Un silencio chicho domina los actos del funcionario peloncito encargado de la Función Pública, quien debiera aclarar y luego sancionar, aquello de hacer negocio con la enfermedad de los trabajadores del gobierno.

Tras el Central-gate (o sea el escándalo del Hospital Central de Apizaco haciendo bisne con el gobierno), el más calladito de todos los funcionarios marianistas es el secretario de la Función Pública, Hugo René Temoltzin.

Pues qué va a decir, verdad, si tal convenio pisoteó sus intenciones de transparencia.

Recuerdo muy bien el pasado 23 de marzo, cuando en presencia de Miguel Ángel Chávez, contralor social de la Secretaría de la Función Pública del gobierno de Calderón, el peloncito este simpático, dibujó la línea de transparencia ordenada por su amo:

“Es fundamental promover esquemas entre los tres órdenes de gobierno para reforzar la transparencia pública, el apego a la legalidad y el combate a la corrución”.

Se ponía la piel chinita con semejante política de transparencia, y con intensidad uno mismo se decía hacia sus adentros; “ora sí, la cosa viene en serio”.

Ya podían verse tras las rejas funcionarios del orticismo que vendieron montón de automóviles como si fuesen chatarra, otros que hicieron obras  pésimas y otros tantos que mandaban a los enfermitos al Hospital Humánitas, cuya historia y pertenencia usted ya la conoce.

Ahí estábamos, expectantes… aguardando el primer zarpazo del tigre libanés, a través de su xoloscuintle (creo que así se escribe perro pelón en náhuatl), pero nada de nada.

Sobrevino el silencio en materia de transparencia.

Se hizo como un vacío. Y ándale, salió a la luz uno de los primeros negocios del sexenio. Enviar trabajadores del gobierno enfermos al cuñado, en Apizaco.

Y  en este río revuelto ganaron los orticistas. En lugar de meterlos a la cárcel, imitaron sus negocios, bajo la premisa de: “y yo por qué no he de hacer fortuna con los negocios del gobierno, si mi antecesor lo logró”.

Esas dudas copaban la cabeza (pelona) de ciertos marianistas. Y en lo que reaccionaban, el tiempo se les vino encima. La verdad salió a flote y también afloró un mar de dudas:

1.- Incontables despidos se justificaron en un sustancial ahorro para el gobierno. ¿Y dónde están esos recursos?

2.- A cien días de gobierno y con una grotesca diferencia, en Puebla se asegura una inversión superior a 50 mil millones de pesos, para obras de infraestructura; pero en Tlaxcala, no se menciona una sola obra, como no fuera la limpieza de las márgenes del río Zahuapan (pero eso no vale 50 mil millones).

3.- Es un rumor creciente la supuesta bancarrota personal del amo, antes de tomar el timón del gobierno y, el consecuente abastecimiento, de la hacienda personal, como si el mundo fuese a terminar pasado mañana.

Amplía mi duda el no conocer la situación patrimonial del gobernador de Tlaxcala, pues aunque la Ley no lo obliga a ventilarla, sí en cambio lo hace el compromiso social signado en cuanto asumió el papel de principal líder del Estado.

De la crianza de toros bravos es bien sabida la permanente crisis de los empresarios, en tremenda competencia para ofrecer astados al mejor precio y con la garantía de una bravura a toda prueba.

En realidad, ese giro provoca pérdidas. Pero se absorben por la existencia de otros negocios (digo, Reyes Huerta invirtió a tiempo en autos y ahora los toros son su jobi), sin embargo, aquí, no conocemos un ingreso alterno como para que el señor manchis mantenga a flote su economía personal.

Cien días fueron suficientes para borrar el ataque del tigre, dispuesto a devorar  al panda tragón que lo precedió.

Cambiaron el filo justiciero original de sus garras por una sed insaciable de abastecimiento y reabastecimiento del arca personal, ante la mirada atónita de un pueblo entero, incluidos el partido que lo llevó al éxito y los protectores que lo rescataron de la minusvalía.

Mariano tiene que reaccionar porque la flama de su imagen se debilita, se apaga.

Tiene muchos a quienes ofrecer disculpas, comenzando por los ciento y tantos mil que le dieron el voto aquél cuatro de julio de 2010.

No hay mañana para recomponer el tejido social, lastimado, humillado y saqueado a penas en cien días de gobierno.

Esto es de aguante, no de velocidad. Es de técnica, no de atraco vil. Es de política fina, no de mentira tras mentira hasta necesitar una mentira más para tapar a las anteriores.

A propósito del robo a la mansión

¿Recuerda que el Ministerio Público tomó nota de la desaparición de decenas de cajas de coñac, con precios ofensivos?

Pues también pudo enterarse del acopio de decenas y decenas de armas, muchas de las cuales son de uso exclusivo para el Ejército.

Que yo sepa, manchis no es ni general… ni siquiera sargento.