de manteles a mano. Debe escucharse el conocimiento de organizaciones sociales de la talla del Centro Fray Julián Garcés, para empaparse de la verdadera problemática y aspirar a respuestas efectivas, siempre en contra de la explotación de las mujeres.

Anakaren es el nombre utilizado por una de estas mujeres. Ha sido privada de la hijita que tuvo con la persona que hoy la explota. Dice que le prometió matrimonio, pero lo que hoy le da son golpizas hasta ahogarse con su propia sangre, cada que se rebela porque no puede ver a su pequeña.

Pasó mil aventuras antes de llegar a la vecindad que está localizada a la vera de la vía corta, en una sección de Acuamanala.

Cuando le va bien hace tres o cuatro servicios. Los cobra entre cien y doscientos pesos. También gana ofreciendo preservativos, lubricantes y otros insumos propios de esta actividad. Lo que junte es para su padrote. No tiene alternativa. El mundo se le cerró y desde que amanece solo aguarda la llegada de un buen cliente, uno que no sea pichicato como la mayoría.