Este novel funcionario se equivocó de plaza; aquí nuestra máxima nos hace llamarnos Tierra del pan de maíz, sustentados en la pureza del grano, con hasta seis variedades, únicas en el país. Sin embargo, el güero secretario no descarta la siembra del demoníaco producto de Monsanto.

Como una broma de mal gusto, el secretario de Fomento Agropecuario, Jaime Jonhatan Bretón Galeazzi, consideró factible sembrar semillas manipuladas genéticamente de Monsanto -empresa en la que laboraba- en suelo tlaxcalteca, donde por generaciones los campesinos han cuidado su maíz criollo.

Tal vez por su inexperiencia, el «secretario» Bretón Galeazzi, no se percata del daño social que sus afirmaciones causan en el tejido tlaxcalteca.

Espero que este error táctico, esta falta de sensibilidad, pueda enmendarla el funcionario, ofreciendo públicamente disculpas a hombres y mujeres del campo de esta entidad, a quienes poco hace falta entrar en el riesgoso mundo de las semillas manipuladas.

Monsanto logra extraordinarios resultados -para sus intereses- haciendo híbridas a las semillas, garantizando dos ventajas (¿para quién?). Primera: pueden lograrse cosechas abundantes, aunque ello implique inminente riesgo para la salud.

Organizaciones ambientalistas mantienen en todo el mundo una férrea oposición a estas prácticas pues, han comprobado en el consumo de los maíces de Monsanto, el desarrollo de enfermedades, tan delicadas como el cáncer y otras, derivadas del consumo de semillas manipuladas.

Segunda: el sembrar los maíces híbridos de Monsanto significa la dependencia ciclo tras ciclo, pues la cosecha de una semilla de dicha firma, elimina la posibilidad de germinación. Es decir, si el campesino conservaba una parte de la cosecha para sembrar su parcela, en lo subsecuente, estará obligado a comprar ese grano con su distribuidor autorizado.

¿Sabe?, no se vale.

El que llegue un inexperto al área más social que técnica del gobierno tlaxcalteca, le demandaría prepararse a conciencia para el trato con comisariados y el enorme aparato productivo, donde se cosecha buena parte de los alimentos que consumimos.

Pero vemos que sin rubor alguno, se lanza a una aventurada conquista utilizando armas inadecuadas.

Su peor decisión es atentar contra el patrimonio campesino, o sea, contra la pureza del grano.

El mozalbete funcionario podría emprender un viaje por el poniente de la entidad, donde existen comunidades completas con una evolución sorprendente y, dedicadas a la preservación del grano que a Tlaxcala le da la calidad de «Tierra del pan de maíz».

Este… adolescente metido a político por las incomprensibles facilidades marianistas (a unos) debería comprender el valor de una troje al interior de cada casa. Esa es como la caja fuerte donde se almacena lo que mañana no habrá de quitar el hambre.

Frotando sus manos sabedor de la posibilidad que tiene para jugosos contratos con Monsanto, Bretón Galeazzi, pasa entonces por alto la realidad del maíz y del campo tlaxcaltecas y ni se imagina el revuelo que ha causado.

Por cierto, al parecer esta amenaza de contaminar con híbridos de Monsanto al campo tlaxcalteca mostrará en el corto plazo sus consecuencias.

Hay por lo menos un par de vividores, de esos que se hacen llamar líderes sociales, a quienes sólo hacía falta una causa para desatar un amañado movimiento en contra de quien cándidamente mostró las uñotas, afiladas y listas para el primer negocio en su extraordinaria carrera política.

Ha de creer que de aquí, a la gubernatura en 2022… ¡bravo por semejante casta!, no se esperaba menos de un pupilo del gran amo por antonomasia.

Se cumplió el término

Diversas reuniones cupulares al inicio de la administración estatal, revelaron el plazo de 15 de marzo como límite de propuesto por Mariano González Zarur, como una especie de período de aprendizaje de sus muchos colaboradores.

El patrón habrá cumplido en esa fecha con su proyecto, muy personal -por no decir arbitrario- de palomear a cada empleado, asesor, colaborador o contratista, de tal forma que en lo sucesivo quedarían ya en manos de los titulares, tanto las decisiones como los nombramientos faltantes.

De la propia estructura marianista existen dos creencias:

1.- El amo llegó a su primer período de aburrimiento y comenzará a haber constantes ausencias (más de las actuales) pues dominado el terreno en la aldea, ha puesto los ojos en nuevas conquistas.

Esta es una actitud recurrente de Mariano en tanto diputado federal o senador, para quien la verdadera vida política se ubica en la capital del país, de forma que lo acontecido a nivel estatal ha dejado de ser interesante para alguien que conquistó el poder, y ya comenzó a aburrirse de él, por lo limitado y aburrido que lo ve.

2.- Estos primeros sesenta días podrían considerarse como el segundo lapso tirado a la basura, pues a estas alturas a penas se mencionan proyectos para acopiar información que permita aspirar a una política de planeación, en cuyo caso se habrán sembrado las bases para la aplicación de una verdadera estrategia de miras altas y gran envergadura que en el mediano y largo plazo de a Tlaxcala la oportunidad de ponerse al nivel del gran gobernante que tiene.

Este párrafo, vil paja, es la constante en pasillos y dependencias marianistas, para quienes el lenguaje inculcado por el gobernador oculta la frustración de ser como unos inútiles ante la oportunidad histórica de su vida, y todo por hacer la roncha a la campaña de Enrique Peña Nieto, en una especie de adulación mútua, en la que lleva la parte ganadora el propietario de la imagen más linda…

Y digo que es el segundo lapso tirado a la basura porque tras la elección transcurrieron seis preciosos meses en los que gobiernos, como el de Rafael Moreno Valle, aprovecharon para múltiples gestiones, de tal suerte que, entrando a Casa Puebla, contaba ya con presupuestos y proyectos tangibles que le generaron aplauso en los 217 municipios.

Aquí en cambio, ya hablamos de la primera etapa de descanso.

¿Descanso?, ¿de qué?

Si todo está en veremos. En Propuestas. En espera de lo que digan los diputados.

Pero lo más importante de este descanso es, dejar de ver el espíritu obsesivo de aquél a quien los temblores en la diestra pudieran hasta significar la presencia de algún pituche travieso, de esos a los que se refiere el exorcista encarnado por Anthony Hopkins en la nueva producción (bastante malita por cierto) llamada El Rito y grabada en su mayor parte en casas viejas de suburbios de Roma.