Deprimen las mediocridades de operadores para conseguir el aplastamiento de e-consulta, en la dinámica intolerante que anima al autoritarismo a un gobernante con una visión inexistente del tejido social.

A ciertos gobiernos les conviene la moda de ver como un delito al periodismo digital, con la consigna de encuadrarle acciones punitivas, pretendiendo emular con la política del gobernador Duarte, de Veracruz, la reciente maniobra española que puso a la sombra a un connacional anunciando tarugadas en redes sociales.

No es lo mismo la puntada de publicar anuncios con la intención de sembrar el terror (a lo que suele llamarse información inconveniente) que, informar los pormenores de un estado, en todos los ámbitos, en forma imparcial y oportuna, combinando el trabajo profesional del periodista con la tecnología de punta.

Debe saber la autoridad que en dicho ejercicio la crítica es un derecho ganado a pulso, producto de la constancia, de la veracidad y también del escrutinio de una comunidad de lectores, para la cual también puede ser un derecho la lectura opcional de un medio con esta característica.

Hay más: el recurso interactivo. Inmediata reacción que retrata modos diversos de juzgar textos e imágenes críticos, condenarlos casi en el acto cuando lo merecen o, sumar su particular forma de ver las cosas.

Digamos que esa es la circunstancia libre y democrática con la cual se da sustento a estas novedosas formas de periodismo, años luz adelantadas al arcaico concepto de la censura oficial y en el peor de los escenarios a la autocensura inducida mediante el amago de cancelación de convenios publicitarios cuando en los espacios de noticia y crítica se abordan temas incómodos.

Sin más padrino que una profesional oferta informativa y analítica, acogida por una comunidad creciente de seguidores del periodismo digital, e-consulta/Tlaxcala inició hace ocho años y ha bregado contracorriente con mandatarios, perredista –Alfonso Sánchez Anaya-, panista –Héctor Ortiz Ortiz- y, ahora priísta, Mariano González Zarur.

En esos tres momentos se ha conducido con los mismos principios de profesionalismo e imparcialidad.

Los perredistas nos calificaban de medio pro panista. Los panistas aseguraban que servíamos a los intereses de Sánchez Anaya.

Y ahora, los priístas padecen la urticaria provocada por la creencia de que este proyecto sirve a la causa orticista.

Son etapas donde ha de colapsar la verdad absoluta, como parte del paquete de la euforia post electoral.

Pero hay un trecho de riesgo entre la conceptualización de un e-consulta/Tlaxcala crítico e irreverente a lo largo de los ocho años de existencia, y las amenazas veladas, los anuncios de aniquilamiento no más allá de cierta fecha y hasta el hecho, muy probable, del urdimiento de acciones para acallarnos, basados en la disposición que se tiene de la fuerza del Estado bajo argumentos de considerar castigables a nuestros contenidos en el fuero local.

No nos deja de extrañar la constante de mediocridades a la que someten al gobernador Mariano González Zarur, quienes deberían operar su gobierno, creemos que con una directriz de valores y, conscientes de su naturaleza pública, susceptible por tanto a la crítica, sobre todo cuando llegan a conocerse evidencias irrefutables.

Si alguien tiene responsabilidad de la negativa imagen gubernamental vigente en Tlaxcala, son funcionarios como el vocero Raymundo Vega Crespo y la esencia destructiva que lo corroe.

Los medios se dedican a lo suyo.

Otros servidores públicos, metidos a labores de inteligencia deberían aplicarse a la detección oportuna de los conflictos y no precisamente al aplastamiento de un medio digital porque lo quieran ver como adversario o como mazo de sus verdaderos enemigos.

Qué puede hacer e-consulta/Tlaxcala ante el amago de la destrucción sino seguir con su línea única que al día de hoy le ha permitido mantener a su comunidad de seguidores.

Sabemos que hace unos días un viejo funcionario y que se dice amigo del gobernador propuso iniciar una persecución contra este medio, pues según él, las calumnias y difamaciones las debemos pagar con la cárcel.

La amenaza ahí está, ahora sólo falta ver hasta dónde llega.