¿Necesitas un abogado?… hombre ahí está Sergio… -No, gracias… así estoy tranquilo…


El rarísimo papel desempeñado por Sergio Juárez Fragoso, en la defensa de Pedro Arturo López Obrador, genera una interminable cauda de dudas. Primero porque en su comunicación con el tabasqueño, invariablemente se ofrecieron informes halagüeños con respecto al litigio contra Eloy Sánchez Arellano.

El señor Juárez Fragoso es el primer perredista en entablar una relación laboral con una administración priísta, la de José Antonio Álvarez Lima, donde se desempeñó en un área de la Secretaría de Gobierno.

Queda pues la posibilidad de un doble lenguaje con la esfera del poder: el institucional, caracterizado por el tinte democrático a la relación con la autoridad, ávida de hacer variopinto el escenario político en el que se desenvuelve. Pero, desde luego, desde los terrenos de la perversidad cabrá la posibilidad de una relación perversa.

La desconfianza no es fortuita. Recordemos la forma como en 2007 el secretario general del PRD, Víctor Briones Loranca, exigió la sustitución de Juárez Fragoso como representante del PRD ante el IET, tras la desconfianza que despertó lo que pudo haber sido un retraso deliberado en la comprobación de gastos de la campaña de Maricarmen Ramírez, error que costó al PRD casi tres millones de pesos.

Uno se resiste a creer que un hombre con experiencia política, administrativa y, además, parte de la inteligencia del gobierno de Álvarez Lima, fuese capaz de cometer el cándido error de llegar tarde con la carpeta de gastos y, además llevarlos mal calculados.

Si dejamos crecer la desconfianza advertiremos el sabor a traición.

Pero en el mundo de los matices lo que pudiera ser la traición del señor Juárez Fragoso, se fue dibujando con pinceladas tan agradables que a pesar de sus servicios al priísmo alvarezlimista y a la duda que sobre su conducta está vigente en cada acto suyo, hubo quien de nueva cuenta confiara en el.

Pedro Arturo López Obrador atribuye el retorno de Eloy Sánchez Arellano, a una decisión de poder. No lo hace, ni lo hará –supongo – a lo que pudiera ser una enrarecida actuación de dicho abogado, intérprete por lo menos, del lenguaje de ida y vuelta de los priístas, esos a los que el ex dueño de Radio Pirata calificaba como el dinosaurio que había cruzado el río.

Si tu abogado hoy te asegura que ganaste el pleito y, a la tarde comparte contigo miradas de incredulidad por el contenido de la sentencia, una de dos: o te estaba haciendo tonto, o él se pasa de tonto.

He aquí que caría bien una evaluación.

La crisis perredista en el primer distrito sólo tiene un beneficiario y no es precisamente el candidato del PRI.

Antes los fraudes podían hacerse repartiendo tamales, dinero, despensas y todo lo que la ciencia de los mapaches permitía a estos obtener buenos resultados casilla por casilla.

Hoy, ante el organismo ciudadanizado eso es muy difícil.

Por eso los fraudes se adelantan.

Digamos que ya está hecho. Ahora lo que falta a los beneficiarios es sostener la campaña con el mínimo de cuidado para evitar riesgos mínimos.

Hasta animar el proselitismo del joven Sánchez Arellano es bueno para dar legitimidar al proceso electoral.

Los tiempos cambian. Antes se hablaba de regalar bicicletas para someter al supuesto beneficiario de ellas. Hoy, a los candidatos les dan atole con el dedo.

La perversidad, como puede usted ver, es la misma.